Eccediciones
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Batman/Superman: Leyendas de los Mejores del Mundo

Hace apenas unos instantes, una pequeña tropa de diminutos duendes, brujos ataviados de formas muy distintas y encantadoras damas con vestimentas de otras tierras han pasado por mi casa para dedicarme una breve visita. Una muchedumbre de figuras sombrías, casi todas de estatura reducida, se disemina por todo el barrio en busca de trucos... o tratos. La estación de las brujas vuelve a cernirse sobre nosotros.

Y Halloween, amables lectores, parece una época muy adecuada para escribir una introducción a esta historia, un relato sobre seres demoníacos y condenados. Sobre la resurrección. Sobre la luz y la oscuridad. Sobre nuestros héroes, Superman y Batman.

Superman y Batman han compartido aventuras en innumerables ocasiones durante estos últimos CINCUENTA años. No solo han intervenido como estrellas invitadas, uno en los cómics del otro, durante cierto número de años, sino que el título mensual World’s Finest [Los Mejores del Mundo] narraba sus aventuras conjuntas a lo largo de varios de esos años. Dado que Batman no podía detener una bala sin blindaje corporal y que Superman podía (más o menos) cambiar soles de sitio, hoy en día nos parecen una extraña pareja de personajes.

Sin embargo, en los primeros tiempos, la diferencia de poder entre ambos no suponía ningún problema. El propio Superman —aunque dotado de asombrosos poderes y habilidades más allá de etc., etc., etc.— se daba por satisfecho con dedicar sus esfuerzos a los mortales corrientes de maneras vistosas pero más bien ordinarias.
Detenía a ladrones de bancos, luchaba contra alienígenas de vez en cuando y se comía un millón de hamburguesas para salvar el mundo. Las dimensiones de sus esfuerzos sobrepasaban las de los del Caballero Oscuro, pero en lo esencial sus aventuras no eran tan diferentes. Ambos héroes trabajaban por lo correcto. Y la naturaleza de un gran número de los villanos de Batman, tan extraña como pintoresca, situaba sus propias aventuras más allá de lo ordinario. Por eso los dos eran compañeros por naturaleza. Y por esos sus aventuras conjuntas duraron todos esos años.

No obstante, con el tiempo, la naturaleza de sus diferencias se fue acentuando, y Superman dejó a los ladrones de bancos por aventuras a escala más cósmica. Lo que pasó a estar en juego fue el destino del mundo. El destino de la galaxia. O el destino del universo. Y si bien las aventuras de Batman siempre eran peligrosas y a menudo exóticas, lo cierto es que tenían lugar en escenarios más familiares. Al final, el transcurso de los años logró lo que ningún villano enmascarado había conseguido: disolver su asociación, de modo que el equipo de los Mejores del Mundo llegó a su fin. Las diferencias parecen irreconciliables.

Y aun así, a pesar de esas diferencias, sigue habiendo algo muy incitador, incluso natural, en unir al Hombre de Acero y al Caballero Oscuro. Porque, pese al abismo que separa por naturaleza tanto sus habilidades como sus aventuras, los dos no dejan de representar polos opuestos del mismo espectro.

Superman siempre ha sido una figura luminosa, un héroe optimista que mira hacia delante y que, pese a la gran tragedia que le llevó a existir como tal, es esencialmente un alma alegre y benévola. Es el Hombre del Mañana, y ese mañana está lleno de esperanza y de claridad. Y Batman, por supuesto, es la criatura de la noche por excelencia. Un vengador que habitaba el corazón de las tinieblas forjado por su tragedia personal. Un ser que aprendió a utilizar las armas del mal —la noche, el sigilo, la intimidación— contra el propio mal.

Y precisamente gracias a sus naturalezas opuestas, ambas al servicio del bien, Superman y Batman continúan siendo un dúo atractivo.

Por eso existe nuestra historia. Un relato que empezó con una serie de especulaciones por parte del dibujante, Dan Brereton, que contemplaban una confusión entre luz y oscuridad propiciada por el mal. Se hicieron bosquejos en los que “Tellus” llegaba a visualizarse antes de convertirse en un personaje con un pasado. En algún momento del proceso, nuestro apreciado editor, Mike Carlin, me añadió a la mezcla. Y di comienzo a una larga serie de conversaciones telefónicas con Dan, cuya obra admiraba desde la primera vez que la había visto, en la miniserie Black Terror.

Nos fuimos familiarizando a medida que hablábamos para añadir elementos, substraer otros y equilibrar el resultado, de modo que dotásemos a la ficción de algún detalle de historia auténtica de vez en cuando. Y en definitiva, al combinar varios fragmentos de la continuidad de DC con nuestros bocetos y nuestras especulaciones, llegamos al relato que sostenéis en vuestras manos, una historia de almas perdidas y de redención. Un análisis de la luz y de la oscuridad. Y de lo que hay en medio.

Me gustaría dar las gracias a Mike y Dan por haberme ofrecido la oportunidad de contribuir a narrar esta historia. Y gracias, también, a Robbin Brosterman, cuya labor de diseño ha contribuido muchísimo al resultado final.

Como decía al principio, estamos en una época del año idónea para reflexionar sobre la luz y la oscuridad. Por supuesto, cuando estéis leyendo esto, la temporada de los espectros, los duendes y los ruidos en plena noche habrá quedado ya muy atrás. Pero... ¿por qué no adquirir un par de ejemplares más de Batman/Superman: Leyendas de los Mejores del Mundo ahora mismo, mientras reflexionáis sobre ello? ¡Al fin y al cabo, para alguno de esos duendecillos sería un gran trato que le obsequiarais con uno el próximo Halloween!

¡O si ese duendecillo esperase recibir golosinas, sería un buen truco! Felices pesadillas,

Walter Simonson
Nueva York, 31-10-1994

Artículo publicado originalmente como introducción de Batman/Superman: Leyendas de los Mejores del Mundo.