Eccediciones

Desde las cenizas

Todo empezó con La broma asesina, en 1988, y seguramente fue culpa de Alan Moore y Brian Bolland. Es una historia del Hombre Murciélago tan crucial que ya ha tenido dos ediciones por parte de ECC: dentro del recopilatorio El Universo DC de Alan Moore (2012) y como álbum independiente en la línea Grandes autores de Batman (2013). Allí no solamente se efectuaba, para muchos, el retrato definitivo de la rivalidad entre el Caballero Oscuro y el Joker, sino que tenía lugar el brutal ataque de este y sus secuaces al hogar del comisario Gordon para raptarle... y dejar paralítica de cintura para abajo, de un disparo, a su hija Barbara. Fue un cómic con tantas repercusiones que se ha seguido considerando “dentro de continuidad” incluso en el Nuevo Universo DC. Ahora podemos valorar que aquella traumática experiencia enriqueció muchísimo al personaje de Barbara Gordon, pero entonces la que había sido Batgirl desde la Edad de Plata (su primera aparición como tal se remonta al núm. 139 de Batman, con fecha de portada de abril de 1961) parecía destinada a un futuro deprimente y muy poco heroico. ¿Qué fue lo que pasó para que una situación tan desesperada se enmendara y diese origen al rutilante equipo de las Aves de Presa?

Pues, básicamente, la intervención de dos grandes guionistas que casi nunca han acabado de recibir el reconocimiento que merecen: John Ostrander y Chuck Dixon. El primero tuvo el acierto de introducir a Barbara bajo la identidad de Oráculo en el núm. 23 de Suicide Squad (enero de 1989). La idea se le había ocurrido junto a su esposa, Kim Yale, también guionista de cómics; a ambos les parecía una injusticia el estado del personaje y la enmendaron convirtiéndolo, más o menos, en la principal fuente de información —y casi en el mayor servicio de inteligencia— que tendrían los héroes del Universo DC. Luego fue el especial unitario Black Canary / Oracle: Birds of Prey (1996), a cargo de Dixon y Gary Frank, el que crearía el tándem de superheroínas. La buena acogida del título, publicado en su día por Ediciones Zinco, abrió la puerta a otros tebeos de las Aves de Presa con el mismo guionista: Manhunt (miniserie de cuatro episodios de 1996 que las unía a la Cazadora y Catwoman), Revolution (número especial de 1997 ambientado en Santa Prisca), Wolves (otro one-shot del 97, con dibujo de Dick Giordano) y Black Canary / Batgirl (con Greg Land a los lápices, de 1998). Todo ello culminaría en el inicio de la primera serie regular de Birds of Prey, con fecha de portada de enero de 1999 y Dixon y Land en los créditos. Pero había otra figura común a todos aquellos cómics: la del editor Jordan B. Gorfinkel. Fue el hombre que, según el propio guionista de la colección, estaba tras la idea de unir a Dinah Lance y Barbara Gordon como dúo superheroico y tras el impulso definitivo que DC les dio al dotarlas de su propia cabecera. A su vez, Gorfinkel no tiene ningún reparo en afirmar que el nombre de Birds of Prey se debe a dos personas más: Frank Pittarese (porque a él se le ocurrió) y Mike Carlin (porque impidió que Gorfinkel lo cambiara). Ambos fueron editores en la añorada DC de los noventa, principalmente en los títulos de Superman.

Durante la prolongada etapa inicial de Dixon, con un total de 46 números, Greg Land se vería sustituido por Butch Guice y las historias harían coincidir al dúo de superheroínas con otros personajes muy queridos para el guionista, tales como Blue Beetle (Ted Kord) y Robin (Tim Drake). Canario Negro no recuperaría su poder, el grito ultrasónico, hasta el número 7 de esa colección (al verse sumergida en una de las Fosas de Lázaro de Ra’s al Ghul); y Barbara y Dinah no llegarían a encontrarse cara a cara, físicamente, hasta el núm. 21 (septiembre de 2000). Los números 47-49 constituirían un breve arco argumental de Terry Moore y Amanda Conner, con Barbara recuperando efímeramente sus plenas capacidades motrices. A partir del 50, y hasta el 55, el guionista sería Gilbert Hernández y el dibujante Phil Noto, con la aparición estelar de Metamorfo en medio de un complot para asesinar a Barbara. Luego, a partir del 56, Gail Simone y Ed Benes tomarían las riendas para emprender otra larga etapa que todavía muchos recuerdan con admiración. De hecho, su primer recopilatorio americano se titularía Of Like MindsMentes gemelas, según la adaptación de Norma Editorial—, y cualquiera pensaría que el título original de este mismo volumen, Trouble in Mind, lo homenajea en cierto modo (incluso traducido como Caos mental en nuestra edición). La serie en EE.UU. no llegaría a su fin hasta 2009, con Tony Bedard encargándose de los guiones del número 127 y con el mérito de haber convertido al Calculador en némesis de Oráculo y entidad equivalente a ella entre la comunidad de supervillanos. Luego habría otra colección mucho más breve, de solo 15 números, posterior a El día más brillante; supondría el retorno de Simone y Benes con muchos más personajes en la alineación inicial, aparte de Oráculo y Canario Negro: la Cazadora, Lady Blackhawk, Paloma e incluso su pareja superheroica, el ave de presa “macho” llamado Halcón. Sería su último título regular hasta la llegada del Nuevo Universo DC.

Puede que todo esto no sea gran cosa para algunos, pero ahí tenemos a Gorfinkel para recordarnos que la primera colección de las Aves de Presa fue, tan solo por detrás de la de Wonder Woman, la más duradera de las protagonizadas por superheroínas. Y que el concepto llegó incluso a adaptarse, en 2002, como serie televisiva de imagen real.

No obstante, si alguien todavía cuestiona la capacidad de atracción de las señoritas Dinah Lance y Barbara Gordon, no tiene más que leerse este tomo para darse cuenta de lo mucho que se equivoca. Puede que las protagonistas no sean las mismas, que ahora Oráculo vuelva a ser Batgirl o que nunca hasta este momento hayamos visto a esa Starling creada por Duane Swierczynski y Jesús Saiz, pero no cabe la menor duda: como el Fénix, hay aves que siempre logran renacer de sus cenizas.

Felip Tobar

Artículo publicado originalmente en las páginas de Aves de Presa: Caos Mental.