Cuando Alan Moore recibió el encargo de escribir la última historia del Superman clásico, decidió encabezarla con una frase que dejó perplejos a los lectores: “Esta es una historia imaginaria, pero... ¿acaso no lo son todas?”. En pocas palabras, el genio británico constataba que en los cómics de superhéroes, no todas las historias son iguales. Mientras que algunas se ajustan a un canon y pretenden narrar oficialmente la vida de sus personajes, otras se permiten romper esos límites e ir más allá, contando historias que la continuidad “oficial” jamás se podría permitir. Unas se consideraban válidas, otras no. Pero como perfectamente señalaba Moore, esa distinción no tiene ningún sentido y las llamadas “historias imaginarias” se convierten en imprescindibles para la vitalidad de los personajes.
Las primeras historias imaginarias las encontramos ya en la Edad de Oro, cuando Jerry Siegel y Joe Shuster aún gobernaban el destino de su creación. Así, en el Superman núm. 19 de 1942 aparece una pintoresca historia donde Lois Lane decide ir al cine a ver uno de los cortos de los hermanos Fleischer dedicados a Superman, y Clark Kent debe pasar toda la proyección evitando que la sagaz periodista vea las partes del filme que revelarían su identidad secreta. Esta bizarra historia se publicó como una historia más del hijo de Krypton, pero en posteriores reimpresiones se presentaba como “la primera historia imaginaria”.
Dichas reimpresiones se hicieron cuando el concepto estaba ya mucho más establecido dentro de la editorial, y es que a partir de finales de los años cuarenta y con el personaje ya bajo el control del férreo editor Mort Weisinger, se empieza a establecer una continuidad en las aventuras de Superman, fijando lo que había ocurrido y lo que no dentro de sus aventuras. Si la continuidad empieza a volverse rígida, es el momento de que las historias imaginarias hagan su aparición, y efectivamente la era Weisinger va a ser exageradamente prolífica en este tipo de narraciones. Así, a lo largo de los años cincuenta y sesenta nos encontraremos con historias en las que se atrevían a matar a Superman (Superman núm. 149) o una historia donde Clark Kent y Bruce Wayne crecen como hermanos dado que los Kent deciden adoptar al pequeño huérfano de Gotham, en World`s Finest núm. 172 de 1967. Estas historias se convirtieron en algo tan habitual que incluso subrayar en la portada que no era una historia imaginaria era una manera de llamar la atención sobre el contenido del cómic. Pero la puesta al frente de los títulos del personaje del editor Julius Schwartz supuso muchos cambios, entre ellos la desaparición de las historias imaginarias.

Sin embargo, los setenta no estuvieron huérfanos de versiones alternativas, y es que el concepto de Multiverso DC, con sus tierras paralelas, empezaba ya a ser moneda común en los cómics de la casa. De este modo, a lo largo de esta década y principios de la siguiente, las aventuras del Superman que conocíamos podían tener de complemento las aventuras del de Tierra 2, lugar donde este había envejecido, se había casado con Lois Lane y era editor del Daily Star. Pero también las tierras paralelas se convirtieron en un argumento demasiado manido con el paso del tiempo y DC Comics haría la mayor limpieza de su historia en la ya clásica Crisis en Tierras Infinitas. Para preparar la llegada de lo que sería el Superman de la era moderna, la editorial decidía cerrar la etapa clásica con una de las mejores historias imaginarias jamás publicadas y la última en llevar ese título, la ya mencionada ¿Qué sucedió con el Hombre del Mañana? de Alan Moore (publicada en dos partes entre Superman núm. 423 y Action Comics núm. 583).
Pese a que el universo post-Crisis de DC pretendía ser un lugar de una sola Tierra y una sola continuidad, esto cambió en 1989 con la aparición del sello Elseworlds (Otros Mundos), inaugurado con el título Batman: Gotham a luz de gas, de Brian Augustyn y Mike Mignola. Sería solo el primero de una miríada de títulos que explorarían las posibilidades más inverosímiles en torno al Universo DC. ¿Y si la nave que trajo a Superman hubiera llegado en la Edad Media? ¿O en la Rusia de Stalin? ¿O si la hubieran encontrado los Wayne en Gotham en lugar de los Kent en Smallville? Son solo algunas de las infinitas variantes que pudimos explorar hasta 2005, año en que la línea se puso en hiato a la espera de una revitalización.
A lo largo de los siguientes años, algunos de los títulos publicados como Elseworlds consiguieron un cierto estatus de “oficialidad” cuando se convirtieron en tierras paralelas dentro del nuevo Multiverso DC que había surgido después de la llamada Crisis Infinita, una jugada que el futuro evento de la editorial para 2015, Convergence, parece querer repetir ampliando así el universo de los Nuevos 52.
Pero de eso ya hablaremos llegado el momento. Y es que, imaginarias o no, las historias alternativas han estado siempre presentes en el Universo DC y algunas de ellas nos han dado aventuras tan extraordinarias y únicas que nos demuestran que personajes como Superman son demasiado ricos como para ceñirles a un solo canon.
Javier Olivares Tolosa
Artículo publicado originalmente en Grandes autores de Superman: José Luis García-López - Otros Mundos.

