Eccediciones

Dentro del laberinto

Es frecuente que en el género superheroico parte esencial de la narración verse sobre el preciso instante en que el protagonista de turno se percata de la verdadera dimensión del reto que debe afrontar. La toma de conciencia de las capacidades de su antagonista y la ponderación de las propias, reflexionando –de forma más o menos explícita– sobre las posibilidades de éxito en la inminente confrontación... y el precio a pagar en caso de no salir victorioso.

Durante las dos primeras entregas de esta reedición trimestral de Batman, el Caballero Oscuro se resistió a dar veracidad a la rumorología relacionada con el Tribunal de los Búhos, limitando su ámbito de influencia al terreno de las leyendas y el folclore de una ciudad que, por otra parte, creía conocer a la perfección. Pero el número que abre este recopilatorio representa un punto de inflexión en las andanzas del Caballero Oscuro dentro del Nuevo Universo DC, situándolo en un laberíntico entorno donde, totalmente desorientado, comprenderá cuán arraigada está la misteriosa organización en Gotham City. Y hasta qué punto es posible que la historia que supuestamente protagoniza desde que vistió por vez primera el manto del Murciélago sea en realidad una mera nota a pie de página en la historia del Tribunal de los Búhos.

Todo parece indicar que Frente al Tribunal también propició un momento de revelación a los responsables de esta etapa de Batman: pese a que crítica y público respaldaron la colección desde el primer momento, tanto Scott Snyder como Greg Capullo reconocen que las fases iniciales de su proceso colaborativo no estuvieron exentas de ciertas tiranteces, relacionadas con la contravención del modo en que ambos estaban acostumbrados a trabajar. Pero en este número sobran detalles que permiten apreciar hasta qué punto la interacción del equipo creativo potencia los respectivos talentos de guionista y dibujante, ahora bien avenidos. Los cuadros de texto que reflejan el monólogo interior de Bruce, la máscara rota que deja a la vista un ojo inyectado en sangre –representativo de su humanidad y vulnerabilidad– y, muy especialmente, la orientación de las viñetas: una inversión premeditada para reflejar la sensación de confusión de nuestro protagonista. Solo resta, pues, recomendar al lector que disfrute el recorrido de este aterrador y original laberinto que, paradójicamente, sirvió para derribar cualquier posible muro entre ambos autores.

David Fernández

Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman (reedición trimestral) núm. 3.