No puedo creer que por fin viva en un mundo donde la gente sepa quién es Green Arrow.
Me explico.
Me crie en el sudoeste de Escocia durante los años setenta y ochenta, y yo era casi el único. Había personas que sabían quiénes eran Superman y Batman, y también sabían que Hulk era Lou Ferrigno y que Spiderman era el chico larguirucho de Sonrisas y lágrimas. Wonder Woman era Lynda Carter y, aunque hiciera varios años que corría el rumor de que habría una película de Batman, los superhéroes, para el gran público, se restringían a unos dibujos animados ligeramente toscos que se emitían los sábados por la mañana. Ahora bien, siendo sincero, yo los devoraba con una cuchara gigante sin que importara lo buenos o malos que fueran.
Nadie sabía nada de Green Arrow ni tampoco de Tony Stark. Hoy en día, la buena de mi tía, octogenaria, sabe que Tony Stark es Iron Man, que su novia es Pepper Potts y que el tío de Swingers conduce su coche como si fuera su guardaespaldas o algo así. Del mismo modo, sabe quién es Green Arrow. Incluso posee un par de cajas de la serie, todo un éxito televisivo, y se muere de ganas por ver la inminente cuarta temporada.
¿Cómo hemos llegado a esto? No es que me queje. Nunca he sido de esos esnobs que quieren las cosas que les gustan solo para ellos. Vivimos en un presente mágico tan maravilloso que parece que me haya dado un golpe en la cabeza y que esté imaginando toda mi vida adulta. Mi primo pequeño de Nueva Zelanda llevaba puesta una camiseta de Groot cuando estuve allí el verano pasado. Ni siquiera yo sabía quién era Groot. Es un mundo que jamás habría imaginado de mocoso, y me parece alucinante.
Para mí, Green Arrow era un complemento. Uno leía sus historias de ocho páginas al final de, tal vez, Detective Comics (donde destacó una aventura de dos partes realizada por Alan Moore y Klaus Janson). O quizá lo veía cada cuatro años en DC Comics Presents o como estrella invitada en The Brave and the Bold. De vez en cuando, formaba parte de la alineación de la Liga de la Justicia, pero nunca fue un personaje que vendiera. Por supuesto, a menudo formaba equipo con Green Lantern en la serie de este. Se trataba de dos amigos improbables que se reunían solo por el amor que sentían por el color verde. Pero a mí siempre me encantó. Era radical y categórico, y siempre se peleaba con Hawkman, que era conservador. Y siempre parecía que tuviera cierta vida sexual, cosa de la que carecía incluso Superman aunque llevara varias décadas de romance con una periodista guapa que había ganado un Pulitzer. En resumen, Green Arrow molaba, pero solo lo sabía yo.
Pero ya no es así.
Últimamente, hemos visto a mucha gente brillante escribir y dibujar la serie de Green Arrow, pero ninguno ha conseguido tanto como estos dos. Me alegra decir que hace años que sigo a Jeff Lemire y que no soy ningún recién llegado que tuitea sobre él solo porque mole. Lo conozco desde el principio, y me entusiasmó que le dieran este encargo. Por su parte, Andrea me parece uno de los mejores dibujantes de cómics. Dios mío, qué perfecto es. A veces, me preparo una taza de té y me empapo de sus dibujos para inspirarme durante la jornada laboral. Juntos, son magníficos. Funcionan muy bien, y el libro que tienes en las manos es tan bueno que PAGUÉ para leer los cómics sueltos. No sé cuánto sabrás de escoceses, pero no nos gusta gastar dinero. Por lo general, solo leo lo que me envían gratis, pero esto es tan exquisito que pagué TRES DÓLARES POR NÚMERO. Si has pasado alguna vez por las Islas Británicas, sabrás que es todo un cumplido.
Así pues, estoy un poco celoso. Estás a punto de leer por primera vez estas historias, donde Ollie Queen mola más que nunca.
Incluso a él le extrañaría, y es probable que le preocupara, si mi radical preferido de DC es sincero consigo mismo, que se agotaran estos episodios ahora que todo el mundo quiere leerlos.
Corren buenos tiempos, y estos cómics son buenos.
¡Disfrútalos!
MARK MILLAR
Escocia
15 de septiembre de 2015
Artículo publicado en las páginas de Green Arrow de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino ¡Ya a la venta!
