Los nombres de Batman y Robin son inseparables en el imaginario colectivo. Todo el mundo sabe quiénes son, a qué se dedican, cuáles son sus principales adversarios... No importa que jamás hayan leído u hojeado siquiera un cómic, ya que el Dúo Dinámico ha pasado por todo tipo de soportes y formatos: el cine, la televisión (animada o con actores reales), los videojuegos e innumerables productos de merchandising. Y seguro que, a muchas de esas personas, les extrañaría saber que no siempre han sido una pareja bien avenida ni han trabajado juntos.
Recordemos que el Batman original creado por Bill Finger y Bob Kane en 1939 era un personaje solitario e incluso siniestro que utilizaba métodos expeditivos para deshacerse de sus adversarios. La actual tesis de “Batman no mata” no existía en aquellos tiempos en los que no era inusual que el protagonista de Detective Comics empuñara una pistola y disparara a sus contrincantes. Y es que, pese a muchas creencias más o menos extendidas, los cómics de la Edad de Oro no eran tan “para niños” como parecía por aquellos dibujos sencillos que bebían de las tiras de prensa. Superman era un defensor de las causas sociales, y Batman un cruzado enmascarado que no se imponía ningún límite.
Pero el carácter taciturno y aquellos métodos hoy cuestionables podían poner en peligro el éxito del Caballero Oscuro a corto plazo. Fue por esto por lo que Detective Comics, futura DC Entertainment, optó por añadir a sus aventuras a un personaje que lo suavizara un poco. Así, en 1940, los mismos Finger y Kane, con ayuda de Jerry Robinson, presentaron a Dick Grayson, alias Robin, el Chico Maravilla. Aquel jovial muchacho también era huérfano y se enfrentaba a los malhechores de Gotham City con su mentor, pero lo hacía con una verborrea salpicada de chascarrillos que chocaba frontalmente con la personalidad del protagonista. El toque de color y su edad, que lo acercaba a los lectores más jóvenes, consiguieron el objetivo de adaptar las tramas a un público más amplio. Había nacido el Dúo Dinámico.
La leyenda de la pareja de detectives se extendió poco después en otros medios, como el serial cinematográfifico de 1949, y también a las tiras de prensa. Robin aparecía en todas las aventuras de su maestro, incluidas las compartidas con Superman en World’s Finest Comics, e incluso obtuvo su propio serial en la antología Star-Spangled Comics. Ni siquiera las peregrinas acusaciones de homosexualidad encubierta lanzadas por Fredric Wertham en su celebérrimo libro La seducción del inocente (1954) lograron poner fifin a un tándem tan consolidado aunque, eso sí, la editorial se viera obligada a buscarles novia a aquellos varones que vivían solos en una lujosa mansión sin más personal que un sufrido mayordomo. Se trataba de la primera Batwoman y de la Batgirl original, el personaje hoy conocido como Hawkfifire después de numerosos tumbos y revisiones retroactivas.
Pero la consolidación de Batman y Robin en la cultura popular llegó en 1966 con la inolvidable serie de televisión de la ABC. Es cierto que, vista hoy en día, la serie resulta demasiado inocentona y que ni Adam West ni Burt Ward habrían interpretado a los protagonistas según el estándar actual, pero la convicción con que interpretaban todos los desmadres del guion los convirtió en una leyenda que sigue generando adeptos varias décadas más tarde. De hecho, es su imagen la elegida para el cómic digital Batman 66 con que DC Entertainment ha recuperado recientemente el espíritu de aquel hito televisivo. Huelga decir que, mientras duró la serie, el Dúo Dinámico siguió unido con mucha fuerza en los cómics, cosa que cambiaría en 1969, un año después de la cancelación defifinitiva del programa.
Para entonces, habían llegado a DC dos autores que tenían una visión de las historietas mucho más realista que sus predecesores. Se trataba del guionista Dennis O’Neil y el dibujante Neal Adams, que, cuando tomaron las riendas del Caballero Oscuro, decidieron que había que volver a convertirlo en eso, en un justiciero taciturno que no sonreía jamás. Y para ello, era esencial que volviera a luchar contra el crimen en solitario, sin que un jovencito que ya no lo era tanto hiciera chistes y pegara patadas a su lado vestido con un traje de colores chillones. Así pues, Dick Grayson, ya superada la adolescencia, se marchó a la universidad y dejó solos a Bruce Wayne y a Alfred, que incluso abandonarían la habitual mansión para mudarse a un ático en el centro de Gotham City donde estaban mucho más cerca de la acción. Así pues, por primera vez en su historia, el Dúo Dinámico se separó, y ya no volvería a reunirse más que en ocasiones puntuales como el grandioso caso del pingüino malayo o aquella vez en que el gas del Espantapájaros dejó incapacitado al protagonista durante casi una semana.
