Hace unos años, estaba cenando junto a unos cuantos dibujantes de cómic famosos.
Era tarde y todos habíamos tenido un día duro en otra de esas convenciones que ya han quedado olvidadas. Y siendo fans hasta las últimas consecuencias, como siempre lo hemos sido, hablábamos de cómics.
Alguien planteó la inevitable pregunta de la isla desierta: si tuvieras que estar completamente aislado, apartado de la civilización... ¿qué etapa completa de una sola colección de cómics te llevarías allí?
Bueno, todos lo estuvimos pensando durante medio minuto. Un peso pesado de los lápices soltó: “Creepy o Eerie”. Uno de esos tipos que pintan sus cómics dijo: “Sí, Creepy, sin duda”. Estuve de acuerdo, no había discusión posible. Por sorprendente que parezca, todos coincidíamos en que nunca había existido una reunión de dibujantes tan estelar bajo una sola cabecera, página a página, número a número. ¡Y todos hicieron lo mejor de sus carreras allí! Toth, Frazetta, Williamson, Torres, Colan, Ditko, Wrightson, Corben... la lista es prácticamente interminable. Historias divertidas, aterradoras, horteras, terrorífifificas... un sueño en forma de cómic para cualquier chaval y un cómic de ensueño para cualquier dibujante.

Como todos sabemos, los cómics son síntesis de imágenes y palabras. Alguien tiene que escribir todas esas historias (o casi todas). Y el nombre de ese alguien era Archie Goodwin. Quizá el mejor editor que ha trabajado en el mundo del cómic, quizá el mejor guionista que ha trabajado en el mundo del cómic. Lo que Archie hizo con los títulos de Warren (Creepy, Eerie y Blazing Combat) fue su homenaje a los cómics favoritos de su juventud, la línea de la EC.
Avancemos un montón de años. Por algún motivo tan desconocido como olvidado llego a convertirme en editor de DC Comics. Propongo una colección antológica en blanco y negro protagonizada por Batman. La clave del éxito de una serie así, me parece, es contratar a los mejores dibujantes del negocio. Casi todos en DC me dicen que no venderá. A nadie le gustan los cómics en blanco y negro. A nadie le gustan las antologías. De algún modo, la serie consigue luz verde. En su infifinita sabiduría, Mike Carlin, como director editorial, trae al editor Scott Peterson a bordo para mantenerme en el buen camino y asegurarse que no destruya la integridad de uno de los personajes más emblemáticos de DC.
Durante los siguientes ocho meses, Scott y yo elaboramos una lista de los dibujantes con los que nos gustaría trabajar, hacemos un millón de llamadas telefónicas y enviamos y recibimos un millón de faxes.
Y entonces empiezan a llegar los dibujos. ¡Madre mía! Ya os imagináis que Scott y yo íbamos corriendo pasillo arriba y pasillo abajo, de un despacho a otro, cada vez que recibíamos un paquete. “¡¡¡HAN LLEGADO LAS PÁGINAS DE BRIAN BOLLAND!!! ¡¡¡EH, MIRAD, ES LA PORTADA DE ALEX TOTH!!! ¡UAU! ¡¡¡MIRAD, CHICOS, ES LA HISTORIETA DE OTOMO!!!”
La serie se convirtió en un éxito de crítica y ventas.
No voy a malgastar espacio hablando de los dos o tres dibujantes que abandonaron el proyecto a ultimísima hora sin ningún buen motivo en absoluto. No mencionaré esa historia, tan indecente como hilarante, que cierto genio del cómic firmó y que no pudimos llevar a imprenta. De hecho, ni siquiera mencionaré la úlcera que casi sufrí esperando a que llegaran los últimos dibujos mientras los plazos de entrega se prolongaban y casi volaban por los aires. En lugar de eso, aprovecharé este espacio para manifestar mi agradecimiento a todos los dibujantes y guionistas que han trabajado en la serie, todos ellos caballeros con tanto talento como profesionalidad.
Por supuesto, gracias a Scott Peterson por no dejar que se me fuera la olla con su personaje.
Pero, por encima de todo, gracias a Archie Goodwin, mi mentor desde la época en que yo respondía a las llamadas que hacían a aquel decrépito teléfono suyo en Marvel. He intentado estar a la altura de tu homenaje a EC con un guiño a Creepy, a Eerie y a ti.
Así que podéis responder a esa pregunta sobre la isla desierta con el cómic que tenéis entre manos. Porque de conversaciones absurdas e irrelevantes a menudo nace algo que merece la pena.
Ah, y entonces alguien hizo esa otra pregunta sobre una isla desierta... ¿MaryAnn, Ginger, Embrujada, Jeannie o Catwoman?
