Los iconos son los más difíciles. Es cierto. Superman. Batman. Wonder Woman. Todos son iconos. Son difíciles. Pero no porque los personajes sean imposibles de definir. En realidad, se trata de lo contrario. Superman, Batman y Wonder Woman están definidos a la perfección. Pulida durante más de 60 años por los mejores guionistas y dibujantes, esta trinidad de héroes se ha desarrollado tanto que sus acciones y reacciones casi pueden predecirse. Y ahí está lo difícil.
Es como escribir la última temporada de Cheers, de MASH o de Seinfeld. ¿Cómo se añade algo original al panteón cuando ya está todo hecho? La respuesta no es fácil, pero al menos tienes a los personajes. Es una de las ventajas de escribir sobre iconos. Incluso la historia más trivial de pronto se vuelve elegante al incluir a Superman, Batman y Wonder Woman. Como si al escribir esas últimas temporadas de Cheers, MASH o Seinfeld, solo por utilizar a Cliff y Norm, NJ y Hawkeye, o Jerry y George, todo quedara bien. Es fácil que salga bien. Cualquiera puede hacerlo bien. Lo difícil es que sea genial.
Trinidad es genial. Y no solo genial definiéndolo como algo superior a bueno. En las siguientes páginas, Matt Wagner excava en las psiques de estos iconos y extrae su verdadera grandeza. Que nadie se equivoque: no se trata de una historia más de superhéroes. Wagner empieza con Superman, Batman y Wonder Woman, pero explora a Clark, Buce y Diana.
Es esa humanidad la que hace que Trinidad sea algo novedoso... y esta novedad es la que nos hace sentir la emoción de conocer a estos personajes por primera vez, cuando se conocen entre ellos. Llevamos años junto a estos personajes, y los conocemos al detalle. Pero los años pasan, lo especial termina siendo normal, y comienzas a preguntarte si alguna vez lograrán encender de nuevo la antorcha. Y entonces... cuando menos te lo esperas, la luz de la luna les da de lleno y la puerta de la memoria se abre, dejando que todas las emociones originales vuelvan a fluir. Y eso es magia.
Como todo un maestro de la magia que nos obliga a centrarnos en el movimiento de sus manos, Wagner agita capas y máscaras para llamar nuestra atención. Pero lo que nos deja con la boca abierta es la simplicidad de lo que se oculta debajo: momentos mágicos de humanidad que siempre han estado ahí, pero que nunca antes se habían visto.
Superman no es nuevo. Batman no es nuevo. Wonder Woman no es nueva. Aun así, Wagner encuentra detalles vitales en los que nadie antes había reparado: desde la idea de que el superoído es el poder más difícil de resistir... al simple hecho de que, aunque los trenes de Metropolis siempre sean puntuales, Clark pierde al menos tres a la semana para guardar las apariencias. Desde la sorpresa de Bruce porque Clark pueda encontrarle con tanta rapidez... hasta el reconocimiento interno de Clark de que es difícil no hallarle con un cinturón lleno de instrumentos de rastreo... desde la forma curiosa de llamar a Ra’s al Ghul... hasta la reacción de Batman al ver el avión invisible de Wonder Woman (“Quiero uno.” Esa es exactamente la reacción): Trinidad consigue que cada momento se sienta como si fuera la primera vez. Y ahí se halla el meollo de la cuestión.
Como sabe cualquiera que haya leído su trabajo previo, la especialidad de Wagner no son las ideas pequeñas, sino las grandes. Las filosóficas. Las que la mayoría de escritores de la trinidad de DC nunca trataría, como cuando el Señor de la Noche se ve supe rado por el paraíso, en la forma de esa mujer maravillosa, o cuando esa pequeña degustación de la perfección le mancilla y le inspira al mismo tiempo. Para siempre. O el momento en que Bizarro se siente abrumado y confuso por la verdad que el lazo de Diana le demanda... y sus reacciones cuando la verdad es anulada. No son ideas pequeñas.
Incluso el dibujo acompaña a los trucos de magia y nos mantiene tan ocupados con un espectáculo visual que casi no reparamos en lo que tenemos delante.
Olvidaos del Superman al estilo Fleischer/Shuster... del Batman de orejas cortas... de la Wonder Woman con una postura regia. Esas son poses evidentes. Fijaos mejor en el retrato de Clark y Bruce en la limusina del primer episodio. El playboy tranquilo se enfrenta al periodista inquisidor. Son opuestos exactos de sus otras identidades, pero al mismo tiempo están caracterizados a la perfección. Lo más importante: incluso sin los trajes, sabemos exactamente de quién se trata. Con un dibujante algo peor, se perdería el momento. Con un guionista peor, no habría habido nada con lo que empezar. Sorprendentemente, para nuestro beneficio, Wagner es genial en los dos campos. Clark, Bruce
y Diana no son solo personajes. Son duros e imparables y vulnerables y perfectos e imperfectos y amables y despiadados y nobles y egoístas y puros. Se les conoce tan bien como a los dedos de la propia mano, pero no lo sabemos todo de ellos. Son Superman, Batman y Wonder Woman. Son Clark, Bruce y Diana. Son iconos. Y tenemos la suerte de que están en manos de Matt Wagner.
Preparaos. Vigilad atentamente. Como el mejor mago, hace que parezca tan fácil...