Que las apariciones de Grayson junto a su mentor se convirtieran en cosa esporádica no significa que no viviera aventuras en otros lares. De hecho, protagonizó seriales en solitario, compartió Batman Family con Batgirl y, por supuesto, participó en las andanzas de los Jóvenes Titanes y, posteriormente, Nuevos Titanes. Fue en la colección de estos últimos donde todo comenzó a cambiar para siempre. Sus autores, Marv Wolfman y George Pérez, consideraban que Robin era el único personaje que no podía evolucionar, y que eso se debía a sus vínculos con Batman y a la necesidad de editores y guionistas de recuperarlo puntualmente para las series del defensor de Gotham. Así, tras obtener el beneplácito de las altas esferas, Wolfman y Pérez despojaron a Grayson de su atuendo de Chico Maravilla (literalmente) y lo convirtieron en Nightwing, un héroe independiente que, además, no se llevaba nada bien con su antiguo mentor.
No obstante, la marca “Batman y Robin” no podía desaparecer, de ahí que la editorial ya tuviera preparado a un nuevo Chico Maravilla en el momento de la dimisión del original. Se trataba de Jason Todd, creado por Gerry Conway y Don Newton, un muchacho con un origen que, en principio, era muy similar al de su predecesor aunque este se modifificara posteriormente para darle más personalidad propia. Y ese cambio pasó por hacerlo más rebelde y violento, cosa que disgustó tanto a los lectores como a ciertos autores. Uno de ellos fue Jim Starlin, uno de los principales artífices de la prematura muerte del muchacho en la archiconocida saga Una muerte en la familia. Se abrían así las puertas de una nueva etapa en solitario de Batman pocos meses antes de que el filme homónimo de Tim Burton (1989) renunciase a la figura del ayudante juvenil por primera vez en las numerosas adaptaciones de las andanzas del hombre murciélago. En el cine, quedó claro que Bruce Wayne no necesitaba ayudantes para funcionar. Pero los cómics iban por otros derroteros. El tercer Robin, el hábil Tim Drake, se convirtió durante casi dos décadas en digno sucesor de Grayson, e incluso obtuvo una cabecera mensual propia, cosa que jamás había ocurrido antes. Sin embargo, en aquella época, la franquicia de Batman estaba tan diversifificada que pocas veces vimos actuar en solitario al Dúo Dinámico. La presencia de Batgirl, la Cazadora, Azrael o el propio Nightwing dejaba patente que la protección de Gotham ya no era cosa de dos sino de muchos que, además, cruzaban sus caminos con frecuencia para dar origen a eventos editoriales como la ambiciosa Tierra de nadie.
Es por esto por lo que el lanzamiento de la primera Batman y Robin tuvo tanta importancia. Después de una triunfal estancia en la serie madre, el guionista Grant Morrison narró en dicha cabecera el siguiente capítulo de su epopeya del Caballero Oscuro, centrada en gran medida en Damian Wayne y sus divergencias con el resto de héroes locales. Como hemos visto en los anteriores recopilatorios publicados por ECC Ediciones, Dick Grayson y él son personajes radicalmente opuestos, y el primero ve en el nuevo Robin a un muchacho rebelde al que debe meter en cintura para que supere su educación como asesino. Por desgracia, los hechos de Batman: R.I.P. impidieron que Damian compartiera aventuras con su padre biológico, Bruce Wayne, que se mantuvo al margen del nuevo Dúo Dinámico para organizar los entresijos de Batman Inc.
La ocasión de ver a Robin actuando junto a su padre llegó con el Nuevo Universo DC y la segunda serie Batman y Robin, que ECC Ediciones publica cuatrimestralmente. Sus responsables no son otros que Peter J. Tomasi y Patrick Gleason, que, como Morrison, basan su etapa en la serie en la dicotomía entre el Caballero Oscuro y el Chico Maravilla y, sobre todo, en su forma de entender la lucha contra el crimen. El resultado es una colección indispensable que, además, supone una ocasión única de ver a un Dúo Dinámico formado por Bruce Wayne y su único hijo biológico, cosa que no había sucedido nunca. Y mientras tanto, en Batman Inc., Morrison pone punto y final a su extensa estancia en la franquicia con una apoteosis que sorprenderá a propios y extraños.
