El historiador Antonio Martín ha escrito, a propósito de Superman, que su aparición en 1938 “constituye el inicio de una nueva mitología”. En efecto, el kryptoniano rompió con el molde de los héroes tradicionales del folclore estadounidense (como Paul Bunyam o Davy Crockett). Su figura incorporaba los elementos de la cultura popular de su época. Y lo hacía de una forma que resultaba atractiva y novedosa. Curiosamente, sus creadores —los jóvenes Jerry Siegel y Joe Shuster—habían pasado años intentando vender el concepto a alguna agencia de prensa para que esta distribuyera la serie en forma de tira diaria. Pero el formato con que triunfaron las aventuras del Hombre de Acero fue el de los incipientes comic books. La irrupción de este superhombre en el primer número de Action Comics fundó, a la vez, una industria y un género que arraigaron con firmeza en el mercado estadounidense y perviven con fuerza en la actualidad.
Los primeros comic books (término que, libremente traducido, significa “revista de historietas”) salieron al mercado a principios de los años treinta. Eran recopilaciones de tiras cómicas previamente aparecidas en la prensa diaria. Pero, en 1935, el editor Malcolm Wheeler-Nicholson ideó una revista compuesta íntegramente por historietas originales: New Fun, impresa bajo el sello National Allied Publications (que integró después la compañía DC). Entre otros autores, publicó allí a unos jovencísimos Siegel y Shuster (que firmaron series como Henri Duval o Doctor Occult). La fórmula de Wheeler-Nicholson prosperó y dio origen a revistas como Detective Comics (1937) y, más tarde, Action Comics. Sin embargo, estas publicaciones necesitaban un héroe que les sirviera de estandarte. Y ese papel lo jugó Superman.
Siegel y Shuster habían concebido una primera versión del Hombre de Acero para un relato en prosa titulado The Reign of the Superman, publicado en el fanzine Science Fiction en 1933. Aquella primera caracterización acusaba el influjo de otros superhombres de la literatura pulp como John Carter, Doc Savage o el Hugo Danner de la novela Gladiator de Philip Wylie. Después, los autores refinaron el concepto con el objetivo de crear una serie para la prensa. Idearon el origen extraterrestre, la doble identidad, la capa, la emblemática “S” del pecho y los poderes milagrosos. A finales de 1934, existía ya un puñado de tiras que quedaron inéditas hasta 1938, cuando el editor Vin Sullivan las incluyó en Action Comics (convenientemente adaptadas al formato de la revista).
El éxito de Superman fundó la industria de los superhéroes y generó un alud de nuevos justicieros con o sin poderes (entre otros, Batman, Wonder Woman, Green Lantern y Flash). En muy poco tiempo, el personaje conquistó la prensa, la radio, el cine, la televisión y los dibujos animados (con un serial prodigioso firmado por los hermanos Max y Dave Fleischer). En el ámbito de los tebeos, el kryptoniano multiplicó sus apariciones. Pronto mereció un título propio llamado Superman (1939). También figuró en All-Star Comics (como miembro honorario de la Sociedad de la Justicia) y en World’s Finest Comics (donde compartía espacio con Batman y otros héroes del Universo DC).
Desde mediados de los años cuarenta, el editor Mort Weisinger se hizo cargo de los títulos relacionados con Superman. A partir de entonces, el universo del kryptoniano se expandió geométricamente hasta formar un cosmos vasto y riquísimo, a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía desbocada. Su etapa estuvo marcada por la aparición de decenas de personajes, como Supergirl, Krypto el superperro, la ciudad embotellada de Kandor (con su población microscópica), la Zona Fantasma, la Legión de Superhéroes o el concepto de “Historia Imaginaria”. Entre los años cuarenta y sesenta, guionistas de primer orden como Edmond Hamilton u Otto Binder generaron cientos de historias imaginativas que dibujaron autores como Wayne Boring, Al Plastino o Curt Swan. Este último instituyó la imagen clásica del Hombre de Acero, que pervivió desde los años sesenta hasta mediados de los ochenta.
En 1971, Swan fue el artista elegido por el editor Julius Schwartz para dibujar un arco argumental de 12 episodios escrito por Dennis O’Neil (y publicado en Superman) que revitalizaron al superhéroe y lo adecuaron al mundo de los setenta. La nueva imagen de Clark Kent —convertido ahora en reportero de televisión— fue explotada especialmente por el guionista Cary Bates. Pero también por Marv Wolfman y Gil Kane (que firmaron un puñado de episodios memorables entre 1983 y 1985), y por el guionista Alan Moore, cuya historia en dos partes ¿Qué fue del Hombre del Mañana? (1986) puso punto final (¡y de qué manera!) a la etapa clásica del personaje.
En 1986, el autor anglo-canadiense John Byrne hizo borrón y cuenta nueva de la historia del personaje para remodelarlo y adecuar su imagen a los años ochenta. El resultado fue un exitoso relanzamiento que avivó el interés por el kryptoniano y que solo fue superado por La muerte de Superman (1992), arco argumental que marcó un antes y un después en la trayectoria del Hombre de Acero. No obstante, las noticias sobre su muerte fueron exageradas y, a día de hoy, prosigue sus aventuras con buena salud. Más rápido que una bala, más poderoso que una locomotora. Mirad al cielo. ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡Es...!