Mark Chiarello
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: Black and White vol. 1.
Era tarde y todos habíamos tenido un día duro en otra de esas convenciones que ya han quedado olvidadas. Y siendo fans hasta las últimas consecuencias, como siempre lo hemos sido, hablábamos de cómics.
Alguien planteó la inevitable pregunta de la isla desierta: si tuvieras que estar completamente aislado, apartado de la civilización... ¿qué etapa completa de una sola colección de cómics te llevarías allí?
Bueno, todos lo estuvimos pensando durante medio minuto. Un peso pesado de los lápices soltó: “Creepy o Eerie”. Uno de esos tipos que pintan sus cómics dijo: “Sí, Creepy, sin duda”. Estuve de acuerdo, no había discusión posible. Por sorprendente que parezca, todos coincidíamos en que nunca había existido una reunión de dibujantes tan estelar bajo una sola cabecera, página a página, número a número. ¡Y todos hicieron lo mejor de sus carreras allí! Toth, Frazetta, Williamson, Torres, Colan, Ditko, Wrightson, Corben... la lista es prácticamente interminable. Historias divertidas, aterradoras, horteras, terrorífifificas... un sueño en forma de cómic para cualquier chaval y un cómic de ensueño para cualquier dibujante.

Como todos sabemos, los cómics son síntesis de imágenes y palabras. Alguien tiene que escribir todas esas historias (o casi todas). Y el nombre de ese alguien era Archie Goodwin. Quizá el mejor editor que ha trabajado en el mundo del cómic, quizá el mejor guionista que ha trabajado en el mundo del cómic. Lo que Archie hizo con los títulos de Warren (Creepy, Eerie y Blazing Combat) fue su homenaje a los cómics favoritos de su juventud, la línea de la EC.
Avancemos un montón de años. Por algún motivo tan desconocido como olvidado llego a convertirme en editor de DC Comics. Propongo una colección antológica en blanco y negro protagonizada por Batman. La clave del éxito de una serie así, me parece, es contratar a los mejores dibujantes del negocio. Casi todos en DC me dicen que no venderá. A nadie le gustan los cómics en blanco y negro. A nadie le gustan las antologías. De algún modo, la serie consigue luz verde. En su infifinita sabiduría, Mike Carlin, como director editorial, trae al editor Scott Peterson a bordo para mantenerme en el buen camino y asegurarse que no destruya la integridad de uno de los personajes más emblemáticos de DC.
Durante los siguientes ocho meses, Scott y yo elaboramos una lista de los dibujantes con los que nos gustaría trabajar, hacemos un millón de llamadas telefónicas y enviamos y recibimos un millón de faxes.
Y entonces empiezan a llegar los dibujos. ¡Madre mía! Ya os imagináis que Scott y yo íbamos corriendo pasillo arriba y pasillo abajo, de un despacho a otro, cada vez que recibíamos un paquete. “¡¡¡HAN LLEGADO LAS PÁGINAS DE BRIAN BOLLAND!!! ¡¡¡EH, MIRAD, ES LA PORTADA DE ALEX TOTH!!! ¡UAU! ¡¡¡MIRAD, CHICOS, ES LA HISTORIETA DE OTOMO!!!”
La serie se convirtió en un éxito de crítica y ventas.
No voy a malgastar espacio hablando de los dos o tres dibujantes que abandonaron el proyecto a ultimísima hora sin ningún buen motivo en absoluto. No mencionaré esa historia, tan indecente como hilarante, que cierto genio del cómic firmó y que no pudimos llevar a imprenta. De hecho, ni siquiera mencionaré la úlcera que casi sufrí esperando a que llegaran los últimos dibujos mientras los plazos de entrega se prolongaban y casi volaban por los aires. En lugar de eso, aprovecharé este espacio para manifestar mi agradecimiento a todos los dibujantes y guionistas que han trabajado en la serie, todos ellos caballeros con tanto talento como profesionalidad.
Por supuesto, gracias a Scott Peterson por no dejar que se me fuera la olla con su personaje.
Pero, por encima de todo, gracias a Archie Goodwin, mi mentor desde la época en que yo respondía a las llamadas que hacían a aquel decrépito teléfono suyo en Marvel. He intentado estar a la altura de tu homenaje a EC con un guiño a Creepy, a Eerie y a ti.
Así que podéis responder a esa pregunta sobre la isla desierta con el cómic que tenéis entre manos. Porque de conversaciones absurdas e irrelevantes a menudo nace algo que merece la pena.
Ah, y entonces alguien hizo esa otra pregunta sobre una isla desierta... ¿MaryAnn, Ginger, Embrujada, Jeannie o Catwoman?
Mark Chiarello
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: Black and White vol. 1.