Fran San Rafael
Artículo incluido originalmente en las páginas de Batman y Robin: Caballero Oscuro contra Caballero Blanco.
Recordemos que el Batman original creado por Bill Finger y Bob Kane en 1939 era un personaje solitario e incluso siniestro que utilizaba métodos expeditivos para deshacerse de sus adversarios. La actual tesis de “Batman no mata” no existía en aquellos tiempos en los que no era inusual que el protagonista de Detective Comics empuñara una pistola y disparara a sus contrincantes. Y es que, pese a muchas creencias más o menos extendidas, los cómics de la Edad de Oro no eran tan “para niños” como parecía por aquellos dibujos sencillos que bebían de las tiras de prensa. Superman era un defensor de las causas sociales, y Batman un cruzado enmascarado que no se imponía ningún límite.
Pero el carácter taciturno y aquellos métodos hoy cuestionables podían poner en peligro el éxito del Caballero Oscuro a corto plazo. Fue por esto por lo que Detective Comics, futura DC Entertainment, optó por añadir a sus aventuras a un personaje que lo suavizara un poco. Así, en 1940, los mismos Finger y Kane, con ayuda de Jerry Robinson, presentaron a Dick Grayson, alias Robin, el Chico Maravilla. Aquel jovial muchacho también era huérfano y se enfrentaba a los malhechores de Gotham City con su mentor, pero lo hacía con una verborrea salpicada de chascarrillos que chocaba frontalmente con la personalidad del protagonista. El toque de color y su edad, que lo acercaba a los lectores más jóvenes, consiguieron el objetivo de adaptar las tramas a un público más amplio. Había nacido el Dúo Dinámico.
La leyenda de la pareja de detectives se extendió poco después en otros medios, como el serial cinematográfifico de 1949, y también a las tiras de prensa. Robin aparecía en todas las aventuras de su maestro, incluidas las compartidas con Superman en World’s Finest Comics, e incluso obtuvo su propio serial en la antología Star-Spangled Comics. Ni siquiera las peregrinas acusaciones de homosexualidad encubierta lanzadas por Fredric Wertham en su celebérrimo libro La seducción del inocente (1954) lograron poner fifin a un tándem tan consolidado aunque, eso sí, la editorial se viera obligada a buscarles novia a aquellos varones que vivían solos en una lujosa mansión sin más personal que un sufrido mayordomo. Se trataba de la primera Batwoman y de la Batgirl original, el personaje hoy conocido como Hawkfifire después de numerosos tumbos y revisiones retroactivas.
Pero la consolidación de Batman y Robin en la cultura popular llegó en 1966 con la inolvidable serie de televisión de la ABC. Es cierto que, vista hoy en día, la serie resulta demasiado inocentona y que ni Adam West ni Burt Ward habrían interpretado a los protagonistas según el estándar actual, pero la convicción con que interpretaban todos los desmadres del guion los convirtió en una leyenda que sigue generando adeptos varias décadas más tarde. De hecho, es su imagen la elegida para el cómic digital Batman 66 con que DC Entertainment ha recuperado recientemente el espíritu de aquel hito televisivo. Huelga decir que, mientras duró la serie, el Dúo Dinámico siguió unido con mucha fuerza en los cómics, cosa que cambiaría en 1969, un año después de la cancelación defifinitiva del programa.
Para entonces, habían llegado a DC dos autores que tenían una visión de las historietas mucho más realista que sus predecesores. Se trataba del guionista Dennis O’Neil y el dibujante Neal Adams, que, cuando tomaron las riendas del Caballero Oscuro, decidieron que había que volver a convertirlo en eso, en un justiciero taciturno que no sonreía jamás. Y para ello, era esencial que volviera a luchar contra el crimen en solitario, sin que un jovencito que ya no lo era tanto hiciera chistes y pegara patadas a su lado vestido con un traje de colores chillones. Así pues, Dick Grayson, ya superada la adolescencia, se marchó a la universidad y dejó solos a Bruce Wayne y a Alfred, que incluso abandonarían la habitual mansión para mudarse a un ático en el centro de Gotham City donde estaban mucho más cerca de la acción. Así pues, por primera vez en su historia, el Dúo Dinámico se separó, y ya no volvería a reunirse más que en ocasiones puntuales como el grandioso caso del pingüino malayo o aquella vez en que el gas del Espantapájaros dejó incapacitado al protagonista durante casi una semana.
