La ira del Primer Lantern no ha sido una saga más en la historia de Green Lantern. Es el final de la etapa de Geoff Johns al frente de la serie madre, aquella que empezó sola y se fue convirtiendo en toda una franquicia de cuatro colecciones a las que ya se ha sumado una quinta en Estados Unidos, e incluso se rumorea el inminente lanzamiento de una sexta. Nada de eso habría sido posible sin el guionista que lo cambió todo, el que tomó las riendas de un personaje que regresaba de entre los muertos y, a golpe de imaginación y sentido del espectáculo, lo convirtió en un éxito de crítica y ventas.
Una etapa tan extensa y prolífica no podía terminar con un simple episodio de 20 páginas, y tanto Johns como DC Entertainment son conscientes de ello. Así, Green Lantern núm. 20, el episodio que abre este volumen, cuenta con una extensión no doble sino triple. El abultado especial permite al guionista cerrar con toda dignidad la principal subtrama que ha desarrollado desde el inicio del Nuevo Universo DC: la pertenencia de Sinestro al Cuerpo de Green Lanterns. El villano, capital en la trayectoria de Hal Jordan, cobró más protagonismo que nunca tras el asesinato de Krona y la expulsión del piloto de pruebas. Fueron muchos los que especularon con que el canto del cisne de Johns sería la redención y, tal vez, la muerte del korugariano, pero nada más lejos de la realidad. Como vemos, el guionista conoce a la perfección la esencia del villano, lo cual demuestra en los diversos actos que está a punto de cometer.
Pero Green Lantern núm. 20 no sería lo mismo sin el deslumbrante trazo de Doug Mahnke. Cuando este dibujante asumió las riendas gráficas de la serie con motivo de La noche más oscura, parecía imposible que estuviera a la altura de sus predecesores, pero mes a mes nos ha demostrado que puede mantener el listón. No en vano, ha pasado más de tres años en la serie y rara vez ha faltado, y poco a poco nos ha hecho olvidar que Johns trabajó algún día con Ethan Van Sciver e Ivan Reis. Por supuesto, estos dos artistas no podían faltar a la fiesta aunque fuera en el epílogo, toda una muestra de respeto a su aportación a la serie y un guiño que sabrán apreciar los lectores que han estado ahí desde el principio. Son ellos, entre otros dibujantes que han participado en esta larga etapa (como Patrick Gleason, que hizo grande en su día Green Lantern Corps) los encargados de mostrar ese final que podría ser pero nunca será. Y es que Johns, en un merecido ejercicio de autocomplacencia, cierra este capítulo de la franquicia y de su vida como si nunca fueran a publicarse más cómics de Hal Jordan y compañía.
Pero Johns y Mahnke no son los únicos autores que se despiden en este volumen. Para aumentar la sensación de “renovación y aire fresco”, los equipos creativos de las demás series también cierran el chiringuito para dedicarse a otros proyectos. Y antes, como no podía ser de otro modo, ponen fin a las tramas que han ido desarrollando. Es el caso de Red Lanterns núm. 20, donde Peter Milligan, máximo artífice de esta serie nacida con el nUDC, resuelve uno de los dilemas que han azotado a Atrocitus durante siglos. Y lo hace de la única forma posible. Lo contrario, no nos engañemos, habría sido ajeno al líder del ejército rojo de la rabia. Mención especial merece Jack Moore, alias Rankorr, que desde su debut se ha estado debatiendo entre su poder y su condición humana. Y ha llegado el momento de tomar una decisión al respecto.
Inmediatamente después, llega otra despedida que muchos lectores jamás habrían querido que llegara: la de Peter J. Tomasi. No ha sido el guionista de Green Lantern Corps desde el principio (tal honor lo tuvo Dave Gibbons) y ha faltado en alguna que otra ocasión, pero es el máximo responsable de que esta “serie hermana” haya mantenido durante años una cota de calidad incuestionable. Durante los últimos tiempos, ya en pleno nUDC, Tomasi ha profundizado en el pasado de Guy Gardner y en la relación que mantiene con su familia, y también ha planteado un romance casi imposible entre John Stewart y Fatalidad, la única superviviente de un planeta que él destruyó sin querer. Su despedida es el momento idóneo para zanjar estas cuestiones y dejar el terreno bien allanado para su sucesor. El dibujante, Fernando Pasarín, también se despide después de casi dos años en la serie, pero tranquilos que no vais a perderlo de vista, ya que se convierte desde ya en el artista habitual de Batgirl.
No menos emotiva es la despedida de Tony Bedard de Green Lantern: New Guardians. Aunque aparezcan los representantes de otros cuerpos, el protagonista principal es el otro terrícola de la franquicia, Kyle Rayner. Durante los últimos tiempos, su principal dilema, aparte de cierto asuntillo familiar, ha sido recuperar a Ganthet, su antiguo mentor. Convertido en uno de los seres más poderosos del universo, Rayner va a seguir dando guerra. Y es que, aunque Johns plantee un final absoluto, la franquicia sigue adelante con fuerza a partir de este mismo mes en la colección mensual de ECC Ediciones.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Lantern: La ira del Primer Lantern - Capítulo final.


