Eccediciones
searchclose

Batman: Noel

De entre todas las novedades publicadas durante el mes de diciembre por ECC Ediciones, Batman: Noel se antoja como una de las más especiales: por el hecho de que su temática y ambientación navideña la postulen como un regalo perfecto para estas fechas; pero también por representar un paso adelante en la ya de por si exitosa carrera de Lee Bermejo (EE.UU., 1977), que a su faceta de dibujante suma ahora la de guionista.

Curtido en la cantera del estudio WildStorm, sus primeras incursiones profesionales datan de finales de la década de los 90, cuando participó en títulos como Resident Evil, Gen 13, Superman/Gen 13 o WildC.A.T.s. Superado este periodo iniciático, se encargó del apartado gráfico de la serie limitada Batman/Deathblow; un proyecto especialmente significativo por representar su primera colaboración con el guionista Brian Azzarello, quien no tardó en señalarlo como uno de sus dibujantes de confianza. Suyos son los guiones de los trabajos más destacados en la bibliografía de Bermejo, como la serie limitada Luthor y –por descontado– la aclamada novela gráfica Joker.

Precisamente, Batman: Noel obedece a la voluntad del dibujante de cambiar de tercio después del tono oscuro y violento imperante en las obras protagonizadas por la némesis por excelencia del Hombre de Acero y el Príncipe Payaso del Crimen. Cuando ya fantaseaba con la posibilidad de escribir un libro infantil, recibió una inesperada oferta procedente de una importante editorial europea, consistente en adaptar en forma de bande dessinée diferentes clásicos de la literatura; Bermejo coqueteó con la idea, barajando títulos como El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, o Un Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Pero pronto llegó a la conclusión de que, más que plantear una traslación fiel de un medio a otro, le interesaba dar forma a una versión libre y adaptada a un contexto contemporáneo, que le permitiera jugar con diferentes temas de su interés.

Lo cierto es que hacía años que la idea de crear su propia historia protagonizada por el Caballero Oscuro le rondaba por la cabeza; pero no fue hasta que Un Cuento de Navidad formó parte de la ecuación, cuando intuyó que podría despejar la incógnita que hasta entonces se le resistía. Siendo apenas un crío, la novela corta de Dickens le fascinó “por sus aspectos más oscuros y aterradores, pero también por incluir en la mezcla ese tipo de visión de la condición humana, cálida, un tanto borrosa y casi universal”. Pero tratándose de una de las obras de ficción más versionadas de la historia, sabía que su interpretación tenía que ser totalmente diferente; así que optó por situar la acción en la Gotham City contemporánea, convirtiendo a Bruce Wayne en su particular Ebenezer Scrooge, de modo que los tres fantasmas del cuento clásico formaran parte del entorno habitual del Hombre Murciélago.

Pese a la aparente claridad de ideas, Bermejo reconoce que el camino no fue precisamente fácil: siendo este su primer proyecto como autor completo, decidió separar claramente las fases del proceso creativo, preocupándose en primera instancia por dar forma al guion, en un intento por no romper el deseado equilibrio entre el apartado gráfico y narrativo. Fue en este punto donde surgieron las mayores dificultades, consistentes en determinar el tono adecuado para el narrador de la historia, para que más que una simple voz, contara con su propia personalidad. Finalmente la inspiración llegó de la mano de un ilustre referente musical: Tom Waits, a quien Bermejo considera “no solo un grandísimo músico, sino también un excelente contador de historias que tiene un particular modo de hablar: usa palabras muy específicas y en ocasiones dice cosas realmente elocuentes, sin por ello resultar pretencioso. Esa era la voz que quería para mi narrador”. Así, el autor estableció una peculiar combinación entre prosa y dibujo –del estilo realista que acostumbra, pero especialmente inspirado–, de forma que la obra admite dos niveles de lectura: el que se atiene a la visión del narrador, y el que confronta dicha historia –también planteada como un homenaje a la tradición de los relatos orales– con la vivida por el Cruzado de la Capa, propiciando un curioso juego de espejos y una suerte de relación simbiótica entre ambas líneas narrativas.

Batman: Noel también propicia la confrontación entre dos iconos culturales como Scrooge y el Caballero Oscuro: el primero, de caracterización casi inalterable desde que Dickens la definió en 1843; el segundo, construido a partir de las versiones ideadas por algunos de los más prestigiosos autores del Noveno Arte. Y, teniendo en cuenta la interpretación actualmente imperante del álter ego de Bruce Wayne, Bermejo no puede evitar plantear la siguiente pregunta, implícitamente apreciable en las páginas de esta obra: “¿Hasta qué niveles de oscuridad podemos llevar al personaje antes de que pierda aquello que lo define: su humanidad?”. Tal vez el lector encuentre la respuesta en las páginas de esta cuidada edición de Batman: Noel, que no solo cuenta con una introducción de Jim Lee –primer empleador y jefe de Bermejo, durante los tiempos de WildStorm– sino que además incluye una selección de ilustraciones que reflejan las diferentes fases del proceso creativo, comentadas por el propio autor.

Como señalábamos en las líneas que encabezan este texto, Batman: Noel se antoja como un perfecto regalo navideño: tan adecuado para lectores habituales del Hombre Murciélago, como para aquellos deseosos de adentrarse por vez primera en su fecundo universo ficcional, creado a base de ingenio y talento por la más selecta estirpe de historietistas; una estirpe a la que ahora pertenece, por méritos propios, Lee Bermejo.

David Fernández