Que las apariciones de Grayson junto a su mentor se convirtieran en cosa esporádica no significa que no viviera aventuras en otros lares. De hecho, protagonizó seriales en solitario, compartió Batman Family con Batgirl y, por supuesto, participó en las andanzas de los Jóvenes Titanes y, posteriormente, Nuevos Titanes. Fue en la colección de estos últimos donde todo comenzó a cambiar para siempre. Sus autores, Marv Wolfman y George Pérez, consideraban que Robin era el único personaje que no podía evolucionar, y que eso se debía a sus vínculos con Batman y a la necesidad de editores y guionistas de recuperarlo puntualmente para las series del defensor de Gotham. Así, tras obtener el beneplácito de las altas esferas, Wolfman y Pérez despojaron a Grayson de su atuendo de Chico Maravilla (literalmente) y lo convirtieron en Nightwing, un héroe independiente que, además, no se llevaba nada bien con su antiguo mentor.
No obstante, la marca “Batman y Robin” no podía desaparecer, de ahí que la editorial ya tuviera preparado a un nuevo Chico Maravilla en el momento de la dimisión del original. Se trataba de Jason Todd, creado por Gerry Conway y Don Newton, un muchacho con un origen que, en principio, era muy similar al de su predecesor aunque este se modifificara posteriormente para darle más personalidad propia. Y ese cambio pasó por hacerlo más rebelde y violento, cosa que disgustó tanto a los lectores como a ciertos autores. Uno de ellos fue Jim Starlin, uno de los principales artífices de la prematura muerte del muchacho en la archiconocida saga Una muerte en la familia. Se abrían así las puertas de una nueva etapa en solitario de Batman pocos meses antes de que el filme homónimo de Tim Burton (1989) renunciase a la figura del ayudante juvenil por primera vez en las numerosas adaptaciones de las andanzas del hombre murciélago. En el cine, quedó claro que Bruce Wayne no necesitaba ayudantes para funcionar. Pero los cómics iban por otros derroteros. El tercer Robin, el hábil Tim Drake, se convirtió durante casi dos décadas en digno sucesor de Grayson, e incluso obtuvo una cabecera mensual propia, cosa que jamás había ocurrido antes. Sin embargo, en aquella época, la franquicia de Batman estaba tan diversifificada que pocas veces vimos actuar en solitario al Dúo Dinámico. La presencia de Batgirl, la Cazadora, Azrael o el propio Nightwing dejaba patente que la protección de Gotham ya no era cosa de dos sino de muchos que, además, cruzaban sus caminos con frecuencia para dar origen a eventos editoriales como la ambiciosa Tierra de nadie.
Es por esto por lo que el lanzamiento de la primera Batman y Robin tuvo tanta importancia. Después de una triunfal estancia en la serie madre, el guionista Grant Morrison narró en dicha cabecera el siguiente capítulo de su epopeya del Caballero Oscuro, centrada en gran medida en Damian Wayne y sus divergencias con el resto de héroes locales. Como hemos visto en los anteriores recopilatorios publicados por ECC Ediciones, Dick Grayson y él son personajes radicalmente opuestos, y el primero ve en el nuevo Robin a un muchacho rebelde al que debe meter en cintura para que supere su educación como asesino. Por desgracia, los hechos de Batman: R.I.P. impidieron que Damian compartiera aventuras con su padre biológico, Bruce Wayne, que se mantuvo al margen del nuevo Dúo Dinámico para organizar los entresijos de Batman Inc.
La ocasión de ver a Robin actuando junto a su padre llegó con el Nuevo Universo DC y la segunda serie Batman y Robin, que ECC Ediciones publica cuatrimestralmente. Sus responsables no son otros que Peter J. Tomasi y Patrick Gleason, que, como Morrison, basan su etapa en la serie en la dicotomía entre el Caballero Oscuro y el Chico Maravilla y, sobre todo, en su forma de entender la lucha contra el crimen. El resultado es una colección indispensable que, además, supone una ocasión única de ver a un Dúo Dinámico formado por Bruce Wayne y su único hijo biológico, cosa que no había sucedido nunca. Y mientras tanto, en Batman Inc., Morrison pone punto y final a su extensa estancia en la franquicia con una apoteosis que sorprenderá a propios y extraños.
Fran San Rafael
Artículo incluido originalmente en las páginas de Batman y Robin: Caballero Oscuro contra Caballero Blanco.