Una etapa tan extensa y prolífica no podía terminar con un simple episodio de 20 páginas, y tanto Johns como DC Entertainment son conscientes de ello. Así, Green Lantern núm. 20, el episodio que abre este volumen, cuenta con una extensión no doble sino triple. El abultado especial permite al guionista cerrar con toda dignidad la principal subtrama que ha desarrollado desde el inicio del Nuevo Universo DC: la pertenencia de Sinestro al Cuerpo de Green Lanterns. El villano, capital en la trayectoria de Hal Jordan, cobró más protagonismo que nunca tras el asesinato de Krona y la expulsión del piloto de pruebas. Fueron muchos los que especularon con que el canto del cisne de Johns sería la redención y, tal vez, la muerte del korugariano, pero nada más lejos de la realidad. Como vemos, el guionista conoce a la perfección la esencia del villano, lo cual demuestra en los diversos actos que está a punto de cometer.
Pero Green Lantern núm. 20 no sería lo mismo sin el deslumbrante trazo de Doug Mahnke. Cuando este dibujante asumió las riendas gráficas de la serie con motivo de La noche más oscura, parecía imposible que estuviera a la altura de sus predecesores, pero mes a mes nos ha demostrado que puede mantener el listón. No en vano, ha pasado más de tres años en la serie y rara vez ha faltado, y poco a poco nos ha hecho olvidar que Johns trabajó algún día con Ethan Van Sciver e Ivan Reis. Por supuesto, estos dos artistas no podían faltar a la fiesta aunque fuera en el epílogo, toda una muestra de respeto a su aportación a la serie y un guiño que sabrán apreciar los lectores que han estado ahí desde el principio. Son ellos, entre otros dibujantes que han participado en esta larga etapa (como Patrick Gleason, que hizo grande en su día Green Lantern Corps) los encargados de mostrar ese final que podría ser pero nunca será. Y es que Johns, en un merecido ejercicio de autocomplacencia, cierra este capítulo de la franquicia y de su vida como si nunca fueran a publicarse más cómics de Hal Jordan y compañía.
Pero Johns y Mahnke no son los únicos autores que se despiden en este volumen. Para aumentar la sensación de “renovación y aire fresco”, los equipos creativos de las demás series también cierran el chiringuito para dedicarse a otros proyectos. Y antes, como no podía ser de otro modo, ponen fin a las tramas que han ido desarrollando. Es el caso de Red Lanterns núm. 20, donde Peter Milligan, máximo artífice de esta serie nacida con el nUDC, resuelve uno de los dilemas que han azotado a Atrocitus durante siglos. Y lo hace de la única forma posible. Lo contrario, no nos engañemos, habría sido ajeno al líder del ejército rojo de la rabia. Mención especial merece Jack Moore, alias Rankorr, que desde su debut se ha estado debatiendo entre su poder y su condición humana. Y ha llegado el momento de tomar una decisión al respecto.
Inmediatamente después, llega otra despedida que muchos lectores jamás habrían querido que llegara: la de Peter J. Tomasi. No ha sido el guionista de Green Lantern Corps desde el principio (tal honor lo tuvo Dave Gibbons) y ha faltado en alguna que otra ocasión, pero es el máximo responsable de que esta “serie hermana” haya mantenido durante años una cota de calidad incuestionable. Durante los últimos tiempos, ya en pleno nUDC, Tomasi ha profundizado en el pasado de Guy Gardner y en la relación que mantiene con su familia, y también ha planteado un romance casi imposible entre John Stewart y Fatalidad, la única superviviente de un planeta que él destruyó sin querer. Su despedida es el momento idóneo para zanjar estas cuestiones y dejar el terreno bien allanado para su sucesor. El dibujante, Fernando Pasarín, también se despide después de casi dos años en la serie, pero tranquilos que no vais a perderlo de vista, ya que se convierte desde ya en el artista habitual de Batgirl.
No menos emotiva es la despedida de Tony Bedard de Green Lantern: New Guardians. Aunque aparezcan los representantes de otros cuerpos, el protagonista principal es el otro terrícola de la franquicia, Kyle Rayner. Durante los últimos tiempos, su principal dilema, aparte de cierto asuntillo familiar, ha sido recuperar a Ganthet, su antiguo mentor. Convertido en uno de los seres más poderosos del universo, Rayner va a seguir dando guerra. Y es que, aunque Johns plantee un final absoluto, la franquicia sigue adelante con fuerza a partir de este mismo mes en la colección mensual de ECC Ediciones.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Lantern: La ira del Primer Lantern - Capítulo final.