Entre 1995 y 1998, el tándem creativo formado por el guionista Doug Moench (Chicago, 1948) y el dibujante Kelley Jones (Sacramento, 1962) restauró el atractivo del Caballero Oscuro sumergiendo al personaje en una atmósfera más propicia al género de horror que al de superhéroes. Desde el episodio 515 al 552, la serie Batman se convirtió en el título favorito de los aficionados al Hombre Murciélago gracias a las dosis de fantasmagórica extravagancia que Moench y Kelley inyectaron en la serie.
El editor Dennis O’Neil apostó sobre seguro al convertirlos en equipo titular de Batman. La pareja había demostrado a principios de los noventa su habilidad para transformar el universo del Hombre Murciélago en una pesadilla gótica. En 1991 habían firmado juntos la novela gráfica Batman & Drácula: Red Rain, que, dentro de la línea Otros Mundos, cruzaba los destinos del Caballero Oscuro y del célebre vampiro creado por Bram Stoker. Esta obra alcanzó una celebridad instantánea y originó varias secuelas que compartían el espíritu macabro de la original. Los episodios de Batman contenidos en estos cuatro volúmenes de Grandes autores de Batman: Doug Moench y Kelley Jones se realizaron casi a continuación y respiran el clima malsano de las novelas gráficas precedentes. Se trataba de una atmósfera oscura, reminiscente de las viejas películas de horror de la Universal y de la Hammer. Pero ¿cabía esperar otra cosa de dos autores tan identificados con los mitos clásicos del terror moderno?
Moench inició su carrera en 1970 escribiendo historietas de horror para la editorial Warren. A partir de 1973, consagró su talento a Marvel, convirtiéndose durante los setenta en uno de los escritores más sólidos y versátiles de la compañía. Aparte de renovar el género de superhéroes con Moon Knight y el de artes marciales con Master of Kung-Fu, Moench también destacó por sus incursiones en el ámbito del terror, especialmente en los episodios de la serie Werewolf by Night dibujados por Don Perlin. A principios de los ochenta, Moench recaló en DC como guionista de Batman y Detective Comics. Allí introdujo fantasmas, vampiros y al monstruoso Killer Croc. En los noventa fue más lejos y concibió uno de los villanos más violentos y carismáticos de Batman: el temible Bane.
Por su parte, Jones despuntó como dibujante en la Marvel de los ochenta con títulos como Micronauts: The New Voyages (1984-1986) o Comet Man (1987). En aquellos encargos, la tinta (aplicada por otros autores) solía enmascarar una estética deudora del maestro Bernie Wrightson. La carrera de Jones dio un vuelco cuando DC lo contrató para ilustrar la serie limitada Deadman: Love after Death (1989) escrita por Mike Baron. Allí pudo entintarse por primera vez a sí mismo explotando al máximo su talento para lo monstruoso y lo macabro. La atmósfera grotesca y fantasmagórica de esta obra marcó un punto de inflexión en la carrera del dibujante. Desde entonces, su trazo se ha vuelto cada vez más sombríamente atractivo. Los episodios contenidos en este volumen así lo demuestran.
En ellos, Moench se puso al servicio del dibujante explotando su atracción por lo fantástico, lo terrorífico y lo monstruoso. Jones correspondió la gentileza del guionista dando rienda suelta a su inclinación por las atmósferas desasosegantes y los personajes grotescos, elementos que distinguieron Batman de cualquier otro título relacionado con el Hombre Murciélago. El guionista de Chicago estructuró sus historias en arcos de dos o tres episodios donde el Caballero Oscuro se encontraba con la crema del panteón ultraterreno del Universo DC. Por las páginas de esta cabecera desfilaron decenas de personajes sobrenaturales a los que Jones recreaba con su peculiar estilo: Deadman, el Espectro, la Cosa del Pantano, Etrigan o el singularísimo Ragman. En sintonía con esta galería de invitados, las calles de Gotham adoptaron un aspecto fantasmal. La arquitectura de sus callejones remitía menos a la de una ciudad moderna que a los decorados del cine expresionista alemán (en películas como El gólem o El gabinete del doctor Caligari). En esta atmósfera gótica, y pese a la abundancia de diálogos, los personajes se comportaban con la teatralidad de actores del cine mudo.
Moench acostumbraba a servirse del texto en detrimento de la acción para desarrollar el argumento de sus historias. Jones aprovechó el predominio del diálogo para acentuar la apariencia teatral de sus creaciones. En sus viñetas, los personajes se mueven, gesticulan y se contorsionan de forma calculadamente artificial. Por ejemplo, Batman oculta su rostro tras la capa al más puro estilo del actor Lon Chaney en la película El fantasma de la ópera. El resultado es artificioso, pero no arbitrario, ya que refuerza la atmósfera gótica que presidió la serie mientras Moench y Jones estuvieron al cargo.
Han pasado casi dos décadas desde la primera aparición de estos episodios. Con ellos, Doug Moench y Kelley Jones vistieron la ciudad de Gotham con los atributos malsanos de una monster movie. El resultado fue un triunfo artístico para los autores, un éxito comercial para los editores y una obra espléndida que, a día de hoy, conserva intacto todo su oscuro, malsano y fascinante atractivo.
