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Cenicienta: De fregona a espía

 Hace mucho tiempo, los personajes de los cuentos de hadas abandonaron sus mundos natales...
La historia de Cenicienta siempre ha sido la de una lucha contra la adversidad, la de una joven cuya suerte cambia después de muchas penurias. Es un relato que surgió del folclore de diversas culturas (la grecorromana, la árabe e incluso la china) y que se popularizó en la Europa moderna gracias a la Cenerentola de Giambattista Basile, la Aschenputtel de los hermanos Grimm y, cómo no, la Cendrillon de Charles Perrault. Esta versión francesa es la más conocida, la de la muchacha que se convirtió en fregona de su madrastra y sus dos hermanastras, la que amanecía cubierta de ceniza porque debía acurrucarse junto a la chimenea para protegerse del frío del suelo de la cocina. Es la misma que, camuflada por su Hada Madrina, conquistó a un príncipe que la buscó por todo el reino para devolverle el famoso zapatito de cristal que había perdido en un baile. Y aunque parezca mentira, es la misma chica que protagoniza el cómic que tienes entre manos.

En el mundo de Fábulas, creado por Bill Willingham en 2002, los personajes de los llamados cuentos de hadas adoptan un papel mucho más contemporáneo para formar el rico tapiz que hoy es Villa Fábula, la comunidad que fundaron tras huir de los mundos mágicos donde habían nacido, todos ellos conquistados por el Adversario. La premisa, que ya quedó atrás hace cierto tiempo en la serie madre, nos permitió ver en el mundo “real” al Lobo Feroz, a Blancanieves, a Pinocho y, por supuesto, a Cenicienta. En este contexto, el personaje de Perrault se aleja de la historia original (y aún más de la famosísima adaptación de Disney) para convertirse en la tercera ex esposa del Príncipe Azul y en la orgullosa propietaria de una zapatería frecuentada por los demás habitantes de aquel pequeño país encubierto. Y cómo no, el establecimiento se llama Zapatito de Cristal.

Pero Ceni, diminutivo con que suelen llamarla, es mucho más que eso. En su primera aparición en Fábulas, concretamente en el segundo número estadounidense, la vimos demostrando su destreza en la esgrima, algo que parecía ajeno a la princesa enamorada que todos teníamos en mente. En las sucesivas entregas, Willingham desveló que, en realidad, Cenicienta era una agente secreta, la responsable de impedir que las fábulas que no vivían en Nueva York se saltaran las normas. Las posibilidades de dicha caracterización llevaron al guionista a darle aún más protagonismo en dos números en los que era la estrella absoluta. En uno, demostraba sus expeditivos métodos parando los pies a un disidente. En el otro, se confirmaba vital en la preparación de la inminente guerra contra el Adversario.

En 2010, Fábulas ya se había convertido en una de las series más longevas de la línea Vertigo de DC Entertainment, y también en una de las más populares. No es de extrañar que hubiera generado diversos títulos derivados como la antología 1.001 noches de nieve (2006) con Blanca Nieves haciendo de una suerte de Sherezade; la serie regular Fábulas presenta: Jack (2006-2011), con el bribón homónimo en pleno apogeo; e incluso la novela en prosa Peter and Max: A Fables Novel (2009). El siguiente paso sería una miniserie de Ceni en solitario donde desempeñaba un papel que mezclaba lo mejor de Lara Croft y James Bond. Titulada Cenicienta: Desde Villa Fábula con amor, la historia contaba cómo la protagonista aparcaba la zapatería para emprender una misión en que investigaba la venta de objetos mágicos a mundanos, que es el nombre con que estas fábulas se refieren a las personas normales. Willingham cedió las riendas de “su creación” a Chris Roberson, un guionista que entendía a la perfección la personalidad de Ceni. La consideraba una espía natural porque, al fin y al cabo, en el relato de Perrault adoptaba otra identidad para infiltrarse en un acontecimiento al que no la habían invitado. Además, ya en el contexto de estos cómics, los siglos de experiencia la habían convertido en una espía perfecta, diestra en todo tipo de armas y técnicas. El dibujo fue obra de Shawn McManus, el mismo que había realizado el segundo capítulo en solitario de Cenicienta en la colección principal. Completaba el elenco la ilustradora canadiense Chrissie Zullo, que se hizo cargo de las portadas.

La experiencia gustó a los seguidores de la saga de Willingham, con lo cual la secuela no se hizo esperar ni siquiera un año. Esa segunda miniserie, Cenicienta: Las fábulas son para siempre, es la misma que se recopila en el presente volumen, que cuenta con los mismos autores, esto es, Roberson, McManus y Zullo. En esta ocasión, Ceni se reencuentra con su peor enemiga, una fábula que conoció en los años 80 durante el transcurso de una misión. La trama salta adelante y atrás en el tiempo constantemente y abarca escenarios tan dispares como la Unión Soviética, Suiza o Tailandia para contarnos cómo se desarrolla la enemistad con la única mujer que ha sido capaz de hacerle sombra en esta faceta de espía. ¿De quién se trata? Digamos que es un personaje muy conocido, entre otras cosas, por haber usado también unos zapatitos.

Fran San Rafael