El pólogo que viene a continuación apareció en la edición original de Batman y Drácula: Lluvia roja que se publicó en 1991
¿No fue Prince el que escribió: “He visto el futuro y funciona”? Por supuesto que sí. Quizá se refería a este futuro alternativo en concreto, extremadamente aterrador y que está justo al girar esa oscura esquina.
Nunca me ha entusiasmado la idea de que personajes de entornos distintos se crucen, básicamente porque, quieras o no, el resultado termina pareciéndose demasiado a Abbot y Costello contra la momia. Así que, con cierto grado de temor, accedí a echar un vistazo a este encuentro entre Batman y Drácula.
No me avergüenza reconocer que me atrapó desde la primera viñeta. ¿Y por qué no? El guion de Doug Moench y el dibujo de los señores Jones nos brindaban un Batman muy distinto al que estábamos acostumbrados a ver... y todo ello sin salirse de los límites morales e intelectuales que definían el mundo interior del personaje.
A mí siempre me había parecido que como Batman nos hablaba bajo el manto de la noche, se dirigía a nuestras emociones más primarias. No teníamos que pensar en Batman, solo teníamos que sentirlo. Después de leer más o menos un tercio de la historia, me sorprendió darme cuenta de que precisamente esa había sido mi reacción con Drácula, la brillante novela de Bram Stoker.
Y durante todo el tiempo que llevo leyendo Batman, no he dejado de preguntarme si este personaje mítico (tan poderoso, tan carismático, tan erótico) jugó algún papel en su creación. Porque, al fin y al cabo, aunque Batman es (y siempre ha sido) un campeón de la justicia, la suya siempre ha sido una justicia cruel, basada en el miedo, en la intimidación y en la venganza oscura. La misión original de Bruce Wayne no es otra que infundir el miedo en el corazón de los criminales.
Bien podríamos admitirlo. Lo que convierte a Batman en un héroe tan fascinante es su poder, carisma y erotismo. Resulta lógico, entonces, que viva en ese aterrador momento, dentro del futuro alternativo de Drácula.
Gotham City parece creada para el señor de los vampiros, ¿verdad? El sucio y oscuro pantano urbano se ha convertido en un mundo de pesadilla parecido a nuestros paisajes posmodernos, habitados por Untersmenschen que arrastran sus pies y, al parecer, abocados a un irremediable deterioro.
Las luces se han apagado y solo hay oscuridad. Batman, morador de las sombras, fue creado para ser, ante todo, un detective. Su primera misión (manifiesta o no, consciente o no) fue buscar al asesino de sus padres. Pero él no es un detective clásico. Mientras que los otros grandes detectives de la literatura, como Sherlock Holmes o Nero Wolfe, vivían prácticamente en un plano intelectual o eran tipos duros como Philip Marlowe o el agente de la Continental, el personaje de Batman es una potente aleación de mente deductiva que dispensa una justicia primaria.
Y esta fluctuación entre la deducción y lo visceral es la que Lluvia roja ha sabido captar a la perfección. Tomar dos personajes tan dinámicos de entornos tan distintos y conseguir que su encuentro no solo tenga sentido, sino que sea emocionante, no es tarea fácil. Lluvia roja no trata de dos entidades que se pelean a lo largo de 42 páginas. Ese tipo de historias no me dicen nada, y habré leído unas 10.000 a lo largo de los años. No, Lluvia roja es mucho más que un combate cuerpo a cuerpo. Y, por extraño que parezca, su importancia hoy en día es mayor de la que podría haber tenido hace dos años. Este es el comienzo del fin de nuestros sueños.
Muerte, destrucción y la noche. ¿Quién mejor que Drácula y Batman para interpretar esta obra final sobre un perfecto y sórdido escenario? ¿Y quién podía prever el impactante desenlace de esa obra? Desde luego, yo no. Y estoy seguro de que vosotros tampoco.
Batman nunca había sido tan humano. Nunca se nos había presentado como el guardián con voluntad de hierro que vela por nuestros sueños y esperanzas, el vengador negro como la noche de nuestros pesares y miedos. Aquí se presenta, para vuestro deleite, una realidad alternativa que seguro que os sorprenderá tanto como os entrentendrá.
Como escribió Prince: “He visto el futuro, chico, y es duro”.
