Eccediciones
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El chico de la burbuja

El asunto de crear cómics es, en conjunto, algo solitario. Nos encerramos en una pequeña oficina o en nuestro estudio y lo volcamos todo en las páginas durante rachas de días o semanas. A menudo, nos perdemos completamente en esa burbuja de creatividad, dando vida a mundos nuevos y fantásticos.

Cuando estás dentro de esa burbuja, haciendo todo lo posible para darle profundidad y vitalidad a tus creaciones, es fácil encontrarte incorporando a los personajes mucho de tu propia personalidad o elementos de tu familia y amigos. Por ello, puedes terminar encariñándote con ellos.

La salvación de Papamoscas

Cuando llegué al final del arco argumental de Rebelión en la Granja, supe que quería dibujar Fábulas a tiempo completo. Los maravillosos guiones de Bill Willingham me cautivaron desde el primer momento en que trabajamos juntos, pero combinar su trabajo con un equipo creativo y editorial tan increíble (Steve Leialoha, Todd Klein, Danny Vozzo, James Jean, Mariah Huehner y Shelly Bond) y un nuevo mundo de fantasía con posibilidades ilimitadas con las que jugar era una combinación irresistible.

Mi primer número en el papel de dibujante regular llegó con el inicio de Amor de cuento. Aunque dudé bastante sobre si toquetear el aspecto establecido de los personajes principales, no pude evitar hacerme míos a mis tres personajes secundarios favoritos, y Pinocho, Chico de Azul y Papamoscas adquirieron rápidamente un aspecto distintivo que mantienen aún hoy en día. Creo que la mayoría de lectores estaban más cautivados por la relación entre Blanca Nieves y Lobo Feroz pero, para mí, la historia de estos tres amigos era clave. Así que podéis imaginaros mi horror cuando Bill me reveló sus planes para La marcha de los soldados de madera, la historia épica que se presenta en este volumen, y las cosas tan terribles que les tenía preparadas a mis personajes favoritos.

En un principio, Bill tenía planeado que Papamoscas muriera en esta historia. Papa siempre había parecido un personaje relativamente limitado, limpiando perpetuamente el edificio del Bosque y recibiendo las bromas ocasionales sobre su gusto por las moscas, pero yo siempre había visto mucho potencial en este caballero amable y noble. No podía soportar verle marchar, y le rogué a Bill que lo dejara vivir. Bill, que es un colaborador extremadamente generoso, accedió a reconsiderar el destino de Papa, así que yo, sin saberlo, puse en marcha la cadena de acontecimientos que culminarían en la heroica aventura de El buen príncipe tres años más tarde. De hecho, pronto mis tres personajes favoritos se convertirían en elementos clave de la saga Fábulas.

Fuera de la burbuja

La burbuja creativa no es impermeable al impacto del mundo real. La mayoría de la gente capta rápidamente las influencias creativas en el trabajo de un dibujante, pero a menudo los altibajos de la vida diaria son los que tienen el efecto más profundo.

Yo había empezado La marcha de los soldados de madera en un mal momento de mi vida. Una relación bastante larga había llegado a su fin y me encontré viviendo solo otra vez. También, mi abuelo había muerto, yo me había mudado temporalmente a su casa y le echaba muchísimo de menos. Me enfrasqué en mi trabajo, pero sabía que me faltaba una chispa vital.

Sin embargo, mis circunstancias estaban a punto de cambiar radicalmente. En septiembre de 2003 hice mi primer viaje a España para ir al Festival de Avilés, en Asturias. Rodeado de viejos y nuevos amigos, pronto empecé a disfrutar de nuevo de la vida. Y lo mejor de todo: conocí a Irma.

Cuando volví al trabajo en La marcha de los soldados de madera, tras el increíble número de Cenicienta libertina ilustrado por Tony Akins, quien pronto dibujaría Jack de Fábulas, y el igualmente increíble Jimmy Palmiotti, yo ya era un hombre nuevo. Entonces, mi burbuja creativa era rosa y llena de corazoncitos.

Cualquiera que lea a partir del número 24 verá cómo mi amor por Irma inspiró algunos de los dibujos más ricos, detallados y elegantes que había producido hasta la fecha, lo cual no fue fácil, teniendo en cuenta que estaba subiéndome a un avión cada dos semanas para poder estar con ella. Como ya he dicho antes, nunca he podido evitar poner un poco de la gente a la que quiero en todo lo que hago, y Rosa Roja empezó a parecerse muchísimo a mi futura esposa. Los más avispados de vosotros deberíais poder ver la pequeña muñeca Irma que cuelga del retrovisor de la camioneta de la Granja.

Ha sido un placer revisar todas esas historias mientras escribía esta introducción, y espero que La marcha de los soldados de madera signifique tanto para vosotros como lo hizo para mí. El equipo de Fábulas y yo esperamos que sigáis a nuestros personajes en los años venideros.

Mark Buckingham
20 de mayo de 2011
Dentro de una burbuja que sigue llena de corazoncitos

Introducción publicada originalmente en Fábulas: Edición de lujo, libro 3. Previa de la obra, en este enlace.