Podría decirse que no hay resorte más efectivo para activar la imaginación que la oscuridad: ausencia de luz que en el contexto adecuado propicia la sustitución de la información que llega a través de nuestras retinas por la evocación de nuestros miedos más irracionales. En su condición de novelista y guionista de cómics, Scott Snyder es plenamente consciente de los mecanismos del terror, ya que buena parte de sus proyectos se encuadran dentro de las coordenadas de dicho género. Y en un arco argumental como Ciudad oscura, saca todo el partido a la literalidad de su título para relatar el proceso por el cual un nuevo villano emerge de las sombras de Gotham… y del olvido de los lectores. Porque la perturbadora criatura cuyo desfigurado rostro pudimos observar el mes pasado fue uno de los primeros villanos a los que se enfrentó el Hombre Murciélago, y su presentación en sociedad data de 1939.

Karl Hellfern —más conocido como el Dr. Muerte— fue creado por Gardner Fox y Bob Kane a imagen y semejanza del arquetipo del científico loco que aprovecha sus vastos conocimientos para labrarse una carrera criminal, y con la idea de convertirlo en el primer supervillano recurrente del Caballero Oscuro. Así, protagonizó una historia en dos partes titulada Batman contra el Dr. Muerte (Detective Comics vol. 1, núms. 29 y 30), centrada en el intento de extorsionar a los ciudadanos más ricos de Gotham, amenazándoles con uno de sus descubrimientos: un agente químico letal desarrollado a partir de un extracto de polen. Como no podía ser de otra forma, Batman intervino para truncar el maquiavélico plan, protagonizando un enfrentamiento contra el Dr. Muerte y su lacayo Jabah causante de una fuerte explosión en el laboratorio del científico. Todo parecía indicar que la recién iniciada carrera criminal de Hellfern había llegado a su fin, pero el personaje regresó en la siguiente entrega de la colección: ayudado por un secuaz llamado Mikhail, el Dr. Muerte intentó retomar su plan original, pero el Cruzado de la Capa dio con su paradero y, no sin antes descubrir que la explosión había desfigurado sus rasgos, lo entregó a las autoridades.
Fue necesario el transcurso de más de cuatro décadas para que volviéramos a tener noticias de este personaje durante los estertores de la Edad de Bronce del cómic americano. En 1982, Gerry Conway y Gene Colan emplearon las páginas de Batman núm. 345 y Detective Comics núm. 512 para plantear una suerte de remake de la historia del Dr. Muerte, introduciendo ligeros cambios en el relato; a saber, el hecho de que Hellfern estuviera postrado en una silla de ruedas y el nombre de su sirviente, rebautizado para la ocasión como Togo. Pero más allá de estos pequeños detalles, el relato seguía girando en torno a su intención de obligar a las clases pudientes de Gotham a que le entregaran cuantiosas sumas de dinero bajo la amenaza de liberar su nociva toxina, ahora en forma de polvo causante del malestar de miles de ciudadanos. Finalmente, Batman logró detener al Dr. Muerte y conseguir el antídoto con el que curar a los gothamitas, remedio que, paradójicamente, provocó una extraña reacción en su inventor.
El periplo criminal de este supervillano experimentó un nuevo paréntesis hasta que el historietista neozelandés Dylan Horrocks (Hicksville) le recuperó durante su etapa
como guionista del primer volumen de la serie regular Batgirl, que por aquel entonces tenía a Cassandra Cain como protagonista. En los números 42-44 y 50 de dicha cabecera (2003-2004), se presentaba a Hellfern como un inventor de armas biológicas, que desempeñaba un pequeño papel en la saga Juegos de guerra como cómplice de Máscara Negra. Nuevamente sometido a cambios en su apariencia —más menudo, alopécico y portador de un respirador—, esta vez sí logró integrarse de forma más duradera en el Universo DC, y se dejó caer por títulos como 52 o Batman durante el período inmediatamente posterior a Crisis Infinita. Ya en 2011, participó en cuatro entregas de Batman: Calles de Gotham, colaborando en un plan de Silencio para arruinar Empresas Wayne. Escrito por el siempre interesante Paul Dini, Hellfern lució gabardina, máscara de gas y un sombrero tipo fedora que recordaban poderosamente a un héroe clásico de la editorial: Wesley Dodds, el Sandman original.
Comprobada la tendencia de este antagonista a ser reinterpretado de forma periódica, parecía tan solo cuestión de tiempo que debutara en el Nuevo Universo DC. Reaparición que implica una ligera variación en su apellido, que al perder una ele también prescinde de sus connotaciones infernales. Ahora conocido como Karl Helfern, en Batman núm. 25 supimos que este científico asalariado de Empresas Wayne es el autor de la patente del suero inyectado a los doctores Del Paji y Bill Kelver, fallecidos como consecuencia del crecimiento descontrolado de sus huesos. Semejante modus operandi, también relacionado con la apariencia del remozado Dr. Muerte, no es sino una metáfora de los temas explorados por el equipo creativo en esta historia, que Snyder analiza del siguiente modo: “Queríamos hacer algo que fuera realmente sorprendente, pero de forma que encajara con lo que sucede en este arco, ya que Ciudad oscura versa sobre cómo se fracturan y recomponen los huesos de la ciudad”. Y para ello, el popular guionista y su inseparable Greg Capullo diseñaron a un personaje “que tiene mucho que ver con el tejido cicatricial, la sanación y las anormalidades óseas” y que sin lugar a dudas, contribuirá a hacer de este un arco argumental “profundamente espeluznante y muy relacionado con el terror, ya que todo sucede en la oscuridad”.
