Los cambios que la renovación de John Byrne había introducido en la leyenda de Superman habían llegado hasta sus más profundos cimientos y estaban muy lejos de afectar únicamente al protagonista y a sus poderes. El mundo del Hombre de Acero se había transformado y los viejos escenarios que todos pensábamos conocer tan bien habían desaparecido para dar paso a otros nuevos y desconocidos.
Las miniseries que ocupan este tomo, World of Smallville y World of Metropolis, cumplen con precisión la misión de cartografiar esos nuevos entornos y acercarlos al lector, ávido por conocer al detalle esta versión de Superman. En este contexto, pocos lugares eran más importantes que el pequeño pueblo donde se situaba la granja que
vio crecer a Clark Kent. El Superman de Byrne era más humano y más apegado a la tierra que nunca. Para él, Krypton era un recuerdo vago y lejano, pero Smallville era su hogar, su verdadera fortaleza de la soledad. Eso otorgaba a sus padres, los Kent, un papel fundamental en esta versión de la mitología. Aquí tenemos la oportunidad de conocerles y ver cómo en su pasado se ocultaba una historia de amor tan rocambolesca que casi podría considerarse un homenaje a los viejos cómics de romances, tan populares en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, con títulos como Young Romance y Young Love que llegaban a tiradas de un millón de ejemplares en sus buenos tiempos.
Otro personaje que recibe un tratamiento muy especial en la miniserie es Lana Lang. La eterna novia de Superboy se había quedado un tanto desubicada en una versión donde el Joven de Acero nunca había existido, pero John Byrne fue capaz de darle un nuevo e intrigante papel: el de la amiga de la infancia, aquella que había crecido con Clark y se había enamorado de él solo para descubrir que le había perdido para siempre al revelarle sus increíbles poderes. Justo lo contrario de lo que veíamos con Lois Lane, de la que la chica de Smallville se había convertido en un interesante reflejo.
Sin embargo, en esta historia vemos a una Lana imbuida en una historia de ciencia ficción pura y dura que venía a dar sentido a su participación en la macrosaga del momento: Millennium. Trama relacionada con los despiadados Manhunters, androides creados por los Guardianes de Oa y que ahora estaban infiltrados hasta en lo más profundo de las vidas de los héroes de la Tierra. La historia de estas páginas complementa lo que veíamos en las series regulares de Superman y constituyen un relato truculento y fascinante por sí mismo, verdadero homenaje a películas clásicas como Invasores de Marte o El pueblo de los malditos, títulos donde, al igual que aquí, veíamos el impacto de una invasión alienígena en pequeñas comunidades rurales.
World of Smallville cuenta además con otros alicientes como es estar dibujada por todo un clásico de las viñetas de Superman: el alemán Kurt Schaffenberger. Este dibujante fue reclutado por Otto Binder ya en 1957 para dibujar los títulos del personaje, pero su participación más destacada se produjo sin lugar a dudas en la serie Superman’s Girlfriend Lois Lane, título en el que, para muchos, dio con la imagen visual definitiva de la intrépida reportera. Imposible no acordarse asimismo de Alfredo Alcalá, otro mítico dibujante y entintador esta vez de origen filipino que, pese a haberse paseado por una amplia variedad de títulos DC, no se había prodigado demasiado en las páginas de Superman, consiguiendo su fama en títulos ajenos como Conan, Creepy o Vampirella.
Por lo que respecta a World of Metropolis, nos encontramos ante una serie muy distinta a su predecesora, donde cada número se centra en uno de los personajes secundarios o en un aspecto poco explorado del mundo de Superman, ofreciéndonos hasta cuatro historias diferentes. Así, en el primer número conoceremos las razones de la enemistad entre Lex Luthor y Perry White. Y es que en esta versión ambos personajes tienen un pasado común que marcó su relación para siempre. Curiosamente, este extremo acabaría siendo mucho más utilizado por los sucesores de Byrne en los títulos de Superman que por él mismo, quizá debido a su abrupta y temprana marcha de ellos. Vemos cómo un personaje a menudo desaprovechado como Perry White es dotado aquí de fundamentos sólidos y conocemos bien sus razones para el apego que profesa al Daily Planet y su furibundo odio hacia Lex Luthor.
En el segundo número es Lois Lane quien adquiere todo el protagonismo, pero no la Lois adulta y reportera a la que estamos acostumbrados, sino una versión juvenil que ya sienta las bases de la impresionante mujer que habíamos conocido en las páginas de la miniserie The Man of Steel de Byrne (ver Grandes Autores de Superman: John Byrne volumen 1). Al igual que Luthor y Perry, la Lois Lane byrneana es un personaje sólido, complejo y fascinante, que debe mucho a la que Margott Kidder interpretó en el cine y que sienta claramente las bases para la que quizá haya sido la mejor Lois en imagen real: Teri Hatcher en Lois y Clark: Las nuevas aventuras de Superman.
