Batman es uno de los iconos pop más reconocidos de todos los tiempos. Lo hemos visto triunfar en todo tipo de medios, y sus seguidores se cuentan por millones. Sin embargo, hubo una época en la que su popularidad había decaído tanto que los editores de DC Comics llegaron a plantearse la cancelación de Detective Comics.
Fueron unos días terribles de ventas insostenibles que podrían haber supuesto lo peor para el Hombre Murciélago... ¡hasta que llegó el Ventrílocuo y salvó a su enemigo! Evidentemente, esta afirmación tiene muchos matices, pero no por ello deja de ser cierta. En 1987, Detective Comics sobrevivía con dificultad y su editor, Dennis O’Neil, decidió probar suerte con dos autores británicos a los que les ofreció una única historia de dos partes. De esta manera, John Wagner y Alan Grant escribieron el guion del núm. 583 de esta cabecera –que dibujó Norm Breyfogle–. En aquel ejemplar se presentó a un jefe de la mafia llamado el Ventrílocuo que cumplía las órdenes de su títere, un muñeco conocido en los bajos fondos como Scarface. La historia en sí fue extremadamente novedosa para la época y O’Neil se quedó maravillado con ella. Tanto le gustó que ofreció a Wagner y a Grant la posibilidad de escribir Detective Comics de forma regular. El primero terminó abandonando, pero Grant se mantuvo al pie del cañón, haciendo todo lo que estaba en sus manos para salvar una de las cabeceras más importantes de DC Comics. Su empeño se vio recompensado, si bien tuvo algo de ayuda del estreno de la primera película de Tim Burton. Las ventas pasaron de 75.000 a 650.000 ejemplares.
El Ventrílocuo original era Arnold Wesker, un huérfano con serios problemas mentales –entre ellos, personalidades múltiples–. De adulto mató a un hombre y fue a parar a la cárcel. Su compañero de celda le mostró un títere que había hecho él mismo, y Wesker lo asesinó para quedárselo. A partir de entonces, Wesker sacó a la luz su personalidad psicópata a través del muñeco –al que llamó Scarface–, utilizándolo como si este tuviese vida propia. Wesker se convirtió en una pieza clave de la mafia de Gotham City y se enfrentó a Batman en múltiples ocasiones hasta que murió asesinado en las páginas del núm. 818 de Detective Comics.
Tras la muerte de Wesker, el muñeco siguió cometiendo maldades porque sometió a una nueva ventrílocua: Peyton Riley. La sucesora de Wesker continuó el legado de su predecesor y se movió por la mafia, siguiendo las órdenes de Scarface. Finalmente desapareció tras un enfrentamiento y ya no volvimos a saber de ella.
Ahora, Gail Simone nos presenta a una Ventrílocua completamente remozada. Curiosamente, ella ya no queda en segundo plano y es muy posible que dé mucha más guerra que sus predecesores. Aunque quizá no salve a Batman, como otrora hiciera Wesker... tal vez lo mate después de eliminar a Batgirl.
Enrique Ríos
Artículo publicado originalmente en las páginas de Batgirl núm. 5.

Fueron unos días terribles de ventas insostenibles que podrían haber supuesto lo peor para el Hombre Murciélago... ¡hasta que llegó el Ventrílocuo y salvó a su enemigo! Evidentemente, esta afirmación tiene muchos matices, pero no por ello deja de ser cierta. En 1987, Detective Comics sobrevivía con dificultad y su editor, Dennis O’Neil, decidió probar suerte con dos autores británicos a los que les ofreció una única historia de dos partes. De esta manera, John Wagner y Alan Grant escribieron el guion del núm. 583 de esta cabecera –que dibujó Norm Breyfogle–. En aquel ejemplar se presentó a un jefe de la mafia llamado el Ventrílocuo que cumplía las órdenes de su títere, un muñeco conocido en los bajos fondos como Scarface. La historia en sí fue extremadamente novedosa para la época y O’Neil se quedó maravillado con ella. Tanto le gustó que ofreció a Wagner y a Grant la posibilidad de escribir Detective Comics de forma regular. El primero terminó abandonando, pero Grant se mantuvo al pie del cañón, haciendo todo lo que estaba en sus manos para salvar una de las cabeceras más importantes de DC Comics. Su empeño se vio recompensado, si bien tuvo algo de ayuda del estreno de la primera película de Tim Burton. Las ventas pasaron de 75.000 a 650.000 ejemplares.
El Ventrílocuo original era Arnold Wesker, un huérfano con serios problemas mentales –entre ellos, personalidades múltiples–. De adulto mató a un hombre y fue a parar a la cárcel. Su compañero de celda le mostró un títere que había hecho él mismo, y Wesker lo asesinó para quedárselo. A partir de entonces, Wesker sacó a la luz su personalidad psicópata a través del muñeco –al que llamó Scarface–, utilizándolo como si este tuviese vida propia. Wesker se convirtió en una pieza clave de la mafia de Gotham City y se enfrentó a Batman en múltiples ocasiones hasta que murió asesinado en las páginas del núm. 818 de Detective Comics.
Tras la muerte de Wesker, el muñeco siguió cometiendo maldades porque sometió a una nueva ventrílocua: Peyton Riley. La sucesora de Wesker continuó el legado de su predecesor y se movió por la mafia, siguiendo las órdenes de Scarface. Finalmente desapareció tras un enfrentamiento y ya no volvimos a saber de ella.
Ahora, Gail Simone nos presenta a una Ventrílocua completamente remozada. Curiosamente, ella ya no queda en segundo plano y es muy posible que dé mucha más guerra que sus predecesores. Aunque quizá no salve a Batman, como otrora hiciera Wesker... tal vez lo mate después de eliminar a Batgirl.
Enrique Ríos
Artículo publicado originalmente en las páginas de Batgirl núm. 5.