Eccediciones

Batman - Capítulo 3: La seducción de los inocentes

El mito de Batman se siguió expandiendo durante la Segunda Guerra Mundial.
El mito de Batman se siguió expandiendo durante la Segunda Guerra Mundial y el resto de la década de los cuarenta. En 1943, un señor llamado Alfred debutaba en Batman núm. 16, un cómic escrito por Don Cameron y dibujado por Bob Kane que, más adelante, recibiría el apellido Pennyworth. Se trataba de un personaje concebido como recurso cómico, un detective aficionado y torpe recién llegado del Reino Unido que sufría un atraco en cuanto pisaba Gotham City. Su cometido era seguir los pasos de su padre como mayordomo de la familia Wayne, y terminaría siendo un tercer miembro extraoficial del Dúo Dinámico. De hecho, incluso contó con su propio serial de complemento en la revista durante un par de años. Su aspecto, regordete en principio, se estilizó tomando como referencia al actor William Austin, que lo interpretó en el serial cinematográfico de aquel mismo año.

Robin también contó con su particular momento de gloria cuando, a falta de colección propia, recibió un serial en Star-Spangled Comics a partir del número 65, publicado en 1947. La patriótica antología se había especializado en personajes juveniles como Star-Spangled Kid o la Legión de Repartidores, pero todos pasaron a un segundo plano, si no desaparecieron, en cuanto Dick Grayson empezó a figurar en las portadas. Sus andanzas al margen de Batman comenzaban cuando se infiltraba en un reformatorio, y con frecuencia contaron con personajes de la misma edad que el Chico Maravilla como secundarios.

Y aunque en esta época también debutaran enemigos tan populares como el Acertijo o Polilla Asesina, el peor adversario del Dúo Dinámico sería el mundo real. El fin de la Segunda Guerra Mundial había restado popularidad a los superhéroes, que se vieron relegados poco a poco a un segundo plano con honrosas excepciones como Superman, Batman o Wonder Woman. En su lugar, el público se decantaba por los animalitos parlantes, los indios y los vaqueros, los alienígenas y los astronautas y, por supuesto, las adolescentes enamoradizas. Por si lo anterior fuera poco, a principios de los años cincuenta, un político de Tennessee llamado Estes Kevaufer empezó a investigar la influencia nociva de los cómics en un subcomité del Senado dedicado a la delincuencia juvenil. No fue la única voz crítica del momento, pero ninguno de los detractores de las historietas contaba con una base científica sólida que apoyara sus sospechas. Pero era cuestión de tiempo.

A Fredric Wertham, un psiquiatra alemán, le preocupaban mucho los niños. En su clínica de Harlem, había tratado a varios delincuentes juveniles que, casualmente, leían cómics. La conclusión fue que las historietas eran un estímulo negativo, afirmación que desarrolló en varios artículos y en el tristemente célebre Seduction of the Innocent, un panfleto escasamente documentado donde relacionaba directamente los cómics con la escalada de violencia juvenil que experimentaba Estados Unidos.

El blanco principal de Wertham era EC Comics, nacida como Educational Comics y posteriormente convertida en Entertaining Comics. En manos de William Gaines (hijo del editor que había aprobado el debut de Wonder Woman en 1941), se había convertido en una editorial revolucionaria que hacía las delicias de los lectores más adultos, ya que estaba especializada en revistas de terror y suspense con títulos tan explícitos como Tales of the Crypt (Relatos de la cripta), The Vault of Horror (La bóveda del terror) o The Haunt of Fear (El acecho del miedo). En ellas se incluía historias truculentas repletas de una violencia que ya se dejaba entrever en las portadas.

No obstante, los escasos superhéroes que DC publicaba en aquel momento, cuando la Edad de Oro había terminado, también fueron objeto de la ira de Wertham. Y no era por su violencia ni por su truculencia, sino por ciertos comportamientos que el psiquiatra percibía en sus protagonistas. Así pues, era preciso que Batman y Robin fueran homosexuales porque vivían solos en una mansión con un mayordomo, y ninguno de los tres había tenido pareja (femenina) estable durante mucho tiempo. Por su parte, Wonder Woman era poco menos que una terrible lesbiana que desafiaba el debido papel de la mujer en la sociedad y que, por si fuera poco, mostraba cierta inclinación hacia el sadomasoquismo. Y Superman era un fascista cuyos poderes desafiaban las leyes de la física, lo cual perjudicaba la educación de la juventud.

Por peregrinos que resultaran aquellos argumentos, el Senado se fijó en el libro de Wertham, que había despertado gran temor entre muchos padres preocupados por las aberraciones que leían sus hijos. Kevaufer llevó el asunto a su subcomité sobre delincuencia juvenil y celebró varias vistas en que Gaines se mostró tan tajante como desafiante. La industria del cómic se olió que el Gobierno estaba a punto de intervenir, de ahí que decidiera crear un organismo de autocensura llamado Comics Code Authority (CCA) que regularía qué cómics llegaban a los kioscos y, por supuesto, sus contenidos. Todo con tal de evitar que las instituciones metieran aún más las narices. La opinión de los políticos y de la opinión pública obligó a las editoriales a endurecer el código de tal manera que lo prohibía casi todo: la violencia explícita, la sangre, los personajes sobrenaturales macabros (esto es, vampiros y licántropos), el sexo implícito o explícito, la homosexualidad, que el mal triunfara sobre el bien o que los títulos de las series incluyeran palabras como “crimen”. Y por supuesto, no se podía plasmar ningún núcleo familiar que no siguiera el modelo tradicional.

Huelga decir que la CCA fue la ruina de Gaines, cuya línea de terror se fue al traste de inmediato. Como curiosidad, diremos que, 10 años más tarde, cuando Warren Publishing lanzó Creepy, la “heredera espiritual” de EC, lo hizo con forma de revista y no de cómic aunque solo contuviera historietas. Era la única forma de ver la luz sin tener que llevar el sello de la CCA en la portada, que por supuesto no lo habría autorizado.

Fran San Rafael


Lista de capítulos:
Batman - Capítulo 1: El comienzo de la leyenda
Batman - Capítulo 2: Los primeros adversarios
Batman - Capítulo 4: Los felices años sesenta
Batman - Capítulo 5: Vuelta a los orígenes
Batman - Capítulo 6: La época de la experimentación
Batman - Capítulo 7: Nuevas compañías
Batman - Capítulo 8: La llegada de Frank Miller
Batman - Capítulo 9: Malos tiempos para la familia
Batman - Capítulo 10: El Diablo a la luz de la Luna
Batman - Capítulo 11: Los formatos del murciélago
Batman - Capítulo 12: Un lugar solitario donde triunfar
Batman - Capítulo 13: La caída del Caballero Oscuro
Batman - Capítulo 14: La serie animada
Batman - Capítulo 15: El regreso del murciélago
Batman - Capítulo 16: Tierra de Nadie
Batman - Capítulo 17: El cambio de siglo
Batman - Capítulo 18: Silencio
Batman - Capítulo 19: La vuelta al cine
Batman - Capítulo 20: El Batman de Grant Morrison
Batman - Capítulo 21: ¿Por qué estás tan serio?
Batman - Capítulo 22: Amanece la justicia
Batman - Capítulo 23: La "resurrección" de Bruce Wayne