El número 3 nos devuelve a Clark Kent como protagonista, pero al igual que ocurría en el número anterior, se trata de una versión juvenil del personaje, aunque no por ello exenta de interés. Y es que en la versión de John Byrne, los años de formación de Clark antes de adoptar su identidad como Superman son fundamentales para entender su lugar en el mundo y su papel como protector de la humanidad. Si algo ha querido siempre Clark Kent es ser uno de nosotros, vivir en la Tierra como un ser humano más. Aquí vemos que su primera opción para conseguirlo fue que nadie supiera de sus maravillosas habilidades, mientras vivía una vida lo más corriente posible. Esa activa búsqueda de la humanidad es lo que hace entender por qué tomaría años más tarde una doble identidad y será una idea explorada en futuras versiones del mito como el Birthright de Mark Waid o la más reciente encarnación fílmica del personaje en El Hombre de Acero de Zack Snyder.
Y finalmente el número 4 se centra, como no podía ser de otra manera, en Jimmy Olsen, el eterno amigo de Superman, al que en esta historia vemos como un chaval normal que sueña con pertenecer a la plantilla habitual del Daily Planet y que acaba fabricándose su propio reloj de señales para avisar a Superman. Esto constituía una incorporación a los cómics modernos de un elemento clásico de la mitología de Superman, cuyas primeras apariciones se remontaban a los años cincuenta y que aquí se convertía en uno de los primeros conceptos anteriores a Crisis en Tierras Infinitas en ser reincorporados a las historias del Hombre de Acero con un giro sensiblemente distinto.
Por lo que respecta al apartado visual, World of Metropolis es de las tres miniseries que componen esta particular trilogía la que más busca aproximarse a la estética de la miniserie The Man of Steel y al estilo de dibujo de John Byrne en general. Win Mortimer, autor de los lápices, es recordado sobre todo por haber sido uno de los artistas de las tiras de prensa dedicadas a Superman entre los años cuarenta y cincuenta. No era por tanto el autor más en línea con el estilo del canadiense, lo que se compensa en cierta medida con el trabajo de Dick Giordano, uno de los habituales entintadores del Superman de Byrne y uno de los nombres más habituales en aquellos años en DC Comics.
En conclusión, World of Metropolis y World of Smallville nos ofrecen la oportunidad pocas veces dada de conocer aspectos desconocidos o poco visitados del entorno de Superman. Son pequeñas rarezas, rincones tan habituales como poco transitados del poblado mundo del hijo de Krypton que, paradójicamente, ningún aficionado a la mitología del Hombre de Acero debería dejar de visitar.
Javier Olivares Tolosa
Artículo publicado originalmente en las páginas de Grandes Autores de Superman: John Byrne - Superman: El hombre de acero vol. 8.

Las miniseries que ocupan este tomo, World of Smallville y World of Metropolis, cumplen con precisión la misión de cartografiar esos nuevos entornos y acercarlos al lector, ávido por conocer al detalle esta versión de Superman. En este contexto, pocos lugares eran más importantes que el pequeño pueblo donde se situaba la granja que
vio crecer a Clark Kent. El Superman de Byrne era más humano y más apegado a la tierra que nunca. Para él, Krypton era un recuerdo vago y lejano, pero Smallville era su hogar, su verdadera fortaleza de la soledad. Eso otorgaba a sus padres, los Kent, un papel fundamental en esta versión de la mitología. Aquí tenemos la oportunidad de conocerles y ver cómo en su pasado se ocultaba una historia de amor tan rocambolesca que casi podría considerarse un homenaje a los viejos cómics de romances, tan populares en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, con títulos como Young Romance y Young Love que llegaban a tiradas de un millón de ejemplares en sus buenos tiempos.
Otro personaje que recibe un tratamiento muy especial en la miniserie es Lana Lang. La eterna novia de Superboy se había quedado un tanto desubicada en una versión donde el Joven de Acero nunca había existido, pero John Byrne fue capaz de darle un nuevo e intrigante papel: el de la amiga de la infancia, aquella que había crecido con Clark y se había enamorado de él solo para descubrir que le había perdido para siempre al revelarle sus increíbles poderes. Justo lo contrario de lo que veíamos con Lois Lane, de la que la chica de Smallville se había convertido en un interesante reflejo.
Sin embargo, en esta historia vemos a una Lana imbuida en una historia de ciencia ficción pura y dura que venía a dar sentido a su participación en la macrosaga del momento: Millennium. Trama relacionada con los despiadados Manhunters, androides creados por los Guardianes de Oa y que ahora estaban infiltrados hasta en lo más profundo de las vidas de los héroes de la Tierra. La historia de estas páginas complementa lo que veíamos en las series regulares de Superman y constituyen un relato truculento y fascinante por sí mismo, verdadero homenaje a películas clásicas como Invasores de Marte o El pueblo de los malditos, títulos donde, al igual que aquí, veíamos el impacto de una invasión alienígena en pequeñas comunidades rurales.
