La muerte ha cobrado forma, pero quizá no es la forma que esperabais o a la que podemos estar acostumbrados. No es la muerte sobre esquíes que dibujo Jack Kirby y que durante años recorrió los cielos del Universo DC en busca de víctimas a las que reclamar, ni una miríada de anillos negros que vuelan entre zumbidos para reclamar a los muertos durante La noche más oscura; tampoco es el espíritu de la venganza divina encarnado en una criatura de capucha verde o la tradicional imagen de la Parca, con guadaña y túnica azabache. No, esta vez la muerte ha decidido revelar su rostro más aterrador: el de la Putrefacción, representación violenta y sin contemplaciones del paso del tiempo, de la decadencia, del futuro que nos aguarda a todos. La muerte ha enarbolado el estandarte de lo podrido, ha reunido a una hueste de criaturas repulsivas y le ha declarado la guerra a la vida.
Como en toda guerra, hay bandos y frentes. En el bando de la existencia, fuerzas vinculadas a la naturaleza y la creación. En el bando de la entropía, una horda inacabable de criaturas, a cada cual más monstruosa. Y en medio de ambos bandos, una criatura entre la vida y la muerte: piensa, siente y habla como un ser humano –y sus modales son exquisitos–, pero al mismo tiempo está muerta; su creación debida a la mera unión de distintos pedazos de carne y una chispa de electricidad. Frankenstein tiene la posibilidad de escoger un lado u otro de la contienda: puede unirse a las filas de la vida y librar una batalla cuya victoria no es segura o puede seguir los pasos de su predecesor y abandonar el mundo a su suerte.
Enrique Ríos
Previa (portada y cinco páginas interiores) de Mundo Putrefacto núm. 2: Los secretos de los muertos y entrevista a Alberto Ponticelli.
Como en toda guerra, hay bandos y frentes. En el bando de la existencia, fuerzas vinculadas a la naturaleza y la creación. En el bando de la entropía, una horda inacabable de criaturas, a cada cual más monstruosa. Y en medio de ambos bandos, una criatura entre la vida y la muerte: piensa, siente y habla como un ser humano –y sus modales son exquisitos–, pero al mismo tiempo está muerta; su creación debida a la mera unión de distintos pedazos de carne y una chispa de electricidad. Frankenstein tiene la posibilidad de escoger un lado u otro de la contienda: puede unirse a las filas de la vida y librar una batalla cuya victoria no es segura o puede seguir los pasos de su predecesor y abandonar el mundo a su suerte.
Enrique Ríos
Previa (portada y cinco páginas interiores) de Mundo Putrefacto núm. 2: Los secretos de los muertos y entrevista a Alberto Ponticelli.