Eccediciones

Grandes autores de Superman: Brian Azzarello y Jim Lee - Por el mañana

Sabíamos que no iba a ser fácil.

En la primavera de 2003, el guionista Brian Azzarello y yo hablamos de nuestra inminente etapa en Superman en un bar oscuro situado a apenas unas manzanas del Moscone Convention Center de San Francisco, la sede del salón del cómic local. Teníamos claro lo siguiente: Superman era el símbolo definitivo.

Superman es uno de los estandartes más famosos del mundo. Lo crearon Jerry Siegel y Joe Shuster, dos adolescentes judíos de Cleveland que se habían criado en plena Depresión. Era el único superviviente de una raza moribunda, enviado a la Tierra por su padre para que nos protegiera y nos salvara. Con tan obvias connotaciones religiosas, era un símbolo de esperanza y de salvación. Para muchos lectores que se criaron con la serie televisiva en blanco y negro protagonizada por George Reeves, Superman también personificaba la verdad, la justicia y el estilo de vida americano.

Sabíamos que aquella tradición era intocable, y no era por falta de autores que hubieran intentado cambiarla. Durante las últimas décadas, lo habían convertido en ejecutivo, en perrito faldero de los políticos e incluso en marido y superhéroe desgastado y necesitado de un psiquiatra que, casualmente, era capaz de atravesar el Sol sin sufrir daño alguno. A pesar de todo eso, en el fondo seguía siendo el de siempre. Representaba el statu quo definitivo.

¡Estaba hecho a prueba de balas, literal y metafóricamente! El dilema que se nos presentaba era el siguiente: como autores, ¿qué íbamos a decir de nuevo sobre un personaje que tenía casi 70 años? Sabíamos que la respuesta no era cambiarle el aspecto. ¿Un traje nuevo verde, morado y naranja? No, gracias.

También sabíamos que no podíamos cambiar los atavíos de su mundo. ¿Un nuevo empleo en la radio que le hiciera ganar millones y le permitiera mudarse a Beverly Hills? No.

El único recurso que nos quedaba era mirar hacia dentro. Profundizar. Teníamos que ver más allá del símbolo, del estandarte que era el personaje. Era lo que había atraído a Brian al proyecto. Al fin y al cabo, todo gira en torno a los personajes. ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Qué les hace actuar? ¿Qué hace que un hombre decida ser un héroe y otro, un villano? ¿Eso se elige?

Conocido por 100 balas, una serie de creación propia alabada por la crítica, Brian sabía profundizar en la psique del personaje y descubrir eso que hay enterrado en el alma de una persona que es capaz de destrozar a un personaje o encumbrarlo. Como fan de su obra, me maravillaba que siempre pareciera encontrar aquella cosa, que la sacara a la luz y que la pusiera patas arriba de una forma que no había hecho nadie.

Como a Superman lo habían creado en 1938, encontrar aquello no iba a ser fácil. La verdad es que, una vez puestos, dimos con muchas cosas que se convirtieron en “nuestras cosas”. Sabíamos que, para que funcionara la historia, el lector tenía que descubrir lo mismo que nosotros e interpretar por sí mismo la trama para que esta tuviera un impacto duradero.

Lo gratificante es que muchos lo consiguieron. Otros se mostraron hostiles ante el ritmo y la sutileza de los diálogos, pero hubo fans, muchos de ellos nuevos, que apreciaron lo que contábamos y sacaron sus propias conclusiones e interpretaciones de la obra. Brian quería que una parte de la historia siempre ocurriera fuera de la página, en la mente del lector. Y fueron muchos los fans que aceptaron el desafío.

Y yo, también. Todos los números tenían diálogos que podían interpretarse de formas distintas. Había escenas que podían ser muy dramáticas, provocar una risita o ambas cosas. Fue un reto plasmar lo que yo creía que Brian quería decir, pero fui tozudo y me negué a llamarle para que me diera su interpretación a menos que no me quedara más remedio.

A medida que se publicaban los números y quedaba más claro el conjunto, hubo más lectores que captaron que Por el mañana era una historia en la que Superman intentaba comprender al padre al que nunca había conocido mientras trataba de averiguar qué había matado a su mujer. No era una historia sobre los límites de la fuerza como un medio para cambiar las cosas, sino sobre el precio que se paga por defender la verdad, la justicia y el estilo de vida americano.

Se trataba del poder que tiene el sentimiento de culpa, de la necesidad de redimirse y de la esperanza de recuperación que tiene el mañana.

Como decía, descubrimos muchas cosas. Espero que os suceda lo mismo.

JIM LEE
La Jolla, 200

Introducción publicada originalmente en las páginas de Grandes autores de Superman: Brian Azzarello y Jim Lee - Superman: Por el mañana, ¡ya a la venta!