Las primeras historias imaginarias las encontramos ya en la Edad de Oro, cuando Jerry Siegel y Joe Shuster aún gobernaban el destino de su creación. Así, en el Superman núm. 19 de 1942 aparece una pintoresca historia donde Lois Lane decide ir al cine a ver uno de los cortos de los hermanos Fleischer dedicados a Superman, y Clark Kent debe pasar toda la proyección evitando que la sagaz periodista vea las partes del filme que revelarían su identidad secreta. Esta bizarra historia se publicó como una historia más del hijo de Krypton, pero en posteriores reimpresiones se presentaba como “la primera historia imaginaria”.
Dichas reimpresiones se hicieron cuando el concepto estaba ya mucho más establecido dentro de la editorial, y es que a partir de finales de los años cuarenta y con el personaje ya bajo el control del férreo editor Mort Weisinger, se empieza a establecer una continuidad en las aventuras de Superman, fijando lo que había ocurrido y lo que no dentro de sus aventuras. Si la continuidad empieza a volverse rígida, es el momento de que las historias imaginarias hagan su aparición, y efectivamente la era Weisinger va a ser exageradamente prolífica en este tipo de narraciones. Así, a lo largo de los años cincuenta y sesenta nos encontraremos con historias en las que se atrevían a matar a Superman (Superman núm. 149) o una historia donde Clark Kent y Bruce Wayne crecen como hermanos dado que los Kent deciden adoptar al pequeño huérfano de Gotham, en World`s Finest núm. 172 de 1967. Estas historias se convirtieron en algo tan habitual que incluso subrayar en la portada que no era una historia imaginaria era una manera de llamar la atención sobre el contenido del cómic. Pero la puesta al frente de los títulos del personaje del editor Julius Schwartz supuso muchos cambios, entre ellos la desaparición de las historias imaginarias.

Sin embargo, los setenta no estuvieron huérfanos de versiones alternativas, y es que el concepto de Multiverso DC, con sus tierras paralelas, empezaba ya a ser moneda común en los cómics de la casa. De este modo, a lo largo de esta década y principios de la siguiente, las aventuras del Superman que conocíamos podían tener de complemento las aventuras del de Tierra 2, lugar donde este había envejecido, se había casado con Lois Lane y era editor del Daily Star. Pero también las tierras paralelas se convirtieron en un argumento demasiado manido con el paso del tiempo y DC Comics haría la mayor limpieza de su historia en la ya clásica Crisis en Tierras Infinitas. Para preparar la llegada de lo que sería el Superman de la era moderna, la editorial decidía cerrar la etapa clásica con una de las mejores historias imaginarias jamás publicadas y la última en llevar ese título, la ya mencionada ¿Qué sucedió con el Hombre del Mañana? de Alan Moore (publicada en dos partes entre Superman núm. 423 y Action Comics núm. 583).
Pese a que el universo post-Crisis de DC pretendía ser un lugar de una sola Tierra y una sola continuidad, esto cambió en 1989 con la aparición del sello Elseworlds (Otros Mundos), inaugurado con el título Batman: Gotham a luz de gas, de Brian Augustyn y Mike Mignola. Sería solo el primero de una miríada de títulos que explorarían las posibilidades más inverosímiles en torno al Universo DC. ¿Y si la nave que trajo a Superman hubiera llegado en la Edad Media? ¿O en la Rusia de Stalin? ¿O si la hubieran encontrado los Wayne en Gotham en lugar de los Kent en Smallville? Son solo algunas de las infinitas variantes que pudimos explorar hasta 2005, año en que la línea se puso en hiato a la espera de una revitalización.
A lo largo de los siguientes años, algunos de los títulos publicados como Elseworlds consiguieron un cierto estatus de “oficialidad” cuando se convirtieron en tierras paralelas dentro del nuevo Multiverso DC que había surgido después de la llamada Crisis Infinita, una jugada que el futuro evento de la editorial para 2015, Convergence, parece querer repetir ampliando así el universo de los Nuevos 52.
Pero de eso ya hablaremos llegado el momento. Y es que, imaginarias o no, las historias alternativas han estado siempre presentes en el Universo DC y algunas de ellas nos han dado aventuras tan extraordinarias y únicas que nos demuestran que personajes como Superman son demasiado ricos como para ceñirles a un solo canon.
Javier Olivares Tolosa
Artículo publicado originalmente en Grandes autores de Superman: José Luis García-López - Otros Mundos.