Este cómic trata sobre vidas que terminan convertidas en mierda. Es divertido.
Imagino que muchos de los que sostenéis este cómic en vuestras manos, o entre las piernas o lo que sea, conocéis a Ennis y Dillon de Predicador, que, además de ser la mejor serie regular que se publica actualmente, es tremendamente divertida. Este cómic también tiene sus partes graciosas: las bromas sobre meados y la pizca de mierda de conejo son las risas enlatadas de Predicador. Supongo que el resto de vosotros habréis hojeado este tomo y estaréis teniendo problemas con el hecho de que yo considere graciosas cosas como la muerte de la esperanza, las palizas horribles, los asesinatos desagradables, las traiciones sexuales, la masacre del amor y el cruel horror religioso. Chungo. Garth y Steve se sienten cómodos con esos temas. Puede que sea humor muy negro, pero al menos se detienen a dibujar una polla en la pared mientras lo ejecutan.
Garth Ennis es el irlandés que empezó a escribir cómics para poder escapar de la universidad, y que consideraba a los estudiantes con los que estaba encerrado como “una panda de capullos”. Mientras escribo esto, el cabrón acaba de empezar un viaje de un mes a través de Estados Unidos con su colega Jeff, mientras yo estoy encerrado en mi castillo de Essex escribiendo la introducción de este cómic. La vida del mundo del cómic es muy dura.
Steve Dillon ha estado dibujando cómics de forma profesional desde que tenía cuatro años. Tiene como 85 hijos y vive en Luton, porque alguien tiene que hacerlo.
Este cómic marca el inicio de su colaboración. Garth ya llevaba un par de años guionizando Hellblazer, disfrutando enormemente de hacer que Will Simpson, el anterior dibujante, ilustrara cosas asquerosas. Will, un dibujante excelente, respondió valerosa y profesionalmente, como hace siempre, pero su corazón nunca estuvo en el terror. Will es un hombre muy majo, así que sus días no están consumidos con sueños de claret gratuito y realeza destripada. Era un trabajo muy bueno, pero lo que aportó Steve al cómic, además de su fenomenal habilidad narrativa (y creo que ahora mismo no hay mejor narrador que Steve Dillon en el mundo del cómic mensual), fue un gusto total por la carne castigada y la piel rajada. Supongo que cuando has trabajado tanto tiempo para editoriales británicas como ha hecho Steve desarrollas un gusto más elevado y fino por esas cosas. Siendo como es, Garth respondió de la única manera que podía: subiendo el volumen.
Pero antes de avanzar demasiado por ahí, merece la pena dedicar unos momentos al otro personaje importante de este cómic: John Constantine. Frecuentemente presentado como un investigador místico en una especie de tradición chandleriana corrupta –el Caballero de la Sociedad cabalgando contra la Locura Mala de la oscuridad–, John es uno de los personajes más complejos de la ficción de terror. Más que un Philip Marlowe con un equipo mágico, John es más bien el Cabrón de la Sociedad, encerrado en un mundo que odia, cabreado y retorcido, y que lleva una ética pequeña y envenenada pegada al pecho. Y, posiblemente, ese último punto es lo único que le hace diferente al resto. Eso es lo que le hace despertarse con ira y acostarse con ella. Esa vocecilla que dice “joder a la gente está mal” y “nadie más debería vivir así”.
En la (¡Dios!, casi ha pasado una) década que ha transcurrido desde su creación, John Constantine ha pasado de ser el joven inglés ocultista de la visión inicial de Alan Moore al adicto a la adrenalina atribulado y envejecido de la escritura deprimentemente poética de Jamie Delano, que creció aplastado por el peso abrumador de su horrible vida durante los 40 episodios a menudo brillantes de Jamie. La fuerza del personaje, que ha permanecido como el mismo hombre pese a haber sido visto a través de los ojos de dos o tres guionistas diferentes, es que es un altavoz tremendo para la ira.
