Eccediciones

Caramelos de kryptonita

Cuando el guionista escocés Mark Millar desembar­có en la serie Superman Adventures, estaba aún lejos de convertirse en el célebre creador de Wan­ted, Kick-Ass y el resto de títulos adscritos al “Millarworld”. Tampoco se trataba, empero, de un autor novel, ya que a esas alturas llevaba sobre las espaldas 10 años de experien­cia como escritor profesional. Había debutado en 1989 junto al dibujante Daniel Vallely en la serie Saviour publicada por el sello británico Trident. A continuación (y gracias a la ayuda de su compatriota Grant Morrison), ingresó en la nómina de colaboradores de la mítica revista 2000AD, donde se curtió gracias a una serie de encargos que le sirvieron de tarjeta de presentación para dar el salto al otro lado del Atlántico en La Cosa del Pantano allá por 1994. Desde entonces y hasta fines de los noventa, firmó centenares de páginas para DC en publicaciones como Aztek, Flash o Liga de la Justicia de América (casi siempre acompañado por el guionista de El Multiverso). En 1998, recibió una asignación muy especial a la que respondió con un desborde de entusiasmo, energía e imaginación: la cabecera mensual Superman Adventures.

Este cómic se basaba en la serie de animación Superman: The Animated Series, producida en 1996 por la compañía Warner Bros. La serie aglutinaba conceptos extraídos de la mitología clásica del Hombre de Acero con otros más moder­nos enunciados por John Byrne a mediados de los ochenta. El resultado fue un espléndido entretenimiento destinado al público infantil que podía disfrutar sin sonrojo una audiencia adulta. El cómic mensual seguía fielmente las pautas de su contrapartida televisiva y alcanzó el éxito creativo gracias al esfuerzo de autores como Paul Dini, Scott McCloud o Rick Burchett.

Frente al resto de títulos de DC, Superman Adventures era una serie muy exigente en el orden narrativo. Cada entrega desarrollaba una historia completa a razón de cuatro o cinco viñetas por página. El ritmo era ágil y las escenas se suce­dían a velocidad de vértigo. Acorde a este compás ligerísimo, las ideas —que en otras cabeceras habrían ocupado varias entregas— cristalizaban aquí en episodios únicos. Mark Mi­llar, por tanto, se encontraba ante una obra que le exigía un gran esfuerzo de creatividad, síntesis y eficacia narrativa.

Afortunadamente, había crecido leyendo cómics de DC y sentía especial devoción por las publicaciones de Super­man. Ya había expresado su deseo de escribir alguna his­torieta sobre el kryptoniano mientras finalizaba su etapa en La Cosa del Pantano. Sus anhelos cristalizaron en la serie de tres episodios Superman: Hijo Rojo, dibujada por Dave Johnson y Kilian Plunkett. Pero el lanzamiento de esta obra —una de las más célebres del autor escocés— se retra­só hasta 2003. Entretanto, el creador de Jupiter’s Legacy se mostró dispuesto a escribir Superman Adventures porque, según declaró al crítico Andrés Accorsi, le pagaban lo mis­mo que en cualquier otro título relacionado con el Hombre de Acero, pero podía eludir la férrea continuidad asociada al Universo DC. “Por eso —afirmó Millar— Superman Adven­tures fue un gran placer para mí”.

Durante su estancia en la cabecera, Millar siguió las pau­tas establecidas por el show televisivo firmando un trabajo preñado de ideas junto al dibujante brasileño Aluir Aman­cio (asistido en la tinta por el legendario Terry Austin). Al respecto, el guionista escocés planteó aquí una estrategia narrativa diametralmente opuesta a la que siguió en obras posteriores como The Authority (junto al dibujante Frank Quitely) o The Ultimates (junto a Bryan Hitch). En estas últimas, el argumento se prolongaba a lo largo de varias en­tregas y los combates —donde primaban la espectaculari­dad y la violencia— se ralentizaban hasta ocupar decenas de páginas e, incluso, episodios enteros. En Superman Ad­ventures, en cambio, el suspense y el dinamismo convertían cada entrega en un prodigio de eficacia narrativa destinado a ofrecer al lector una historia completa (o las 22 que presenta el número 41).

Por su parte, Aluir Amancio —especialista en historieta in­fantil con una larga trayectoria como dibujante en cómics de Disney— realizó un trabajo brillante plasmando con claridad, limpieza y agilidad los guiones de Millar. A su buen hacer (y a su sintonía con Terry Austin) debemos secuencias tan me­morables como la marcha de cierto pato mecánico sobre la isla de Stryker. El resultado es una obra que vale por cuenta propia, independiente de la trayectoria posterior de su céle­bre guionista. Un título ameno y sorprendente que avanza a ritmo de ametralladora sin dar respiro al lector. Un placer. Un caramelo. Un auténtico tebeo.

Jorge García  

Artículo publicado en las páginas de Grandes autores de Superman: Mark Millar - Las aventuras de Superman vol. 02 ¡Ya a la venta!