Eccediciones

El ojo que todo lo ve

El mundo humano es un lugar rebosante de secretos, de sentimientos reprimidos, de traumas inconfesables y de errores monumentales. Tomando como base esa tormenta de emociones que supone una sociedad formada por toda clase de individuos en conflicto, el género negro cuenta con una inagotable fuente de inspiración que apenas requiere de cierta dedicación a la hora de observar la sociedad y algo de imaginación para ver más allá de lo obvio y atar los cabos sueltos. 100 Balas puede presumir de haber conseguido convertirse en una de las obras clave en el género, y sin duda en uno de los cómics de larga duración más destacables del sello Vertigo.

La clave del éxito de 100 Balas se encuentra en el equipo artístico que la desarrolló a lo largo de casi 10 años, 100 números sin fisuras ni distracciones publicados entre agosto de 1999 y abril de 2009, con Brian Azzarello en los guiones y Eduardo Risso en los dibujos, ambos también figurando como creadores de la serie, y acompañados por las icónicas portadas de Dave Johnson. 100 Balas no es ni mucho menos el primer trabajo que desarrollaron juntos Azzarello y Risso, pues anteriormente colaboraron por primera vez en la miniserie de 4 números Jonny Double, publicada también bajo el manto protector del sello Vertigo en los últimos meses de 1998. En ella retomaban un viejo personaje creado por Len Wein y Marv Wolfman, un detective privado que se ve envuelto en una trama criminal sembrada de violencia y giros inesperados. La miniserie fue un pequeño éxito en su momento que se ha ido reeditando con el tiempo, tal vez por su valor testimonial como piedra fundacional de la obra del dúo Azzarello/Risso. Su siguiente trabajo juntos sería la obra que tienes en tus manos, 100 Balas, esta vez sin más creadores que ellos mismos, y con un ambicioso plan de varios años de desarrollo por delante, pero manteniendo su interés (y potenciando con creces) por el género negro y el mundo criminal. Cuando se acercaban al ecuador de 100 Balas, el dúo desarrolló una breve etapa en la serie homónima de Batman, entre los números 620-625 (diciembre de 2003 a mayo de 2004), una saga titulada Ciudad Rota (Broken City en su edición original) que centraba su atención en las dotes detestivescas de un Batman que investiga el asesinato de una joven rodeada de secretos. Curiosamente el siguiente trabajo del dúo, con la publicación de 100 Balas ya concluida, sería en la sobresaliente miniserie de 3 números que podéis leer íntegramente en el especial Batman: Flashpoint – El Caballero de la Venganza publicado por ECC Ediciones, una historia alternativa del origen de Batman y el Joker englobada dentro del macroevento Flashpoint que daría lugar al actual nUDC, y en la que una vez más el sabor amargo del submundo criminal de Gotham es el protagonista. No mucho después regresarían a Vertigo con la miniserie de 9 números Spaceman, también publicada íntegramente en un tomo por ECC Ediciones, una obra que toma como base la ciencia-ficción apocalíptica, aunque incorpore alguno de los elementos clásicos del dúo como el comentario social y el misterio. Y así llegamos hasta el día de hoy, cuando el dúo vuelve a reunirse para realizar una serie derivada de la propia 100 Balas... de la que es mejor no revelar nada por el momento, en consideración de los lectores primerizos de la serie que nos ocupa.

Al margen de sus autores otra de las claves del éxito de 100 Balas lo encontramos en su estructura aparentemente episódica: cada pocos números se nos presenta un protagonista, una historia personal distinta emparejada con el misterio de cómo actuará esa persona ante la posibilidad de vengarse por algo que arruinó su vida y salir impune. Con 100 números por delante, la constante renovación de los personajes parecía una buena idea, pero lo cierto es que a medida que uno avanza en la lectura de la serie va descubriendo que muchas de esas historias se entrecruzan (basta con ver la presentación de Lono en una secuencia de acción secundaria en el número 5) y dan forma a una historia mayor, que termina por convertirse en el motor principal de la trama. Como resultado final, atar cabos termina por convertirse en uno de los pasatiempos preferidos del lector, como en todo buen misterio. Por último contamos con el realismo sucio de 100 Balas, tanto en la parte escrita como en la artística: los diálogos se basan directamente en el lenguaje de los bajos fondos cuando deben hacerlo, sin censuras de ningún tipo, y siempre son cortantes y llenos de carácter, subrayando la rotundidad de una presentación gráfica salpicada de rostros adustos y diseños realistas, sea con las armas, la ambientación de las distintos escenarios, o simplemente con el vestuario. Sirva como ejemplo del minucioso trabajo de documentación la secuencia en la que el padre de Loop Hughes prepara el artefacto incendiario, un momento que incluso parece mostrar un espíritu documental cercano a dramas policiales tan celebrados como The Shield o The Wire. Nosotros como lectores tenemos la excepcional oportunidad de ser testigos de los manejos de unos y otros, apostar por un bando y observar cómo se desarrollan los acontecimientos, o vernos reflejados en alguna de las muchas historias humanas que pueblan esta joya del Noveno Arte.

En estos dos volúmenes publicados hemos conocido a un buen montón de candidatos del Agente Graves, unos aptos como Dizzy Córdova, y otros completamente ineptos como Lee Dolan. Éste es sólo el principio de una obra monumental, apenas hemos disparado 20 de esas 100 Balas, y podemos afirmar sin lugar a error que apenas vislumbramos la proverbial punta del iceberg. ¿Qué sucedió con anterioridad a nuestro primer encuentro con el Agente Graves? ¿Cuál es la relación exacta entre este y el Sr. Sheppard? ¿Exactamente cómo de poderosos son gente como los Dietrich y los Medici y la organización a la que pertenecen, el gargantuesco Trust? ¿Hay más agentes como Cole esperando a ser arrancados de su vida basada en falsos recuerdos? Muchas preguntas que obtendrán respuesta a su debido momento... a balazo limpio.

David Chaiko

Artículo originalmente publicado en las páginas de 100 Balas núm. 2.