El episodio final de la etapa de Jamie nos mostró a John encontrando cierto cierre personal, al dirigir finalmente su rabia hacia el interior. En cuanto Garth se puso en marcha –y Miedo y asco marca realmente el momento en que Garth alcanzó su máxima velocidad en Hellblazer– John Constantine, jodido y con 40 años, se enfadó con todo. Funciona porque a John se le dan claramente cosas que merecen ser protegidas del mundo. En este cómic, su ancla y su grial es su novia Kit. Ella, que también es una buena pieza compleja y es superior a John en casi todo, es otra faceta de la mujer fuerte e inteligente que Garth ha estado escribiendo (puede que inconscientemente) desde su primera obra, Troubled Souls, hasta Predicador. El mundo en el que él quiere vivir con ella se simboliza con el broche de la amistad, otro de los grandes temas de la etapa de Garth en Hellblazer y que se muestra aún mejor en el “número de la fiesta” que contiene este tomo.
¿De qué protege John esas cosas? De la Autoridad. Con “A” mayúscula. Estas son historias sobre lo que le hace la autoridad a la gente, sobre el veneno que hay en sus cimientos. Puedes sustituir Autoridad por Gobierno, por Sistema o incluso por Dios, y significará lo mismo: alguien ejerciendo un control que no se ha ganado ni se merece, y que convierte las vidas de la gente en una mierda básicamente porque le apetece. Es aquí donde Garth y Steve encontraron la ira: en gente que usa nuestro miedo contra nosotros, encerrándonos en la negra prisión de hierro de la mediocridad y la ignorancia.
Lo que viene a continuación está entre los mejores trabajos de terror de los años noventa. Mantiene las conexiones ocultistas, pero lo que lo separa del resto de las “fantasías oscuras” tristes y cansinas que encontrarás en la estantería junto a este tomo es su claro conocimiento de que el auténtico horror está perpetrado no por monstruos de pantomima vergonzante ni por cosas pálidas vestidas de negro y con nombres ridículos. El auténtico horror solo proviene de la gente. Solo de la gente. Es la cosa más terrorífica del mundo.
Esperad, dejadme que mire... vale, ¿dónde está la lista? Ya he cubierto bas-tante bien la parte de “conozco a Garth y por eso escribo esto”, he hecho la pequeña biografía rápida, he hecho la parte de historia y la parte de crítica literaria cutre, he alabado a Garth y Steve para que me inviten a copas... vale, he terminado. Ahora, poneos a leer el puto cómic.
Warren Ellis
Southend
Agosto de 1996
Artículo publicado originalmente como introducción de Hellblazer: Garth Ennis vol. 2 (de 3).

Imagino que muchos de los que sostenéis este cómic en vuestras manos, o entre las piernas o lo que sea, conocéis a Ennis y Dillon de Predicador, que, además de ser la mejor serie regular que se publica actualmente, es tremendamente divertida. Este cómic también tiene sus partes graciosas: las bromas sobre meados y la pizca de mierda de conejo son las risas enlatadas de Predicador. Supongo que el resto de vosotros habréis hojeado este tomo y estaréis teniendo problemas con el hecho de que yo considere graciosas cosas como la muerte de la esperanza, las palizas horribles, los asesinatos desagradables, las traiciones sexuales, la masacre del amor y el cruel horror religioso. Chungo. Garth y Steve se sienten cómodos con esos temas. Puede que sea humor muy negro, pero al menos se detienen a dibujar una polla en la pared mientras lo ejecutan.
Garth Ennis es el irlandés que empezó a escribir cómics para poder escapar de la universidad, y que consideraba a los estudiantes con los que estaba encerrado como “una panda de capullos”. Mientras escribo esto, el cabrón acaba de empezar un viaje de un mes a través de Estados Unidos con su colega Jeff, mientras yo estoy encerrado en mi castillo de Essex escribiendo la introducción de este cómic. La vida del mundo del cómic es muy dura.
Steve Dillon ha estado dibujando cómics de forma profesional desde que tenía cuatro años. Tiene como 85 hijos y vive en Luton, porque alguien tiene que hacerlo.
Este cómic marca el inicio de su colaboración. Garth ya llevaba un par de años guionizando Hellblazer, disfrutando enormemente de hacer que Will Simpson, el anterior dibujante, ilustrara cosas asquerosas. Will, un dibujante excelente, respondió valerosa y profesionalmente, como hace siempre, pero su corazón nunca estuvo en el terror. Will es un hombre muy majo, así que sus días no están consumidos con sueños de claret gratuito y realeza destripada. Era un trabajo muy bueno, pero lo que aportó Steve al cómic, además de su fenomenal habilidad narrativa (y creo que ahora mismo no hay mejor narrador que Steve Dillon en el mundo del cómic mensual), fue un gusto total por la carne castigada y la piel rajada. Supongo que cuando has trabajado tanto tiempo para editoriales británicas como ha hecho Steve desarrollas un gusto más elevado y fino por esas cosas. Siendo como es, Garth respondió de la única manera que podía: subiendo el volumen.
