Eccediciones

Dos clásicos

Sinestro y Mano Negra fueron dos personajes esenciales de la etapa de Geoff Johns. El primero, eterno archienemigo de Hal Jordan, pasó por un complejo proceso que incluyó un amago de redención que, como no podía ser de otro modo, no llegó a buen puerto cuando la destrucción de Korugar le volvió a colocar el anillo amarillo en el dedo. El segundo siempre había sido un villano de segunda categoría que adquirió cotas insospechadas de maldad a partir del episodio que narró su origen justo antes de La noche más oscura.

Tras la marcha del antiguo guionista de Green Lantern, parecía que poco se pudiera aportar sobre estos personajes, máxime porque los actuales autores han estado centrados en sus propias historias y en Relic, la amenaza cósmica que provocó los hechos vistos el mes pasado en el volumen especial Green Lantern: Apagón, la primera gran saga de la nueva era de la franquicia. No obstante, DC Comics sigue teniendo muy presentes tanto al Green Lantern corrupto como al consumidor de muerte, de ahí que les dedicara los dos episodios que incluye este cuaderno durante el llamado “Mes de los villanos”.

Charles Soule, actual guionista de La Cosa del Pantano, se une al dibujante Alberto Ponticelli (Mundo Putrefacto núm. 2) para mostrarnos la actual situación de Mano Negra. Creado por John Broome y Gil Kane en 1964, era el típico malhechor de Coast City. En su caso, disponía de un artefacto que le permitía absorber la energía residual que los rayos verdes de Hal Jordan iban dejando por la ciudad. Su principal característica era el hecho de romper ocasionalmente el llamado cuarto muro para dirigirse a los lectores; pero por lo general, era bastante genérico y lo siguió siendo durante décadas. Como decíamos, Johns, tras un contacto inicial al principio de su etapa, lo convirtió en toda una referencia y en un hombre tan temible como desagradable que coqueteaba con la necrofilia e incluso había matado a su familia, que regentaba una funeraria. Tras aquel memorable episodio dibujado por Doug Mahnke en lo que fuera su entrada triunfal en la franquicia, Mano Negra pasó a ser el eje de la mencionada La noche más oscura y, en tiempos más recientes, un villano recurrente cuya obsesión con la muerte solo se vio aplacada a la fuerza durante su breve período como miembro forzoso de la Tribu Índigo.

Dada la enorme evolución que Johns había hecho experimentar a William Hand, no es de extrañar que decidiera zanjar la saga de Mano Negra al final de su etapa. Así, tras terminar a la fuerza en la Zona Muerta donde estaba atrapado Hal Jordan, este se suicidó y se hizo con el anillo de Hand, el único artefacto que podía devolverlo al mundo de los vivos para derrotar de una vez por todas a Volthoom. Sucedido esto, el cadáver del malhechor se convertía en polvo, lo cual implicaba que Johns había cerrado el círculo. Se trataba de dar la máxima sensación de conclusión, igual que haría con el resto de personajes. De hecho, recordemos que el popular escritor planteó su marcha de la colección como si nunca fuera a haber más aventuras de “sus” personajes. No obstante, Mano Negra sigue teniendo un potencial que, en manos de Soule, consiste en rizar el rizo. Dicho de otro modo, Hand ha cometido muchas fechorías o, más coloquialmente, ha hecho muchas burradas, pero pocas como la que acomete en este cuaderno. Como vemos, ha vuelto de la tumba más cruel que nunca y en el momento preciso: cuando el mundo se ha quedado sin héroes por culpa de los hechos de La Guerra de la Trinidad y Maldad eterna. Sin duda, este relato puede dar mucho juego a Robert Venditti y compañía en un futuro próximo.

El episodio protagonizado por Sinestro llega de la mano de Matt Kindt, actual responsable de Liga de la Justicia de América mientras dure la mencionada Maldad eterna, y de Dale Eaglesham, dibujante estelar que hacía mucho tiempo que no se dejaba ver en los cómics de DC. No obstante, fue uno de los artistas más destacados de la época anterior a Johns, aquella en que Kyle Rayner era el único Green Lantern del universo. Posteriormente, se ocupó de la memorable segunda serie moderna de la JSA, aquella en que el grupo se ampliaba al máximo con un buen puñado de héroes de segunda y tercera generación. Tras una prolongada estancia en Marvel Comics, su regreso a DC y a esta franquicia nunca puede ser otra cosa que bienvenido aunque sea de forma puntual... por ahora.

El relato de Kindt y Eaglesham es un repaso a la vida, obra y milagros de Sinestro, y también es un homenaje en sí a la etapa de Johns. No en vano, incluye elementos como el romance del korugariano con Arin, la hermana de Abin Sur, el predecesor de Hal Jordan en el Cuerpo de Green Lanterns. Lyssa Drak, la sufrida narradora, no se deja prácticamente ningún detalle de su vida hasta llegar al momento en que retomó el anillo amarillo, asesinó a los Guardianes del Universo con el rencor que había acumulado a lo largo de los años y se perdió de vista. La guardiana del Libro de Parallax, que también es miembro de los Sinestro Corps, fue uno de los personajes más inquietantes y poderosos de cuantos nacieron en la etapa anterior de la franquicia. Básicamente, se encargaba de someter a los agentes del ejército del korugariano a un terrible proceso que formaba parte de su adiestramiento, y también era un ser inmensamente perverso que estaba a la altura del puesto que ostentaba.

El final del relato de Drak deja pocas dudas sobre la trayectoria de su “jefe”, y también abre muchas puertas de cara a futuras aventuras, sobre todo en las últimas viñetas. No en vano, siguiendo la estela de Red Lanterns, DC Comics ha anunciado un paso lógico teniendo en cuenta el peso que el ejército de la luz amarilla del miedo ha tenido a lo largo de la última década: una serie mensual de Sinestro escrita por Cullen Bunn (The Damned) y, sorpresa, dibujada por Eaglesham. Pero ¿quién sabe? Tal vez veamos a nuestro korugariano favorito más pronto de lo que creemos y donde menos nos pensamos. Estad muy atentos a las próximas publicaciones de ECC Ediciones.

Fran San Rafael

Artículo originalmente publicado en las páginas de Green Lantern núm. 24.