De Diego Cuevas
La silueta de los héroes la esculpen sus enemigos. Y existen pocos lugares más adecuados para cincelar al justiciero que la ciudad de Gotham, la urbe cuyas aceras conforman el terreno ideal para que germine el mal. En 2022, la película The Batman, de Matt Reeves, donde Robert Pattinson vestía la capa del superhéroe, se presentó inspirada por viñetas tan legendarias del Hombre Murciélago como las de Batman: El largo Halloween, Batman: Ego o Batman: Año uno. Al mismo tiempo, aquella cinta asfaltó una nueva Gotham donde la sorpresa fue la reinterpretación de un villano clásico: el mayor enigma de The Batman resultó ser el Acertijo. Un enemigo que abandonó los sombreros, la licra con interrogantes estampados y las corbatas chillonas de encarnaciones anteriores para adoptar una presencia subterránea, emparentada con horrores del mundo real.
La estampa de un psicópata enfundado en una parka militar, marcado con el dibujo nervioso de un signo de interrogación en el ojo de una mirilla y escondido tras una máscara de verdugo y unas gafas de pasta que lo humanizan de manera perturbadora. Una imagen emparentada directamente con el asesino del Zodíaco que aterrorizó Norteamérica a finales de los sesenta. El nuevo Acertijo llegó interpretado por Paul Dano y seguía barajando acertijos, pero ahora producía escalofríos con solo desenrollar la cinta de embalar. Aunque lo más insólito de todo era su naturaleza: el actor no solo se había metido en la piel del Acertijo para la pantalla, sino también en su cabeza para las viñetas.
El Acertijo: Año uno se presenta como una miniserie que explora la transformación gradual del insignificante oficinista Edward Nashton hasta convertirse en el desbocado villano titular. Se trata de una historia de orígenes, extraordinaria y sorprendente en su gestación al haber sido guionizada por el propio Dano, e incubada de manera orgánica y paralela a la película de la que ejerce como precuela. Y todo por culpa de la escru- pulosa metodología de trabajo del actor: “Al preparar un papel, uno de los pasos más importantes para mí es dotarlo de una historia previa”, revelaba Dano, “y operar directamente desde su subconsciente”. El intérprete acostumbraba a escribir diarios ficticios de sus personajes para explorar su pasado, pero en el caso del Acertijo sus apuntes se arrastraron por las oscuridades de la infecciosa Gotham adoptando formas narrativas del cómic. Inicialmente, Dano perfiló el origen del villano en secreto, pero tras compartirlo con el director de The Batman, ambos intuyeron una obra memorable. “La idea siempre fue crear un cómic, nunca una serie u otra película. Porque el medio ofrece una forma interesante de trabajar el monólogo interno. [...] La primera conversación que tuve con Reeves sobre el personaje se centró en las dos caras de su trauma. Siempre he visto este relato como una historia de terror emocional.”
Para vestir la locura de Edward, Dano seleccionó personalmente el pincel del dibujante croata Stevan Subic, debutante en el Universo DC. Sobre el papel, ambos perfilan a un contable desencantado, repudiado por la sociedad y aterrorizado por las calles de Gotham. Una criatura en apariencia inofensiva, aquejada de extrañas visiones, con pensamientos suicidas e incapaz de entender por qué el resto de habitantes fracturados por esa ciudad enferma no se plantean arrojarse a las vías del tren. Un hombre brillante solucionando puzles, que en toda su vida solo ha recibido reconocimiento en los mundos virtuales, resolviendo acertijos de manera anónima en Internet, y que interactúa con terceros a través una comunidad online bautizada “nigma.org” a modo de guiño travieso. Alguien que tras descubrir una sociedad corrupta, se obsesiona con Batman considerando que ambos están sintonizados en un mismo fin. Narrado con destreza en primera persona, El Acertijo: Año uno propone asomarse al viaje oscuro de un alma abollada, a la que las estructuras empresariales y sociales empujan hacia el pozo.
El trazo inquieto de Subic juega a introducir al lector en una mente trastornada, haciéndolo testigo de sus visiones alucinadas, sus obsesiones garabateadas sobre informes de contabilidad o la percepción sucia y pegajosa de su existencia. La paleta de colores que el artista aplica a las viñetas danza por momentos entre lo fantasmagórico y lo sangrante, acentuando la atmósfera de enloquecimiento. El conjunto es una fábula oscura, una reflexión sobre la naturaleza y el origen de la maldad. “Si la película The Batman es un viaje desde la venganza hacia la esperanza, El Acertijo: Año uno podría ser todo lo contrario. Una travesía interesante y retorcida.” Porque el mayor enigma del mal siempre ha sido el camino que conduce a él. --(DC)