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Gotham es... un misterio

El 31 de mayo de 2011, DC Comics publicó un comunicado en su página web anunciando la inminencia de una nueva era: tras la conclusión del evento Flashpoint —estructurado en torno a una miniserie homónima firmada por Geoff Johns y Andy Kubert—, la editorial renumeraría todas las colecciones de su línea superheroica, cancelando determinados títulos e inaugurando otros hasta sumar un total de 52 lanzamientos. Maniobra sin precedentes que el copublisher Dan DiDio veía como “una oportunidad para volver a comenzar en un punto en el que nuestros personajes sean más jóvenes y las historias se relaten para los lectores actuales”. O, en otras palabras, un intento firme y decidido de acelerar el relevo generacional que demandaba el mainstream estadounidense; porque la mencionada serie limitada propiciaba la coartada perfecta para un relanzamiento que implicaba hacer tábula rasa argumental, facilitando la llegada de nuevos lectores no necesariamente familiarizados con décadas de continuidad.

El 31 de agosto de ese mismo año, el cambio de ciclo se escenificó en librerías especializadas y plataformas de venta digitales, que comercializaron la última entrega de Flashpoint y la primera de la remozada Liga de la Justicia: punta de lanza del llamado Nuevo Universo DC que contó con el propio Johns y Jim Lee como equipo creativo, y preludio de la oleada de cambios que inevitablemente afectarían al panteón de héroes de la editorial, incluyendo a su integrante más popular: el Hombre Murciélago.

Con la excelente etapa comandada por el guionista escocés Grant Morrison todavía reciente, el reto de escribir la serie regular Batman recayó sobre un recién llegado a la historieta al que le habían bastado un par de años de experiencia en el medio para convertirse en una de sus grandes promesas: Scott Snyder, novelista emergente avalado por su excelente trabajo en la serie regular American Vampire; pero también por una etapa sobresaliente de Detective Comics dibujada por Francesco Francavilla y Jock (Batman: Espejo oscuro y Batman: La llave maestra), donde demostró su idoneidad para escribir las aventuras del Cruzado de la Capa. Con un pequeño matiz: por aquel entonces, el portador del manto del Murciélago era Dick Grayson, personaje entusiasta, empático y compasivo que “carece de la determinación obsesiva y el bagaje vital de Bruce”. Así pues, a la responsabilidad de estrenar numeración en una serie que venía publicándose desde 1940, se sumó la necesidad de abordar el proceso de escritura desde un punto de vista dramática y emocionalmente muy distinto. Todo un desafío que asumió “aterrado”, pero sabiendo que tenía entre manos una historia de indudable potencial... y que contaría con un compañero de equipo creativo que no solo aportaría al proyecto “un dinamismo y una energía increíbles”, sino también “un hambre de Batman” palpable en cada viñeta: Greg Capullo, veterano de la industria que tras años de estrecha colaboración con Image Comics, buscaba presentarse ante una audiencia mayor. Y trabajar profesionalmente con un personaje del que conserva dibujos primerizos, realizados a la tierna edad de cuatro años.

Las páginas de este recopilatorio acreditan un entendimiento creativo entre Snyder y Capullo fuera de toda duda, potenciado por la creciente camaradería y amistad que surgió entre ambos. Pero lo cierto es que la toma de contacto inicial atravesó su particular tira y afloja, comprensible teniendo en cuenta que ambos afrontaban una etapa muy diferente en sus respectivas carreras profesionales: el guionista, con una experiencia limitada y sabedor de estar ante la oportunidad de su vida; y el dibujante, acostumbrado durante lustros a trabajar de un modo muy concreto, que poco tenía que ver con las profusas descripciones presentes en los primeros guiones de Snyder. Finalmente, lograron perfeccionar su proceso colaborativo hasta alcanzar el ansiado equilibrio: uno, centrándose en el desarrollo psicológico de personajes a través de la trama y los diálogos; el otro, ideando la ambientación gráfica y el planteamiento narrativo idóneos para capturar el tono de la colección. Y ambos, depositando una confianza ciega en su compañero.

Con la maquinaria creativa perfectamente engrasada, los autores comenzaron a desarrollar la trama ideada por Snyder, que giraba en torno a dos ideas exploradas con anterioridad en la miniserie Batman: Puertas de Gotham y en el díptico integrado por Batman: Espejo oscuro y Batman: La llave maestra: la existencia de una historia oculta de la ciudad, y la consideración de que esta trasciende la condición de mero escenario para erigirse en una suerte de entidad metafórica que “convierte las pesadillas de sus héroes en realidad”. En el caso de Bruce Wayne, el guionista es de la opinión de que aquello que le convierte en el mayor héroe de todos los tiempos es su confianza y competencia, su familiaridad con Gotham y la certeza de que, en cierto modo, “la ciudad le pertenece”. No en vano, llega a definirla como su “amiga más vieja y sincera”. ¿Y qué mayor drama que la traición de un amigo cercano?

Este primer arco argumental de Batman juega con la hipótesis de que la ciudad oculta a nuestro protagonista un terrible secreto, en forma de enemigos fuertemente arraigados en su tradición y firmemente instalados en posiciones de poder que les permiten “mandar en Gotham desde las sombras”. Transformar la certeza en mera ilusión y revelar que el protectorado ejercido por el Caballero Oscuro abarca tan solo una minúscula fracción de la historia de la ciudad, cuya arquitectura ya ofrece pistas sobre la organización que ahora reclama violentamente la preeminencia sobre el álter ego de Bruce Wayne: el Tribunal de los Búhos. Unos búhos que han anidado en lugares muy cercanos, sobre los que Batman jamás sospecharía; y que en el proceso de perpetuar su influencia, han manipulado a su antojo el curso de los acontecimientos históricos gothamitas. En ese sentido, comprobará el lector que las historias de complemento y el anual también incluidos en este tomo arrojan luz sobre la evolución de la organización secreta y su relación con los linajes del Cruzado de la Capa y sus aliados más cercanos, y establecen un curioso diálogo entre el pasado y el presente en el que autores como James Tynion IV, Rafael Albuquerque o Jason Fabok tienen mucho que decir.

A medio camino entre el terror psicológico, el thriller y los géneros de acción y superheroico, Batman: El Tribunal de los Búhos se antoja como la perfecta introducción a la versión más moderna y trepidante de un personaje que ya supera los 75 años de historia(s). Y que durante todo este tiempo ha demostrado una capacidad de adaptación y supervivencia sin par, manteniendo intacta su esencia para seguir fascinando a nuevas generaciones de lectores. Como la que, gracias a la aventura recopilada en este tomo, comprenderá que “por encima de cualquier otra cosa, Gotham es... un misterio”. Un enigma que, reinterpretado, expuesto y resuelto por Scott Snyder y Greg Capullo, adquiere una nueva y fascinante dimensión.

David Fernández

Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman: El tribunal de los búhos.