Eccediciones

Desvaneciéndose

En la pasada entrega de Batman comentamos que el breve arco argumental que concluye este mes –El hombre de ninguna parte– ha servido a Scott Snyder para rendir homenaje a la popular serie de animación del Hombre Murciélago, desarrollada en su día por Bruce Timm y Paul Dini. Siguiendo la tendencia marcada por ambos autores, el guionista de moda del cómic americano optó por presentar un “caso de la semana” en el que Bruce Wayne se topara con algunos de los villanos recurrentes de la franquicia: primero, el Segador, en su remozada versión traída a colación mediante un emotivo flashback; y más tarde Clayface, cuya mención obviamos premeditadamente para, ahora, dedicarle el espacio que merece.

Los lectores más versados recordarán a este hombre de barro como uno de los enemigos por antonomasia del Cruzado de la Capa. Quizá no tan popular o carismático como el Joker, Dos Caras o Ra’s al Ghul, pero también con una longeva trayectoria ficcional a sus espaldas. Creado por Bob Kane en 1940, protagonizó su primera aparición en las páginas de Detective Comics núm. 40, dejando constancia de la pasión de Kane por el séptimo arte. Una circunstancia ya delatada por el nombre real de este villano, llamado Basil Karlo en clara alusión a dos mitos del celuloide como Basil Rathbone y Boris Karloff, artífices, respectivamente, de las interpretaciones más icónicas y perdurables de Sherlock Holmes y el monstruo de Frankenstein. Este cóctel referencial se completó con una serie de guiños a la versión de El Fantasma de la Ópera (1925) protagonizada por Lon Chaney, terminando de dar forma a un personaje situado a medio camino entre lo trágico, lo extravagante y lo grotesco. Compartiendo profesión con los referentes en los que se inspiró Kane, Karlo fue retratado como una vieja estrella especialmente conocida por su papel en The Terror; pero cuando comenzó a gestarse un remake de dicha película, perdió los estribos: temiendo el final de su carrera cinematográfica, se enfundó la máscara del antagonista del largometraje –llamado Clayface– para causar estragos en el set de rodaje... hasta que fue detenido por Batman y Robin. Lejos de agotarse en este punto la leyenda del personaje, lo cierto es que hubo hasta siete individuos más que portaron ese nombre u otro similar: Matt Hagen, Preston Payne, Sondra Fuller, Cassius Payne, el Dr. Peter Malley, Todd Russell y Johnny Williams sumaron matices y habilidades metamórficas cuando les tocó el turno de ejercer como supervillanos, llegando a formar equipo como la Pandilla del fango. Incluso ulteriores versiones de Karlo tomaron prestados los superpoderes tan característicos del personaje, mediando la inyección de muestras biológicas de sus colegas.

El nacimiento del Nuevo Universo DC permitió a Snyder partir de cero en la enmarañada continuidad y “genealogía” de este personaje, echando mano de él para una fugaz aparición en Truco de cuchillos (Batman núm. 1). Pero ha sido ahora cuando ha desarrollado a conciencia una caracterización que combina las anteriormente conocidas. En este caso, Basil Karlo es un actor fracasado que hizo un trato que no debería, permitiendo que le infectaran con una suerte de barro cuyas propiedades místicas alteraron su composición celular, confiriéndole la habilidad de adquirir la apariencia de cualquier persona... excepto la del hombre que fue tiempo atrás. Teniendo en cuenta que su condición de cambiaformas le permite convertirse en quien desee a través del mero contacto físico, usurpando identidades ajenas con fines poco loables, el guionista ha aprovechado la oportunidad de explorar cómo afectan a la psique de un hombre semejantes alteraciones. Cómo se pierde en el proceso, desvaneciéndose de forma gradual mientras abusa de unos poderes que le permiten ser “todos y nadie” al mismo tiempo. Interesante premisa enriquecida por las pesquisas detectivescas del Caballero Oscuro, que sugieren un origen sobrenatural de dichas habilidades, vinculadas a figuras mitológicas relacionadas con facultades de transformación: los rakshasa hindús y budistas, los berserker vikingos, los kumiho coreanos o los skinwalkers navajos.

El equipo creativo plantea referencias adicionales al pasado y al más inminente futuro del Hombre Murciélago. Por una parte, el prototipo de armadura desechado por Lucius Fox parece claramente inspirado en la del protagonista de otra serie de animación del Cruzado de la Capa, también producida por Timm y Dini, cuya cabecera fue diseñada por el mismísimo Darwyn Cooke: nos referimos a Batman beyondBatman del futuro, en España–, que relataba las aventuras del joven llamado Terry McGinnis, convertido en sucesor de un anciano Bruce Wayne que hacía las veces de maestro y mentor. Además, Greg Capullo nos sorprende con una portada que homenajea la secuencia de Batman: El regreso del Caballero Oscuro en la que Frank Miller enfrentó al Mejor Detective del Mundo contra el líder de los Mutantes. Y para completar una historia mucho más densa de lo que podría parecer, destaca la alusión al “Año cero” vivido por Gotham City. Un periodo que durante los próximos meses centrará la atención de esta cabecera, a través de un arco argumental titulado Origen que propiciará de un flashback esclarecedor de los albores de la cruzada contra el crimen de Batman, retomando el hilo argumental de Batman: Año cero.

Comprobará el lector, pues, que el presente cómic implica un punto de inflexión en la serie regular Batman; pero también en Detective Comics, donde John Layman y Jason Fabok llevan un paso más allá a Ignatius Ogilvy, que según el guionista nació a modo de reivindicación de la maltratada figura de los matones o secuaces: “Me percaté de que siempre son vistos como meros sacos de boxeo desechables, y quería explorar la idea de que, por una vez y sin que sirva de precedente, uno de ellos hubiera nacido con cerebro y un poco de ambición”. Aspiraciones, las del llamado Pingüino Emperador, que chocan directamente con las de Oswald Cobblepot, a quien según Layman “ya era hora de bajar de su pedestal, sacar de su elemento, comprobar cuáles son sus verdaderas motivaciones y descubrir qué hará para recuperar la posición que cree que debe ocupar”. ¿Lo conseguirá? La respuesta, en el cómic que el lector sostiene entre sus manos, preludio de un apasionante viaje al pasado...

David Fernández

Artículo originalmente publicado en las páginas de Batman núm. 19.