Previa de Green Arrow de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino
Me explico.
Me crie en el sudoeste de Escocia durante los años setenta y ochenta, y yo era casi el único. Había personas que sabían quiénes eran Superman y Batman, y también sabían que Hulk era Lou Ferrigno y que Spiderman era el chico larguirucho de Sonrisas y lágrimas. Wonder Woman era Lynda Carter y, aunque hiciera varios años que corría el rumor de que habría una película de Batman, los superhéroes, para el gran público, se restringían a unos dibujos animados ligeramente toscos que se emitían los sábados por la mañana. Ahora bien, siendo sincero, yo los devoraba con una cuchara gigante sin que importara lo buenos o malos que fueran.
Nadie sabía nada de Green Arrow ni tampoco de Tony Stark. Hoy en día, la buena de mi tía, octogenaria, sabe que Tony Stark es Iron Man, que su novia es Pepper Potts y que el tío de Swingers conduce su coche como si fuera su guardaespaldas o algo así. Del mismo modo, sabe quién es Green Arrow. Incluso posee un par de cajas de la serie, todo un éxito televisivo, y se muere de ganas por ver la inminente cuarta temporada.
¿Cómo hemos llegado a esto? No es que me queje. Nunca he sido de esos esnobs que quieren las cosas que les gustan solo para ellos. Vivimos en un presente mágico tan maravilloso que parece que me haya dado un golpe en la cabeza y que esté imaginando toda mi vida adulta. Mi primo pequeño de Nueva Zelanda llevaba puesta una camiseta de Groot cuando estuve allí el verano pasado. Ni siquiera yo sabía quién era Groot. Es un mundo que jamás habría imaginado de mocoso, y me parece alucinante.
Para mí, Green Arrow era un complemento. Uno leía sus historias de ocho páginas al final de, tal vez, Detective Comics (donde destacó una aventura de dos partes realizada por Alan Moore y Klaus Janson). O quizá lo veía cada cuatro años en DC Comics Presents o como estrella invitada en The Brave and the Bold. De vez en cuando, formaba parte de la alineación de la Liga de la Justicia, pero nunca fue un personaje que vendiera. Por supuesto, a menudo formaba equipo con Green Lantern en la serie de este. Se trataba de dos amigos improbables que se reunían solo por el amor que sentían por el color verde. Pero a mí siempre me encantó. Era radical y categórico, y siempre se peleaba con Hawkman, que era conservador. Y siempre parecía que tuviera cierta vida sexual, cosa de la que carecía incluso Superman aunque llevara varias décadas de romance con una periodista guapa que había ganado un Pulitzer. En resumen, Green Arrow molaba, pero solo lo sabía yo.
Pero ya no es así.
Últimamente, hemos visto a mucha gente brillante escribir y dibujar la serie de Green Arrow, pero ninguno ha conseguido tanto como estos dos. Me alegra decir que hace años que sigo a Jeff Lemire y que no soy ningún recién llegado que tuitea sobre él solo porque mole. Lo conozco desde el principio, y me entusiasmó que le dieran este encargo. Por su parte, Andrea me parece uno de los mejores dibujantes de cómics. Dios mío, qué perfecto es. A veces, me preparo una taza de té y me empapo de sus dibujos para inspirarme durante la jornada laboral. Juntos, son magníficos. Funcionan muy bien, y el libro que tienes en las manos es tan bueno que PAGUÉ para leer los cómics sueltos. No sé cuánto sabrás de escoceses, pero no nos gusta gastar dinero. Por lo general, solo leo lo que me envían gratis, pero esto es tan exquisito que pagué TRES DÓLARES POR NÚMERO. Si has pasado alguna vez por las Islas Británicas, sabrás que es todo un cumplido.
Así pues, estoy un poco celoso. Estás a punto de leer por primera vez estas historias, donde Ollie Queen mola más que nunca.
Incluso a él le extrañaría, y es probable que le preocupara, si mi radical preferido de DC es sincero consigo mismo, que se agotaran estos episodios ahora que todo el mundo quiere leerlos.
Corren buenos tiempos, y estos cómics son buenos.
¡Disfrútalos!
MARK MILLAR
Escocia
15 de septiembre de 2015
Artículo publicado en las páginas de Green Arrow de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino ¡Ya a la venta!
Previa de Green Arrow de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino