Eccediciones

Batman núm. 59: Gilda

Tal vez alguien piense que Gilda Dent es un personaje anecdótico, un recurso fácil para volver más vulnerable a un villano tan aterrador como Dos Caras. Y sin duda, en este número, Harvey Dent lo pasa bastante peor de lo habitual. Pero ella no es ni por asomo una secundaria cualquiera... ¿Qué es lo que la hace tan especial y por qué debería importarnos su inesperado regreso en estas páginas?

Para empezar, Gilda ya estaba presente en la primera aparición de Dos Caras, en el núm. 66 de Detective Comics (1942), de Bob Kane y Bill Finger. Pero el feliz destino que aguardaba a aquella joven soltera, una escultora prometida con el fiscal del distrito, no tardaría en revelarse como un cruel espejismo: Harvey se convertía en Dos Caras y ella le rechazaba horrorizada, de forma aparentemente irremisible. Sin embargo, apenas dos números después ya habría un amago de reconciliación, cuando Harvey parecía haber recuperado su apolíneo aspecto. Le aseguraba a Gilda que la cirugía plástica había obrado milagros en su rostro e incluso se disponía a disfrutar de una cena romántica con ella... Pero las velas de la mesa dejaban al descubierto su farsa, al derretir el maquillaje de cera con que había pretendido cubrir la mitad deforme de su fisonomía. Es una escena de pesadilla que define a la perfección la atormentada relación que mantiene la pareja, tanto entonces como en años venideros. De hecho, Gilda se sacrificaría por él en el número 80 de la serie (1943), algo idóneo para seguir generando remordimientos en Dos Caras. ¿Cómo iba a aparecer un personaje así, más similar a un monstruo de la Universal que a un villano al uso, en la serie televisiva de Batman que Adam West protagonizó en la década de 1960? Dos Caras fue de los pocos ausentes... y su angustiosa relación con Gilda no parece ajena a ello.

Desde entonces, las apariciones de Gilda resultaron contadas, pero nunca irrelevantes: el núm. 48 de Teen Titans (1977) nos presentaba a Duela Dent, presunta hija de ambos, y en el 328 de Batman, si bien Gilda había contraído matrimonio con otro, volvía a redimir a Harvey.

Sin embargo, todo ello ocurrió antes de Crisis en Tierras Infinitas (1985-86), la saga que redefiniría el Universo DC. Así que luego, desde cero, se nos volvía a contar el origen de Dos Caras: fue en el Batman Annual núm. 14 (1990), de Andy Helfer y Chris Sprouse. Pero... ¿significaría eso la caída de Gilda en el olvido? En absoluto: en aquella historia, Gilda era la esposa de Harvey y compensaba, al menos en parte, los maltratos que él había sufrido en la infancia. Incluso un tiempo después, en la miniserie Two-Face Strikes Twice! (1993), se insinuaba la posibilidad de que la pareja hubiese tenido un par de hijos (gemelos, naturalmente).

De ahí que resulte tan chocante el papel de Gilda en El largo Halloween (1996-97). Esa historia, que transcurre en la era de Año uno, cuenta con un epílogo cuya protagonista absoluta es una Gilda lejos de cualquier candor. En el volumen siguiente del Batman de Jeph Loeb y Tim Sale, Victoria oscura, queda absolutamente claro que Harvey Dent sigue amando a Gilda y solo a Gilda... Y si no que se lo cuenten a Janice Porter, la desdichada sustituta de Harvey al frente de la fiscalía.

Porter fue otro de los escarceos de Dos Caras, aunque no el único... Para Greg Rucka era muy especial la relación del villano con la agente de policía Renée Montoya, como quedó reflejado en dos memorables episodios de Detective Comics (el 747 y el 755). Y algunos quizá recuerden a Marilyn Crane, de quien Harvey parecía enamorado en Tal para cual, una historia de Paul Dini y Bruce Timm que muchos consideran la mejor del villano.

Pero no es casual que Harvey Dent evoque a Gilda en sus momentos más “luminosos”. Por ejemplo, en el núm. 5 de la última serie de The Spectre (2001), donde J.M. DeMatteis y Craig Hamilton hacían que Dos Caras emprendiese un desesperado viaje en busca de ella. O en el tomo Batman: Un año después, en cuyos episodios Dent parecía haber vuelto al buen camino y sustituía al Hombre Murciélago como justiciero de Gotham. También es verdad que ella había caído en un incierto limbo, aunque no se explicitara si había muerto ni bajo qué circunstancias pudo desaparecer.

Para muchos Gilda dejó su mayor impronta como personaje en el citado desenlace de El largo Halloween. Lejos de ser aquella aparición un punto final, es precisamente lo que la vuelve merecedora de ser rescatada del olvido. Así lo ha entendido Tony S. Daniel, que ya recuperó a Gilda sin mencionar su nombre al final de nuestro núm. 56 y que aquí vuelve a reflejar lo tortuoso de sus vínculos con Dos Caras y con los Falcone. Ahora ella parece ocultar mucho, parece dispuesta a que Harvey la rescate y parece a la vez seguir siendo la causa de sus peores tormentos... Parece, en fin, uno de esos personajes subestimados que terminan por rebelarse contra cualquier lectura preconcebida y por enriquecer de forma inevitable la mitología del Hombre Murciélago.


Felip Tobar
Artículo incluido en el cómic Batman núm. 59