Jorge García
Artículo publicado originalmente en las páginas de Grandes autores de Batman: Doug Moench y Kelly Jones - Génesis Oscura ¡Ya a la venta!
El editor Dennis O’Neil apostó sobre seguro al convertirlos en equipo titular de Batman. La pareja había demostrado a principios de los noventa su habilidad para transformar el universo del Hombre Murciélago en una pesadilla gótica. En 1991 habían firmado juntos la novela gráfica Batman & Drácula: Red Rain, que, dentro de la línea Otros Mundos, cruzaba los destinos del Caballero Oscuro y del célebre vampiro creado por Bram Stoker. Esta obra alcanzó una celebridad instantánea y originó varias secuelas que compartían el espíritu macabro de la original. Los episodios de Batman contenidos en estos cuatro volúmenes de Grandes autores de Batman: Doug Moench y Kelley Jones se realizaron casi a continuación y respiran el clima malsano de las novelas gráficas precedentes. Se trataba de una atmósfera oscura, reminiscente de las viejas películas de horror de la Universal y de la Hammer. Pero ¿cabía esperar otra cosa de dos autores tan identificados con los mitos clásicos del terror moderno?
Moench inició su carrera en 1970 escribiendo historietas de horror para la editorial Warren. A partir de 1973, consagró su talento a Marvel, convirtiéndose durante los setenta en uno de los escritores más sólidos y versátiles de la compañía. Aparte de renovar el género de superhéroes con Moon Knight y el de artes marciales con Master of Kung-Fu, Moench también destacó por sus incursiones en el ámbito del terror, especialmente en los episodios de la serie Werewolf by Night dibujados por Don Perlin. A principios de los ochenta, Moench recaló en DC como guionista de Batman y Detective Comics. Allí introdujo fantasmas, vampiros y al monstruoso Killer Croc. En los noventa fue más lejos y concibió uno de los villanos más violentos y carismáticos de Batman: el temible Bane.
Por su parte, Jones despuntó como dibujante en la Marvel de los ochenta con títulos como Micronauts: The New Voyages (1984-1986) o Comet Man (1987). En aquellos encargos, la tinta (aplicada por otros autores) solía enmascarar una estética deudora del maestro Bernie Wrightson. La carrera de Jones dio un vuelco cuando DC lo contrató para ilustrar la serie limitada Deadman: Love after Death (1989) escrita por Mike Baron. Allí pudo entintarse por primera vez a sí mismo explotando al máximo su talento para lo monstruoso y lo macabro. La atmósfera grotesca y fantasmagórica de esta obra marcó un punto de inflexión en la carrera del dibujante. Desde entonces, su trazo se ha vuelto cada vez más sombríamente atractivo. Los episodios contenidos en este volumen así lo demuestran.
En ellos, Moench se puso al servicio del dibujante explotando su atracción por lo fantástico, lo terrorífico y lo monstruoso. Jones correspondió la gentileza del guionista dando rienda suelta a su inclinación por las atmósferas desasosegantes y los personajes grotescos, elementos que distinguieron Batman de cualquier otro título relacionado con el Hombre Murciélago. El guionista de Chicago estructuró sus historias en arcos de dos o tres episodios donde el Caballero Oscuro se encontraba con la crema del panteón ultraterreno del Universo DC. Por las páginas de esta cabecera desfilaron decenas de personajes sobrenaturales a los que Jones recreaba con su peculiar estilo: Deadman, el Espectro, la Cosa del Pantano, Etrigan o el singularísimo Ragman. En sintonía con esta galería de invitados, las calles de Gotham adoptaron un aspecto fantasmal. La arquitectura de sus callejones remitía menos a la de una ciudad moderna que a los decorados del cine expresionista alemán (en películas como El gólem o El gabinete del doctor Caligari). En esta atmósfera gótica, y pese a la abundancia de diálogos, los personajes se comportaban con la teatralidad de actores del cine mudo.
Moench acostumbraba a servirse del texto en detrimento de la acción para desarrollar el argumento de sus historias. Jones aprovechó el predominio del diálogo para acentuar la apariencia teatral de sus creaciones. En sus viñetas, los personajes se mueven, gesticulan y se contorsionan de forma calculadamente artificial. Por ejemplo, Batman oculta su rostro tras la capa al más puro estilo del actor Lon Chaney en la película El fantasma de la ópera. El resultado es artificioso, pero no arbitrario, ya que refuerza la atmósfera gótica que presidió la serie mientras Moench y Jones estuvieron al cargo.
Han pasado casi dos décadas desde la primera aparición de estos episodios. Con ellos, Doug Moench y Kelley Jones vistieron la ciudad de Gotham con los atributos malsanos de una monster movie. El resultado fue un triunfo artístico para los autores, un éxito comercial para los editores y una obra espléndida que, a día de hoy, conserva intacto todo su oscuro, malsano y fascinante atractivo.
Jorge García
Artículo publicado originalmente en las páginas de Grandes autores de Batman: Doug Moench y Kelly Jones - Génesis Oscura ¡Ya a la venta!