Jorge García
Artículo publicado en las primeras páginas de Action Comics (1938-2013): 75 años de Superman ¡Ya a la venta!
Previa de Action Comics (1938-2013): 75 años de Superman
Los primeros comic books (término que, libremente traducido, significa “revista de historietas”) salieron al mercado a principios de los años treinta. Eran recopilaciones de tiras cómicas previamente aparecidas en la prensa diaria. Pero, en 1935, el editor Malcolm Wheeler-Nicholson ideó una revista compuesta íntegramente por historietas originales: New Fun, impresa bajo el sello National Allied Publications (que integró después la compañía DC). Entre otros autores, publicó allí a unos jovencísimos Siegel y Shuster (que firmaron series como Henri Duval o Doctor Occult). La fórmula de Wheeler-Nicholson prosperó y dio origen a revistas como Detective Comics (1937) y, más tarde, Action Comics. Sin embargo, estas publicaciones necesitaban un héroe que les sirviera de estandarte. Y ese papel lo jugó Superman.
Siegel y Shuster habían concebido una primera versión del Hombre de Acero para un relato en prosa titulado The Reign of the Superman, publicado en el fanzine Science Fiction en 1933. Aquella primera caracterización acusaba el influjo de otros superhombres de la literatura pulp como John Carter, Doc Savage o el Hugo Danner de la novela Gladiator de Philip Wylie. Después, los autores refinaron el concepto con el objetivo de crear una serie para la prensa. Idearon el origen extraterrestre, la doble identidad, la capa, la emblemática “S” del pecho y los poderes milagrosos. A finales de 1934, existía ya un puñado de tiras que quedaron inéditas hasta 1938, cuando el editor Vin Sullivan las incluyó en Action Comics (convenientemente adaptadas al formato de la revista).
El éxito de Superman fundó la industria de los superhéroes y generó un alud de nuevos justicieros con o sin poderes (entre otros, Batman, Wonder Woman, Green Lantern y Flash). En muy poco tiempo, el personaje conquistó la prensa, la radio, el cine, la televisión y los dibujos animados (con un serial prodigioso firmado por los hermanos Max y Dave Fleischer). En el ámbito de los tebeos, el kryptoniano multiplicó sus apariciones. Pronto mereció un título propio llamado Superman (1939). También figuró en All-Star Comics (como miembro honorario de la Sociedad de la Justicia) y en World’s Finest Comics (donde compartía espacio con Batman y otros héroes del Universo DC).
Desde mediados de los años cuarenta, el editor Mort Weisinger se hizo cargo de los títulos relacionados con Superman. A partir de entonces, el universo del kryptoniano se expandió geométricamente hasta formar un cosmos vasto y riquísimo, a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía desbocada. Su etapa estuvo marcada por la aparición de decenas de personajes, como Supergirl, Krypto el superperro, la ciudad embotellada de Kandor (con su población microscópica), la Zona Fantasma, la Legión de Superhéroes o el concepto de “Historia Imaginaria”. Entre los años cuarenta y sesenta, guionistas de primer orden como Edmond Hamilton u Otto Binder generaron cientos de historias imaginativas que dibujaron autores como Wayne Boring, Al Plastino o Curt Swan. Este último instituyó la imagen clásica del Hombre de Acero, que pervivió desde los años sesenta hasta mediados de los ochenta.
En 1971, Swan fue el artista elegido por el editor Julius Schwartz para dibujar un arco argumental de 12 episodios escrito por Dennis O’Neil (y publicado en Superman) que revitalizaron al superhéroe y lo adecuaron al mundo de los setenta. La nueva imagen de Clark Kent —convertido ahora en reportero de televisión— fue explotada especialmente por el guionista Cary Bates. Pero también por Marv Wolfman y Gil Kane (que firmaron un puñado de episodios memorables entre 1983 y 1985), y por el guionista Alan Moore, cuya historia en dos partes ¿Qué fue del Hombre del Mañana? (1986) puso punto final (¡y de qué manera!) a la etapa clásica del personaje.
En 1986, el autor anglo-canadiense John Byrne hizo borrón y cuenta nueva de la historia del personaje para remodelarlo y adecuar su imagen a los años ochenta. El resultado fue un exitoso relanzamiento que avivó el interés por el kryptoniano y que solo fue superado por La muerte de Superman (1992), arco argumental que marcó un antes y un después en la trayectoria del Hombre de Acero. No obstante, las noticias sobre su muerte fueron exageradas y, a día de hoy, prosigue sus aventuras con buena salud. Más rápido que una bala, más poderoso que una locomotora. Mirad al cielo. ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡Es...!
Jorge García
Artículo publicado en las primeras páginas de Action Comics (1938-2013): 75 años de Superman ¡Ya a la venta!
Previa de Action Comics (1938-2013): 75 años de Superman