Eric Van Lustbader
Artículo publicado en las páginas de Batman: Vampiro ¡Ya a la venta!
¿No fue Prince el que escribió: “He visto el futuro y funciona”? Por supuesto que sí. Quizá se refería a este futuro alternativo en concreto, extremadamente aterrador y que está justo al girar esa oscura esquina.
Nunca me ha entusiasmado la idea de que personajes de entornos distintos se crucen, básicamente porque, quieras o no, el resultado termina pareciéndose demasiado a Abbot y Costello contra la momia. Así que, con cierto grado de temor, accedí a echar un vistazo a este encuentro entre Batman y Drácula.
No me avergüenza reconocer que me atrapó desde la primera viñeta. ¿Y por qué no? El guion de Doug Moench y el dibujo de los señores Jones nos brindaban un Batman muy distinto al que estábamos acostumbrados a ver... y todo ello sin salirse de los límites morales e intelectuales que definían el mundo interior del personaje.
A mí siempre me había parecido que como Batman nos hablaba bajo el manto de la noche, se dirigía a nuestras emociones más primarias. No teníamos que pensar en Batman, solo teníamos que sentirlo. Después de leer más o menos un tercio de la historia, me sorprendió darme cuenta de que precisamente esa había sido mi reacción con Drácula, la brillante novela de Bram Stoker.
Y durante todo el tiempo que llevo leyendo Batman, no he dejado de preguntarme si este personaje mítico (tan poderoso, tan carismático, tan erótico) jugó algún papel en su creación. Porque, al fin y al cabo, aunque Batman es (y siempre ha sido) un campeón de la justicia, la suya siempre ha sido una justicia cruel, basada en el miedo, en la intimidación y en la venganza oscura. La misión original de Bruce Wayne no es otra que infundir el miedo en el corazón de los criminales.
Bien podríamos admitirlo. Lo que convierte a Batman en un héroe tan fascinante es su poder, carisma y erotismo. Resulta lógico, entonces, que viva en ese aterrador momento, dentro del futuro alternativo de Drácula.
Gotham City parece creada para el señor de los vampiros, ¿verdad? El sucio y oscuro pantano urbano se ha convertido en un mundo de pesadilla parecido a nuestros paisajes posmodernos, habitados por Untersmenschen que arrastran sus pies y, al parecer, abocados a un irremediable deterioro.
Las luces se han apagado y solo hay oscuridad. Batman, morador de las sombras, fue creado para ser, ante todo, un detective. Su primera misión (manifiesta o no, consciente o no) fue buscar al asesino de sus padres. Pero él no es un detective clásico. Mientras que los otros grandes detectives de la literatura, como Sherlock Holmes o Nero Wolfe, vivían prácticamente en un plano intelectual o eran tipos duros como Philip Marlowe o el agente de la Continental, el personaje de Batman es una potente aleación de mente deductiva que dispensa una justicia primaria.
Y esta fluctuación entre la deducción y lo visceral es la que Lluvia roja ha sabido captar a la perfección. Tomar dos personajes tan dinámicos de entornos tan distintos y conseguir que su encuentro no solo tenga sentido, sino que sea emocionante, no es tarea fácil. Lluvia roja no trata de dos entidades que se pelean a lo largo de 42 páginas. Ese tipo de historias no me dicen nada, y habré leído unas 10.000 a lo largo de los años. No, Lluvia roja es mucho más que un combate cuerpo a cuerpo. Y, por extraño que parezca, su importancia hoy en día es mayor de la que podría haber tenido hace dos años. Este es el comienzo del fin de nuestros sueños.
Muerte, destrucción y la noche. ¿Quién mejor que Drácula y Batman para interpretar esta obra final sobre un perfecto y sórdido escenario? ¿Y quién podía prever el impactante desenlace de esa obra? Desde luego, yo no. Y estoy seguro de que vosotros tampoco.
Batman nunca había sido tan humano. Nunca se nos había presentado como el guardián con voluntad de hierro que vela por nuestros sueños y esperanzas, el vengador negro como la noche de nuestros pesares y miedos. Aquí se presenta, para vuestro deleite, una realidad alternativa que seguro que os sorprenderá tanto como os entrentendrá.
Como escribió Prince: “He visto el futuro, chico, y es duro”.
Eric Van Lustbader
Artículo publicado en las páginas de Batman: Vampiro ¡Ya a la venta!