Brad Meltzer
Hollywood (Florida) Febrero de 2004
Brad Meltzer es autor de bestsellers del New York Times como The Tenth Justice, Dread Even, The First Counsel, The Millionaires y The Zero Game. Su obra para DC incluye Green Arrow: The Archer’s Quest y la maxiserie Crisis de identidad. Brad vive en Florida con su esposa Cori.
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman/Superman/Wonder Woman: Trinidad.

Es como escribir la última temporada de Cheers, de MASH o de Seinfeld. ¿Cómo se añade algo original al panteón cuando ya está todo hecho? La respuesta no es fácil, pero al menos tienes a los personajes. Es una de las ventajas de escribir sobre iconos. Incluso la historia más trivial de pronto se vuelve elegante al incluir a Superman, Batman y Wonder Woman. Como si al escribir esas últimas temporadas de Cheers, MASH o Seinfeld, solo por utilizar a Cliff y Norm, NJ y Hawkeye, o Jerry y George, todo quedara bien. Es fácil que salga bien. Cualquiera puede hacerlo bien. Lo difícil es que sea genial.
Trinidad es genial. Y no solo genial definiéndolo como algo superior a bueno. En las siguientes páginas, Matt Wagner excava en las psiques de estos iconos y extrae su verdadera grandeza. Que nadie se equivoque: no se trata de una historia más de superhéroes. Wagner empieza con Superman, Batman y Wonder Woman, pero explora a Clark, Buce y Diana.
Es esa humanidad la que hace que Trinidad sea algo novedoso... y esta novedad es la que nos hace sentir la emoción de conocer a estos personajes por primera vez, cuando se conocen entre ellos. Llevamos años junto a estos personajes, y los conocemos al detalle. Pero los años pasan, lo especial termina siendo normal, y comienzas a preguntarte si alguna vez lograrán encender de nuevo la antorcha. Y entonces... cuando menos te lo esperas, la luz de la luna les da de lleno y la puerta de la memoria se abre, dejando que todas las emociones originales vuelvan a fluir. Y eso es magia.
Como todo un maestro de la magia que nos obliga a centrarnos en el movimiento de sus manos, Wagner agita capas y máscaras para llamar nuestra atención. Pero lo que nos deja con la boca abierta es la simplicidad de lo que se oculta debajo: momentos mágicos de humanidad que siempre han estado ahí, pero que nunca antes se habían visto.
Superman no es nuevo. Batman no es nuevo. Wonder Woman no es nueva. Aun así, Wagner encuentra detalles vitales en los que nadie antes había reparado: desde la idea de que el superoído es el poder más difícil de resistir... al simple hecho de que, aunque los trenes de Metropolis siempre sean puntuales, Clark pierde al menos tres a la semana para guardar las apariencias. Desde la sorpresa de Bruce porque Clark pueda encontrarle con tanta rapidez... hasta el reconocimiento interno de Clark de que es difícil no hallarle con un cinturón lleno de instrumentos de rastreo... desde la forma curiosa de llamar a Ra’s al Ghul... hasta la reacción de Batman al ver el avión invisible de Wonder Woman (“Quiero uno.” Esa es exactamente la reacción): Trinidad consigue que cada momento se sienta como si fuera la primera vez. Y ahí se halla el meollo de la cuestión.
Como sabe cualquiera que haya leído su trabajo previo, la especialidad de Wagner no son las ideas pequeñas, sino las grandes. Las filosóficas. Las que la mayoría de escritores de la trinidad de DC nunca trataría, como cuando el Señor de la Noche se ve supe rado por el paraíso, en la forma de esa mujer maravillosa, o cuando esa pequeña degustación de la perfección le mancilla y le inspira al mismo tiempo. Para siempre. O el momento en que Bizarro se siente abrumado y confuso por la verdad que el lazo de Diana le demanda... y sus reacciones cuando la verdad es anulada. No son ideas pequeñas.
Incluso el dibujo acompaña a los trucos de magia y nos mantiene tan ocupados con un espectáculo visual que casi no reparamos en lo que tenemos delante.
Olvidaos del Superman al estilo Fleischer/Shuster... del Batman de orejas cortas... de la Wonder Woman con una postura regia. Esas son poses evidentes. Fijaos mejor en el retrato de Clark y Bruce en la limusina del primer episodio. El playboy tranquilo se enfrenta al periodista inquisidor. Son opuestos exactos de sus otras identidades, pero al mismo tiempo están caracterizados a la perfección. Lo más importante: incluso sin los trajes, sabemos exactamente de quién se trata. Con un dibujante algo peor, se perdería el momento. Con un guionista peor, no habría habido nada con lo que empezar. Sorprendentemente, para nuestro beneficio, Wagner es genial en los dos campos. Clark, Bruce
y Diana no son solo personajes. Son duros e imparables y vulnerables y perfectos e imperfectos y amables y despiadados y nobles y egoístas y puros. Se les conoce tan bien como a los dedos de la propia mano, pero no lo sabemos todo de ellos. Son Superman, Batman y Wonder Woman. Son Clark, Bruce y Diana. Son iconos. Y tenemos la suerte de que están en manos de Matt Wagner.
Preparaos. Vigilad atentamente. Como el mejor mago, hace que parezca tan fácil...
Brad Meltzer
Hollywood (Florida) Febrero de 2004
Brad Meltzer es autor de bestsellers del New York Times como The Tenth Justice, Dread Even, The First Counsel, The Millionaires y The Zero Game. Su obra para DC incluye Green Arrow: The Archer’s Quest y la maxiserie Crisis de identidad. Brad vive en Florida con su esposa Cori.
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman/Superman/Wonder Woman: Trinidad.