Pero antes de avanzar demasiado por ahí, merece la pena dedicar unos momentos al otro personaje importante de este cómic: John Constantine. Frecuentemente presentado como un investigador místico en una especie de tradición chandleriana corrupta –el Caballero de la Sociedad cabalgando contra la Locura Mala de la oscuridad–, John es uno de los personajes más complejos de la ficción de terror. Más que un Philip Marlowe con un equipo mágico, John es más bien el Cabrón de la Sociedad, encerrado en un mundo que odia, cabreado y retorcido, y que lleva una ética pequeña y envenenada pegada al pecho. Y, posiblemente, ese último punto es lo único que le hace diferente al resto. Eso es lo que le hace despertarse con ira y acostarse con ella. Esa vocecilla que dice “joder a la gente está mal” y “nadie más debería vivir así”.
En la (¡Dios!, casi ha pasado una) década que ha transcurrido desde su creación, John Constantine ha pasado de ser el joven inglés ocultista de la visión inicial de Alan Moore al adicto a la adrenalina atribulado y envejecido de la escritura deprimentemente poética de Jamie Delano, que creció aplastado por el peso abrumador de su horrible vida durante los 40 episodios a menudo brillantes de Jamie. La fuerza del personaje, que ha permanecido como el mismo hombre pese a haber sido visto a través de los ojos de dos o tres guionistas diferentes, es que es un altavoz tremendo para la ira.
El episodio final de la etapa de Jamie nos mostró a John encontrando cierto cierre personal, al dirigir finalmente su rabia hacia el interior. En cuanto Garth se puso en marcha –y Miedo y asco marca realmente el momento en que Garth alcanzó su máxima velocidad en Hellblazer– John Constantine, jodido y con 40 años, se enfadó con todo. Funciona porque a John se le dan claramente cosas que merecen ser protegidas del mundo. En este cómic, su ancla y su grial es su novia Kit. Ella, que también es una buena pieza compleja y es superior a John en casi todo, es otra faceta de la mujer fuerte e inteligente que Garth ha estado escribiendo (puede que inconscientemente) desde su primera obra, Troubled Souls, hasta Predicador. El mundo en el que él quiere vivir con ella se simboliza con el broche de la amistad, otro de los grandes temas de la etapa de Garth en Hellblazer y que se muestra aún mejor en el “número de la fiesta” que contiene este tomo.
¿De qué protege John esas cosas? De la Autoridad. Con “A” mayúscula. Estas son historias sobre lo que le hace la autoridad a la gente, sobre el veneno que hay en sus cimientos. Puedes sustituir Autoridad por Gobierno, por Sistema o incluso por Dios, y significará lo mismo: alguien ejerciendo un control que no se ha ganado ni se merece, y que convierte las vidas de la gente en una mierda básicamente porque le apetece. Es aquí donde Garth y Steve encontraron la ira: en gente que usa nuestro miedo contra nosotros, encerrándonos en la negra prisión de hierro de la mediocridad y la ignorancia.
Lo que viene a continuación está entre los mejores trabajos de terror de los años noventa. Mantiene las conexiones ocultistas, pero lo que lo separa del resto de las “fantasías oscuras” tristes y cansinas que encontrarás en la estantería junto a este tomo es su claro conocimiento de que el auténtico horror está perpetrado no por monstruos de pantomima vergonzante ni por cosas pálidas vestidas de negro y con nombres ridículos. El auténtico horror solo proviene de la gente. Solo de la gente. Es la cosa más terrorífica del mundo.
Esperad, dejadme que mire... vale, ¿dónde está la lista? Ya he cubierto bas-tante bien la parte de “conozco a Garth y por eso escribo esto”, he hecho la pequeña biografía rápida, he hecho la parte de historia y la parte de crítica literaria cutre, he alabado a Garth y Steve para que me inviten a copas... vale, he terminado. Ahora, poneos a leer el puto cómic.
Warren Ellis
Southend
Agosto de 1996
Artículo publicado originalmente como introducción de Hellblazer: Garth Ennis vol. 2 (de 3).