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El fin de una era

Corría el año 2004 cuando la directiva de DC Comics anunció que el regreso de Hal Jordan como Green Lantern titular era inminente. Por aquel entonces, tal honor recaía en su sustituto, Kyle Rayner, un personaje que se había hecho un hueco en la editorial aunque sus aventuras no terminaran de despegar a pesar de los loables intentos de autores como Judd Winick o Dale Eaglesham. Pero los lectores más veteranos temían que el retorno de Jordan no fuera tan triunfal como la editorial pretendía. Las circunstancias de su corrupción, caída en desgracia, muerte y posterior transformación en anfitrión mortal del Espectro eran demasiado complejas. Para que la cosa resultase fácil de digerir, era imprescindible la habilidad de un guionista que, además de buen escritor, fuera experto en la continuidad del Universo DC.

El artesano en cuestión resultó ser Geoff Johns, joven promesa de la casa que ya llevaba un lustro escribiendo series tan dispares como JSA presenta: Stars y S.T.R.I.P.E., Jóvenes Titanes y, sobre todo, Flash y JSA. El antiguo ayudante de Richard Donner ya había demostrado de sobra gran habilidad para reconciliar el presente y el pasado de los habitantes del Universo DC, y todo indicaba que no tardaría en consagrarse como la gran estrella que es hoy en día. Sus jefes pretendían que la recuperación de Hal Jordan como Green Lantern fuera ese proyecto. De hecho, vistos los magníficos resultados de las colecciones que ya escribía, las altas esferas de la editorial afirmaron que, en breve, el Gladiador Esmeralda sería su personaje más popular por detrás solo de Superman y Batman. Nadie imaginaba todavía que, en ocasiones, llegaría a superarlos.

Con semejantes expectativas, a finales de 2004 vio la luz Green Lantern: Renacimiento, una miniserie dibujada por Ethan Van Sciver donde Johns resolvió con suma destreza la convulsa continuidad de Hal Jordan. Para ello, utilizó una solución que, sin ser excesivamente original, tuvo el efecto deseado: había sufrido una especie de posesión demoníaca. Lejos de conformarse con devolverle el anillo verde al piloto de pruebas, el guionista estableció el papel que desempeñarían a corto y medio plazo los demás terrícolas que lo habían llevado, retomó a los Guardianes del Universo y desenterró a Sinestro, villano crucial sin el que serían impensables las andanzas de Jordan.

Pero que el polémico personaje volviera a volar rodeado de la tradicional aura verde no era más que el principio. El siguiente reto consistía en que recuperase su vida en la Tierra y, más concretamente, en la recién renovada (y casi vacía) Coast City. Hal necesitaba un empleo y, cómo no, más villanos a los que enfrentarse. Así, durante los primeros números de la cuarta serie estadounidense Green Lantern, Johns, bien secundado por Van Sciver y Carlos Pacheco, se dedicó a recuperar a Hector Hammond, a Mano Negra e incluso a uno de los Manhunters. Y lo hizo con mucha calma por medio de historias sencillas con las que calentó motores mientras se ocupaba de uno de sus proyectos más ambiciosos, Crisis Infinita. Una vez completada la titánica miniserie, ya podía dedicarse en cuerpo y alma a las vicisitudes del Gladiador Esmeralda. Aprovechando el salto cronológico de un año sufrido por todo el Universo DC y la llegada de un nuevo dibujante, el prometedor Ivan Reis, Johns metió al protagonista en su primera epopeya espacial de la nueva era, una incursión en el sector 3.601 donde Guy Gardner y él se toparon con un ejército de Manhunters, conocieron a su nuevo Maestro Supremo (Superman Ciborg) y rescataron a un buen puñado de colegas a los que habían dado por muertos hacía años. Para entonces, corría el año 2006 y ya existía una segunda serie de la franquicia, Green Lantern Corps, de la que se ocupaban Dave Gibbons y Patrick Gleason.

De vuelta a la Tierra, Johns empezó a preparar el que sería el primer gran evento de la colección: La guerra de los Sinestro Corps. El archienemigo de Jordan había formado todo un ejército que canalizaba la energía amarilla del miedo, y había decidido atacar Oa, la Tierra y todo lo que fuera necesario para lograr sus viles objetivos. La trama, contenida en las dos colecciones de la franquicia, supuso el salto de Peter J. Tomasi de editor a guionista de Green Lantern Corps, todo un acierto que enriqueció aún más las aventuras de Kilowog, Arisia y compañía. Con una promoción discreta, La guerra de los Sinestro Corps se convirtió en un éxito rotundo que funcionó gracias al boca a oreja, deleitó a los fans que ya seguían las series y enganchó para siempre a los recién llegados que, entre otras cosas, quedaron deslumbrados por el dibujo de Reis, que se consagró como uno de los mejores ilustradores de superhéroes contemporáneos.

