Eccediciones
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El náufrago y el muro

Ni siquiera Amanda Waller es capaz de poner coto a la naturaleza autodestructiva del Escuadrón Suicida, un grupo condenado a una huida hacia delante de métodos más expeditivos, acciones más violentas y miembros todavía más siniestros. Este tomo es un perfecto ejemplo de ello: a medida que las misiones ganan en crudeza y las tensiones afloran, Waller aprieta aún más las tuercas del grupo, aumenta la disciplina hasta llegar a extremos crueles.

“El Muro” es una mujer experimentada y sabe que no todo se consigue con jarabe de palo. Cuando un corral está muy revuelto, lo mejor es introducir en él un elemento que lo calme. Un gallo, por ejemplo, más grande y más violento que el anterior. Evidentemente, el anterior gallo y el nuevo pelearán. Por controlar su territorio, por demostrar quién es el más fuerte. Y ya podéis imaginar cómo terminan esta clase de enfrentamientos. El ganador se lo lleva todo. El perdedor... Bueno, a nadie le gusta un perdedor. ¿Verdad?
Deadshot no está loco: solo se vio inclinado hacia las compañías más peligrosas —la atractiva Harley Quinn, peligrosa y volátil—, dentro del grupo equivocado —el Escuadrón Suicida—, dentro de la facción con un mayor porcentaje de chalados —los villanos del Universo DC—. Deadshot contempla cómo el oscuro mundo en el que se ha visto encerrado se viene abajo porque está en su propia esencia ser imposible de controlar. Es un náufrago que de tanto navegar por las aguas más turbulentas, ahora se encuentra en un islote del que no está seguro de poder salir jamás.

Deadshot no está loco. Y por eso cuando las costuras que mantienen unido el Escuadrón Suicida se empiecen a deshilachar una a una, podrá apreciar su macabro destino con todo detalle. Siendo perfectamente consciente de ello. Exactamente igual que tú.

Alberto Morán Roa

Artículo originalmente publicado en las páginas de Escuadrón Suicida: Discipina y castigo.