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Gary Frank

El segundo año de Liga de la Justicia arranca con la publicación del número 0 estadounidense, un cómic muy especial con el que DC Entertainment decidió dar aún más relevancia a Shazam, el héroe anteriormente conocido como Capitán Marvel cuyo origen se narra en los complementos de esta misma serie desde hace unos meses. Y es que, en estas páginas, asistimos por fin a la transformación de Billy Batson en un adulto tan poderoso como Superman que, no obstante, conserva la mentalidad de un adolescente rebelde y contestón. Este episodio también sirve para que destaque más si cabe el dibujante de dicha historia, el británico Gary Frank.

Nacido en Bristol en 1969, comenzó su carrera como dibujante en 1991 en publicaciones de su país como Doctor Who Magazine antes de iniciar una breve etapa en Marvel UK que le abriría las puertas del mercado estadounidense, en el que entró por todo lo alto un año después como responsable gráfico de The Incredible Hulk durante la famosa etapa escrita por Peter David. No sería el único encargo que realizaría para la Casa de las Ideas durante aquella época, a la que seguiría una estancia en DC que daría como fruto una nueva colaboración con el propio David. Se tratada de Supergirl, publicada en España dentro de Universo DC: Supergirl, una visión particular de la Chica de Acero que, si bien ya no se encuentra dentro de la continuidad, se sigue considerando una de las mejores etapas del personaje. Frank también fue el encargado de dibujar la primera aventura de las Aves de Presa, en este caso con guiones de Chuck Dixon.

Una vez cumplido su compromiso en Supergirl, tanto Frank como Cam Smith, su entintador habitual, se marcharon a Image Comics, donde tuvieron ocasión de ocuparse de diversas publicaciones. Una de las más destacables fue Kin, una obra de creación propia que hablaba de una agencia secreta del gobierno estadounidense cuyo objetivo consistía en liquidar a unos hombres de Neanderthal que, según habían descubierto, seguían vivitos y coleando en las montañas de Alaska. Kin vio la luz bajo el sello Top Cow, el mismo que en 2000 publicara Midnight Nation, su primera colaboración con el guionista J. Michael Straczynski. Fue también allí donde conoció a Jon Sibal, entintador al que siguió vinculado durante muchos años. Los tres volvieron a formar equipo en 2003 cuando lanzaron Supreme Power para Marvel, un éxito de crítica y ventas que daba un enfoque mucho más adulto a las aventuras del Escuadrón Supremo, sosias marvelita de la Liga de la Justicia de América. La colaboración duró 18 entregas en que los autores hicieron gala de un realismo extraordinario pocas veces visto en el género superheroico y, sobre todo, en los cómics más comerciales.

Pero las aventuras del Escuadrón Supremo no fueron lo único que Frank dibujó durante aquella segunda estancia en Marvel. Entre otras cosas, también se encargó de dos números de The Avengers que contaron con guiones de Geoff Johns, escritor a cuya carrera se vincularía a partir de 2007 cuando terminó su contrato con Marvel y decidió regresar a DC. Por aquel entonces, uno de los títulos que Johns escribía era Action Comics, donde había recuperado conceptos de Superman propios de las películas de Richard Donner e incluso le había buscado al protagonista un hijo adoptivo. Frank llegó a la serie justo a tiempo para el retorno de la Legión de Superhéroes original y para una aventura en el siglo XXXI en la que desplegó todo su talento para narrar acción a raudales. La exhibición continuó durante la siguiente saga, Brainiac, donde tanto el Hombre de Acero como su prima Kara se enfrentaron al clásico villano poco antes de que una trágica muerte cambiara para siempre la vida del último hijo de Krypton.

Terminadas ambas historias, los cambios sufridos por la serie Action Comics propiciaron que Johns y Frank emprendieran otros proyectos. Uno de ellos lo realizaron juntos y fue una nueva aventura del Hombre de Acero, Superman: Origen secreto. Se trataba de una espectacular miniserie que revisaba y actualizaba los primeros años como superhéroe de Clark Kent y que también narraba cómo había nacido su enemistad con Lex Luthor y otros enemigos destacados como, por ejemplo, Metalo y el Parásito. Para entonces, el tándem Johns-Frank ya se había convertido en una garantía de calidad y éxito comercial, con lo cual no es de extrañar que la editorial les confiara otros proyectos conjuntos. Uno de ellos fue Batman: Tierra Uno, una novela gráfica original que suponía el primer contacto del guionista con una aventura en solitario del Caballero Oscuro. Igual que ocurriera con su precursora, Superman: Tierra Uno, la obra tuvo un éxito considerable que, en buena medida, se debió a los espectaculares lápices de Frank y a un dominio de la narración que puso de manifiesto ya en las primeras páginas, prácticamente mudas, en las que el protagonista perseguía a un delincuente común por Gotham City. El otro proyecto de esta pareja profesional es, por supuesto, el que estamos disfrutando casi todos los meses en Liga de la Justicia, esto es, el complemento de Shazam que actualiza para las nuevas generaciones a un héroe al que muchos daban por obsoleto a pesar de los loables intentos por devolverlo a la palestra que han realizado autores como Jerry Ordway a lo largo de las últimas décadas.

Por supuesto, a Johns y Frank aún les queda mucho que contarnos sobre Billy Batson, como veremos a lo largo de los próximos meses. Serán unos números muy intensos en los que a la Liga de la Justicia, titular habitual de esta colección, le aguardan muchos retos: Cheetah, Pandora... Y todo ello con dibujantes consagrados como Tony Daniel, Gene Ha, Jim Lee y el que sustituirá a este último como dibujante habitual de la serie: Ivan Reis, otro de los colaboradores fieles de Johns. ¿Quieres saber qué es capaz de hacer el brasileño con la Liga? Pues no te pierdas este mismo Aquaman núm. 4, una muestra perfecta de lo que será el futuro inmediato de una de las series estrella del Nuevo Universo DC.

Fran San Rafael