World of Smallville cuenta además con otros alicientes como es estar dibujada por todo un clásico de las viñetas de Superman: el alemán Kurt Schaffenberger. Este dibujante fue reclutado por Otto Binder ya en 1957 para dibujar los títulos del personaje, pero su participación más destacada se produjo sin lugar a dudas en la serie Superman’s Girlfriend Lois Lane, título en el que, para muchos, dio con la imagen visual definitiva de la intrépida reportera. Imposible no acordarse asimismo de Alfredo Alcalá, otro mítico dibujante y entintador esta vez de origen filipino que, pese a haberse paseado por una amplia variedad de títulos DC, no se había prodigado demasiado en las páginas de Superman, consiguiendo su fama en títulos ajenos como Conan, Creepy o Vampirella.
Por lo que respecta a World of Metropolis, nos encontramos ante una serie muy distinta a su predecesora, donde cada número se centra en uno de los personajes secundarios o en un aspecto poco explorado del mundo de Superman, ofreciéndonos hasta cuatro historias diferentes. Así, en el primer número conoceremos las razones de la enemistad entre Lex Luthor y Perry White. Y es que en esta versión ambos personajes tienen un pasado común que marcó su relación para siempre. Curiosamente, este extremo acabaría siendo mucho más utilizado por los sucesores de Byrne en los títulos de Superman que por él mismo, quizá debido a su abrupta y temprana marcha de ellos. Vemos cómo un personaje a menudo desaprovechado como Perry White es dotado aquí de fundamentos sólidos y conocemos bien sus razones para el apego que profesa al Daily Planet y su furibundo odio hacia Lex Luthor.
En el segundo número es Lois Lane quien adquiere todo el protagonismo, pero no la Lois adulta y reportera a la que estamos acostumbrados, sino una versión juvenil que ya sienta las bases de la impresionante mujer que habíamos conocido en las páginas de la miniserie The Man of Steel de Byrne (ver Grandes Autores de Superman: John Byrne volumen 1). Al igual que Luthor y Perry, la Lois Lane byrneana es un personaje sólido, complejo y fascinante, que debe mucho a la que Margott Kidder interpretó en el cine y que sienta claramente las bases para la que quizá haya sido la mejor Lois en imagen real: Teri Hatcher en Lois y Clark: Las nuevas aventuras de Superman.
El número 3 nos devuelve a Clark Kent como protagonista, pero al igual que ocurría en el número anterior, se trata de una versión juvenil del personaje, aunque no por ello exenta de interés. Y es que en la versión de John Byrne, los años de formación de Clark antes de adoptar su identidad como Superman son fundamentales para entender su lugar en el mundo y su papel como protector de la humanidad. Si algo ha querido siempre Clark Kent es ser uno de nosotros, vivir en la Tierra como un ser humano más. Aquí vemos que su primera opción para conseguirlo fue que nadie supiera de sus maravillosas habilidades, mientras vivía una vida lo más corriente posible. Esa activa búsqueda de la humanidad es lo que hace entender por qué tomaría años más tarde una doble identidad y será una idea explorada en futuras versiones del mito como el Birthright de Mark Waid o la más reciente encarnación fílmica del personaje en El Hombre de Acero de Zack Snyder.
Y finalmente el número 4 se centra, como no podía ser de otra manera, en Jimmy Olsen, el eterno amigo de Superman, al que en esta historia vemos como un chaval normal que sueña con pertenecer a la plantilla habitual del Daily Planet y que acaba fabricándose su propio reloj de señales para avisar a Superman. Esto constituía una incorporación a los cómics modernos de un elemento clásico de la mitología de Superman, cuyas primeras apariciones se remontaban a los años cincuenta y que aquí se convertía en uno de los primeros conceptos anteriores a Crisis en Tierras Infinitas en ser reincorporados a las historias del Hombre de Acero con un giro sensiblemente distinto.
Por lo que respecta al apartado visual, World of Metropolis es de las tres miniseries que componen esta particular trilogía la que más busca aproximarse a la estética de la miniserie The Man of Steel y al estilo de dibujo de John Byrne en general. Win Mortimer, autor de los lápices, es recordado sobre todo por haber sido uno de los artistas de las tiras de prensa dedicadas a Superman entre los años cuarenta y cincuenta. No era por tanto el autor más en línea con el estilo del canadiense, lo que se compensa en cierta medida con el trabajo de Dick Giordano, uno de los habituales entintadores del Superman de Byrne y uno de los nombres más habituales en aquellos años en DC Comics.
En conclusión, World of Metropolis y World of Smallville nos ofrecen la oportunidad pocas veces dada de conocer aspectos desconocidos o poco visitados del entorno de Superman. Son pequeñas rarezas, rincones tan habituales como poco transitados del poblado mundo del hijo de Krypton que, paradójicamente, ningún aficionado a la mitología del Hombre de Acero debería dejar de visitar.
Javier Olivares Tolosa
Artículo publicado originalmente en las páginas de Grandes Autores de Superman: John Byrne - Superman: El hombre de acero vol. 8.