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El drama del fiscal

Dos Caras nació con fecha de caducidad por extraño que resulte hoy en día. Creado por Bill Finger y Bob Kane en Detective Comics núm. 66 (1942), iba a ser el villano de tres episodios que comenzaban con la dramática transformación del Fiscal del Distrito Harvey Kent en el villano dual que tenía medio rostro desfigurado tras el ataque del jefe mafioso al que pretendía meter en la cárcel. Al final de aquellos capítulos, Dos Caras se recuperaba de las lesiones gracias a la cirugía plástica y vivía feliz para siempre con su amada Gilda. Por aquel entonces, según se dice, Finger ya le había cambiado el apellido por el de "Dent" para evitar posibles confusiones con el álter ego de Superman.

Durante los años siguientes, las apariciones del villano fueron escasas y, en cierto modo, extrañas. El guionista no quería trastocar aquel final glorioso, de forma que los Dos Caras que pulularon por las aventuras de Batman y Robin a lo largo de la Edad de Oro fueron impostores como Paul Sloane, el actor que iba a interpretar a Harvey en una versión televisiva de su tragedia. Habría que esperar a 1954 a que regresara el auténtico villano, cuyo rostro quedaba desfigurado por la explosión de una bomba que habían colocado unos bandidos a quienes, ya reinsertado en la sociedad, perseguía por las calles de Gotham. Sin embargo, el aspecto de Dos Caras resultaría demasiado tétrico para los alegres años sesenta, donde primaron los enemigos más coloristas. Y eso a pesar de la obsesión del personaje por tomar decisiones con una moneda, toda una “manía” que lo habría hecho perfecto para la serie de televisión de haber tenido una apariencia menos espeluznante.

Precisamente esa cualidad lo hacía idóneo para el “retorno a los orígenes” establecido por el guionista Dennis O’Neil y el dibujante Neal Adams a principios de los años setenta. El histrionismo había dado paso a los tonos oscuros y villanos de corte más serio como Ra’s al Ghul y sus ínfulas ecoterroristas, el trágico Manbat o el propio Dos Caras. El regreso triunfal se produjo en 1971, más concretamente en Batman núm. 234. Allí, tras repasar su trayectoria en apenas unas viñetas, se mostraba al villano en su máximo esplendor: buscando un tesoro que lo hiciera rico y arrojando la moneda para decidir qué camino iba a seguir. En poco tiempo, Dent pasó a convertirse en uno de los grandes adversarios del Caballero Oscuro, y fue de los pocos cuyo origen se repasó en Untold Legend of the Batman, la primera miniserie dedicada al cruzado de Gotham.

Después de Crisis en Tierras Infinitas, el origen de Dos Caras sufrió una revisión considerable para, en buena medida, hacerlo compatible con los acontecimientos del Batman: Año uno de Frank Miller y David Mazzucchelli. Los encargados fueron Andrew Helfer y Chris Sprouse, que, en Batman Annual núm. 14 (1990), relataron cómo Batman se había aliado con James Gordon y con el propio Dent al principio de su carrera para que la lucha contra el crimen que los tres habían emprendido fuera más eficaz. También se profundizó en el pasado del fiscal del distrito y se dijo que sus problemas mentales no se debían a la desfiguración. Más bien, procedían de su infancia, de cuando su padre arrojaba una moneda al aire. Si salía cruz, el pequeño Harvey recibía una soberbia paliza.

Aquella alianza entre el justiciero, el fiscal y el policía harto de corruptelas se convirtió en el eje principal de Batman: El largo Halloween, la magna obra que Jeph Loeb y Tim Sale publicaron en 1996. Los crímenes cometidos por Festivo, un villano temático que cometía asesinatos en las fechas señaladas del calendario de Estados Unidos, se convirtieron en toda una conspiración que, a pesar de su interés, no era más que una excusa para repasar los primeros tiempos de Dos Caras y la caída en el lado oscuro de Harvey Dent. Y todo ello con Gilda como testigo, que adoptaba un papel más inocente que el que había tenido en anteriores encarnaciones. Y si fue Loeb quien reconstruyó con todo lujo de detalles su transformación, también fue él quien le devolvió el rostro original en la célebre saga Silencio dibujada por Jim Lee entre 2002 y 2003. A partir de entonces, Dent vivió unos años de bonanza como ciudadano normal de Gotham City. O por lo menos, tan normal como podía serlo. No en vano, tras los hechos de Crisis Infinita, Batman se marchó un año de casa y dejó el cuidado de la ciudad en sus manos. No obstante, tras el regreso del justiciero, Dent no tardaría en volver a sus antiguas actividades, de nuevo con media cara deformada.

Teniendo en cuenta que El largo Halloween fue una de las bases de la trilogía cinematográfica dirigida por Christopher Nolan, no es de extrañar que Harvey Dent apareciera en uno de los filmes. Concretamente, fue la principal sorpresa de El Caballero Oscuro (2008), donde se narró su descenso a los infiernos y la inevitable transformación de Dos Caras con la sublime interpretación de Aaron Eckhart. Lejos quedaba el histriónico papel de Tommy Lee Jones en Batman Forever (Joel Schumacher, 1995), tal vez la mejor muestra de lo que habría sido el personaje de haber aparecido en los años sesenta.

Ahora, llega el momento de saber cómo ha afectado el Nuevo Universo DC a este villano fundamental. Aunque haya hecho algunas apariciones esporádicas más o menos destacables (véase como muestra Batman: Maldad eterna núm. 1), todavía no se había dicho nada de su origen, de sus motivaciones ni de su condición actual. No obstante, Peter J. Tomasi y Patrick Gleason ya llevaban cierto tiempo avisando de los planes que tienen para él, y han esperado al momento perfecto para abordar el asunto. Terminado, o más bien aparcado, el luto por cierto aliado, Batman va a poder centrarse en otros asuntos durante buena parte de este volumen y también del próximo, donde concluirá la saga que devuelve a Dos Caras la grandeza que llevaba pidiendo desde el inicio de la nueva continuidad. Como vemos, las cosas han cambiado un poco respecto a anteriores encarnaciones, pero el componente dramático está tan presente como siempre o incluso más.

Fran San Rafael

Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman y Robin núm. 7.