Y lo mejor de aquella saga era que la cosa no había hecho más que empezar. En el último episodio, Johns desvelaba que iban a surgir muchos más ejércitos de colores que se enzarzarían en algo llamado Guerra de la Luz que, a su vez, culminaría en algo llamado La noche más oscura, un nuevo evento que se publicaría más de un año después. Hasta entonces, el guionista tendría tiempo de revisar el origen canónico del protagonista y también de crear a todos aquellos personajes nuevos: Atrocitus y los Red Lanterns, Larfleeze el Orange Lantern, Saint Walker y los Blue Lanterns... Durante aquellos meses, Green Lantern se convirtió en un hervidero de creatividad que no daba tregua a unos lectores que, lejos de saturarse, ansiaban el siguiente número para saber cómo se desarrollaba aquel conflicto multicolor. Johns logró en tan poco tiempo definir personalidades, poderes, cualidades... Todo un hito que garantizó que La noche más oscura iba a ser un éxito.

De hecho, en DC Comics tenían tan claro que iba a ser así que optaron por sacar de la colección la trama principal y publicar una miniserie aparte de la que se ocuparían Johns y Reis, que se despediría de la franquicia después del evento. Mientras tanto, Doug Mahnke tomaba las riendas gráficas de Green Lantern, y Tomasi y Gleason seguían al pie del cañón en Green Lantern Corps. Pero la gallina de los huevos de oro no se contuvo en aquellos tres títulos. La premisa de que cualquier personaje muerto del Universo DC podía volver convertido en zombi superpoderoso era demasiado jugosa, así que proliferaron los especiales y miniseries paralelos que abordaban el conflicto desde la perspectiva de Superman, Batman, Wonder Woman, Flash, etc.

Con La noche más oscura, el guionista no solo estableció un nuevo hito en la era dorada de Hal Jordan sino que también justificó la “puerta giratoria” metafórica según la cual los difuntos volvían a la vida cuando las circunstancias creativas y editoriales así lo requerían. También tuvo cierto mérito la transformación de Mano Negra de villano de poca monta en amenaza terrorífica, una condición que sigue teniendo actualmente y de la que es difícil que se despegue. Los lectores, una vez más, quedaron fascinados por el evento, si bien fueron muchas las voces que afirmaban que la serie central, Green Lantern, había visto su argumento diluido en aquella maraña de zombis y héroes con anillos de diversos colores. Dicha sensación se acentuó con el lanzamiento de El día más brillante, donde los principales representantes de los demás cuerpos pasaron de enemigos o secundarios recurrentes a coprotagonistas de la serie. Pero eso no hacía más que confirmar la excelente acogida que habían tenido recién llegados como Atrocitus o Larfleeze, sin los que ya no podía entenderse la riquísima mitología de Green Lantern.

Entonces, llegó 2011 y un anuncio demoledor: el Universo DC iba a empezar de cero en septiembre con apenas un puñado de excepciones. Obviamente, la franquicia de Green Lantern (que ya contaba con un tercer título, Emerald Warriors) iba a ser una de ellas. No en vano, el extraordinario trabajo de Johns y sus aportaciones no podían caer en saco roto o, dicho de otro modo, ¿para qué arreglar lo que no estaba roto? Pero eso no quería decir que el guionista no se reservara una buena sorpresa para aprovechar el nacimiento del Nuevo Universo DC. Así, la saga La guerra de los Green Lanterns, la misma que recuperaba a Krona, otro villano clásico, culminaba con la expulsión de Jordan del cuerpo y la llegada al mismo de... ¿¡Sinestro!?

Y así es como comenzó la actual serie mensual Green Lantern que publica ECC Ediciones. El nuevo Gladiador Esmeralda es el archienemigo del antiguo protagonista, con el que está condenado a entenderse para afrontar diversos retos que van desde la derrota de los Sinestro Corps hasta el ataque de la Tribu Índigo pasando por el retorno de Mano Negra. Y todo ello sin olvidarse de los diabólicos planes de los Guardianes del Universo que, hartos de tantas emociones y tantos anillos de colores, han decidido erradicar el libre albedrío creando un Tercer Ejército sin voluntad propia. La ascensión del Tercer Ejército, trama que abarca las cuatro colecciones con que cuenta actualmente la franquicia, será la penúltima gran saga de Johns antes de que se produzca su inminente despedida.

En ese momento, habrán quedado atrás nueve años en los que, como ya predecían los directivos de DC, Green Lantern se ha convertido en un personaje fundamental. Su colección se ha mantenido invariablemente en los primeros puestos de las listas de ventas durante casi todo este período, y la proliferación de especiales y series derivadas no ha hecho más que confirmar su rotundo éxito. Ahora, a Johns le queda el reto de seguir manteniendo su estrella en otros títulos de la casa como Liga de la Justicia, la próxima Liga de la Justicia de América o Aquaman, donde realiza una labor de renovación y actualización que, en ocasiones, recuerda a lo que ha conseguido con Hal Jordan: convertir a un personaje caído en desgracia en un auténtico referente. Y todo ello gracias a su habilidad para desarrollar sin prisa pero sin pausa tramas que han tenido enganchados a los lectores durante casi una década. Hay pocos guionistas de los que se pueda decir lo mismo.

Fran San Rafael

Artículo incluido en las páginas de Relatos de los Green Lantern Corps: Fin de una era.