El presente cómic trata de arrojar un poco de luz sobre tanta oscuridad, sugiriendo las motivaciones de Helfern, revelando nuevas pistas sobre su relación con la trama de esta saga y abordando otro de los temas puestos sobre la mesa durante el prolongado flashback que representa Origen: la desconfianza de Bruce Wayne hacia el teniente James Gordon. Solo el tiempo dirá cómo encajan las piezas de este intrincado rompecabezas; pero para tranquilidad de los más impacientes, cabe señalar que el próximo mes obtendremos alguna que otra respuesta...
David Fernández
Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman núm. 26.

Karl Hellfern —más conocido como el Dr. Muerte— fue creado por Gardner Fox y Bob Kane a imagen y semejanza del arquetipo del científico loco que aprovecha sus vastos conocimientos para labrarse una carrera criminal, y con la idea de convertirlo en el primer supervillano recurrente del Caballero Oscuro. Así, protagonizó una historia en dos partes titulada Batman contra el Dr. Muerte (Detective Comics vol. 1, núms. 29 y 30), centrada en el intento de extorsionar a los ciudadanos más ricos de Gotham, amenazándoles con uno de sus descubrimientos: un agente químico letal desarrollado a partir de un extracto de polen. Como no podía ser de otra forma, Batman intervino para truncar el maquiavélico plan, protagonizando un enfrentamiento contra el Dr. Muerte y su lacayo Jabah causante de una fuerte explosión en el laboratorio del científico. Todo parecía indicar que la recién iniciada carrera criminal de Hellfern había llegado a su fin, pero el personaje regresó en la siguiente entrega de la colección: ayudado por un secuaz llamado Mikhail, el Dr. Muerte intentó retomar su plan original, pero el Cruzado de la Capa dio con su paradero y, no sin antes descubrir que la explosión había desfigurado sus rasgos, lo entregó a las autoridades.
Fue necesario el transcurso de más de cuatro décadas para que volviéramos a tener noticias de este personaje durante los estertores de la Edad de Bronce del cómic americano. En 1982, Gerry Conway y Gene Colan emplearon las páginas de Batman núm. 345 y Detective Comics núm. 512 para plantear una suerte de remake de la historia del Dr. Muerte, introduciendo ligeros cambios en el relato; a saber, el hecho de que Hellfern estuviera postrado en una silla de ruedas y el nombre de su sirviente, rebautizado para la ocasión como Togo. Pero más allá de estos pequeños detalles, el relato seguía girando en torno a su intención de obligar a las clases pudientes de Gotham a que le entregaran cuantiosas sumas de dinero bajo la amenaza de liberar su nociva toxina, ahora en forma de polvo causante del malestar de miles de ciudadanos. Finalmente, Batman logró detener al Dr. Muerte y conseguir el antídoto con el que curar a los gothamitas, remedio que, paradójicamente, provocó una extraña reacción en su inventor.
El periplo criminal de este supervillano experimentó un nuevo paréntesis hasta que el historietista neozelandés Dylan Horrocks (Hicksville) le recuperó durante su etapa
como guionista del primer volumen de la serie regular Batgirl, que por aquel entonces tenía a Cassandra Cain como protagonista. En los números 42-44 y 50 de dicha cabecera (2003-2004), se presentaba a Hellfern como un inventor de armas biológicas, que desempeñaba un pequeño papel en la saga Juegos de guerra como cómplice de Máscara Negra. Nuevamente sometido a cambios en su apariencia —más menudo, alopécico y portador de un respirador—, esta vez sí logró integrarse de forma más duradera en el Universo DC, y se dejó caer por títulos como 52 o Batman durante el período inmediatamente posterior a Crisis Infinita. Ya en 2011, participó en cuatro entregas de Batman: Calles de Gotham, colaborando en un plan de Silencio para arruinar Empresas Wayne. Escrito por el siempre interesante Paul Dini, Hellfern lució gabardina, máscara de gas y un sombrero tipo fedora que recordaban poderosamente a un héroe clásico de la editorial: Wesley Dodds, el Sandman original.
Comprobada la tendencia de este antagonista a ser reinterpretado de forma periódica, parecía tan solo cuestión de tiempo que debutara en el Nuevo Universo DC. Reaparición que implica una ligera variación en su apellido, que al perder una ele también prescinde de sus connotaciones infernales. Ahora conocido como Karl Helfern, en Batman núm. 25 supimos que este científico asalariado de Empresas Wayne es el autor de la patente del suero inyectado a los doctores Del Paji y Bill Kelver, fallecidos como consecuencia del crecimiento descontrolado de sus huesos. Semejante modus operandi, también relacionado con la apariencia del remozado Dr. Muerte, no es sino una metáfora de los temas explorados por el equipo creativo en esta historia, que Snyder analiza del siguiente modo: “Queríamos hacer algo que fuera realmente sorprendente, pero de forma que encajara con lo que sucede en este arco, ya que Ciudad oscura versa sobre cómo se fracturan y recomponen los huesos de la ciudad”. Y para ello, el popular guionista y su inseparable Greg Capullo diseñaron a un personaje “que tiene mucho que ver con el tejido cicatricial, la sanación y las anormalidades óseas” y que sin lugar a dudas, contribuirá a hacer de este un arco argumental “profundamente espeluznante y muy relacionado con el terror, ya que todo sucede en la oscuridad”.
El presente cómic trata de arrojar un poco de luz sobre tanta oscuridad, sugiriendo las motivaciones de Helfern, revelando nuevas pistas sobre su relación con la trama de esta saga y abordando otro de los temas puestos sobre la mesa durante el prolongado flashback que representa Origen: la desconfianza de Bruce Wayne hacia el teniente James Gordon. Solo el tiempo dirá cómo encajan las piezas de este intrincado rompecabezas; pero para tranquilidad de los más impacientes, cabe señalar que el próximo mes obtendremos alguna que otra respuesta...
David Fernández
Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman núm. 26.