Un tándem de guionistas como el formado por Chuck Dixon y Scott Beatty no es algo muy habitual. Entre los años noventa y el inicio del siglo XXI, ambos se consideraban “mentor” y “aprendiz”, respectivamente, y definían su labor en equipo como una excepción dentro del panorama de las grandes editoriales. Tan estrecha era su colaboración que, aparte de intercambiar correos electrónicos y llamadas telefónicas, llegaban a verse cara a cara en Nueva York para concretar los guiones. Y si Dixon ya había trabajado con frecuencia para las series del Hombre Murciélago y allegados, Beatty también demostró ser un gran conocedor del Universo DC con sus aportaciones a múltiples “enciclopedias” (Wonder Woman, la JLA, el propio Batman, Catwoman, etc.) y sus biografías de villanos para Countdown to Final Crisis. Ellos mismos han descrito su relación como algo divertido, más allá de lo profesional, con aficiones comunes como el cine y las figuras de acción, esas “pérdidas plásticas de tiempo” en palabras del propio Beatty.
Para Dixon resultaba absurdo, tras el Batman: Año uno de Frank Miller y David Mazzucchelli, que la editorial no explotara lo que él consideraba un filón y aplicara el mismo planteamiento a otros personajes. Esa osadía chocaba con otra postura: “El problema era convencer a DC, porque tenían Batman: Año uno en tan alta estima... Era como si nadie pudiera volver a hacer algo parecido”. De hecho, junto a Beatty propondría a la editorial otros “años uno” que jamás llegaron a ver la luz, como los de Jason Todd e incluso Alfred Pennyworth. Las historias que sí se aprobaron y llegaron a publicarse fueron tres: Robin: Año uno (cuatro álbumes en formato prestigio ilustrados por Javier Pulido y recopilados por ECC en un solo tomo), Batgirl: Año uno (los nueve cómics con Marcos Martín que incluye este volumen) y Nightwing: Year One (núms. 101 a 106 USA de la serie de Dick Grayson, a cargo también de Scott McDaniel). Su relación con los dibujantes suele ser tan afable como la que mantienen entre ellos, muy distinta al “control” que ciertos escritores ejercen sobre otros artistas. Y su objetivo confeso al recrear los comienzos de algunos de los principales héroes de la batfamilia no era reescribir el canon de DC ni sacudir sus cimientos, sino actualizarlo y dotarlo de más sentido.
Batgirl: Año uno es el relato iniciático de Barbara Gordon, el que cuenta cómo una bibliotecaria de Gotham City, la hija del mayor aliado policial del Caballero Oscuro, se convierte en justiciera. Como tal, esta es para mucha gente la mejor historia de Batgirl —de cualquier encarnación de Batgirl— y a ello contribuye la indudable personalidad visual que le otorgaron Martín, el entintador Álvaro López y el colorista Javier Rodríguez. De hecho, tuvo tanta repercusión que en su día se adaptó como motion comic y llegó a rumorearse una versión en forma de película animada. Entre las prioridades de ambos guionistas, estaba el respeto al pasado, con múltiples detalles que evocan la primera aparición histórica de Batgirl (Detective Comics núm. 359 USA, enero de 1967): la mascarada, Polilla Asesina y sus secuaces, etc. El villano también comparte rasgos de su debut (Batman núm. 63 USA, marzo de 1951), como esa infame “polillaseñal” destinada a que los criminales le llamen tal como la policía invoca al Hombre Murciélago. De forma similar, Garfield Lynns ya era un especialista en efectos especiales antes de transformarse en Luciérnaga en el núm. 184 de Detective Comics (junio de 1952).
Repleta de guiños también al futuro, Batgirl: Año uno identifica a Barbara como “Oráculo” avant la lettre y la asocia a la trágica figura griega de Casandra (y de rebote, a la que sería su propia sucesora como Batgirl, Cassandra Cain). Este volumen narra incluso su primer encuentro con Canario Negro, futura compañera en Birds of Prey, y para Dixon las heroínas conforman un dúo muy especial, que funciona precisamente por el contraste entre sus personalidades: la impulsiva de Dinah y la reflexiva de Barbara. Y si bien en este volumen Canario Negro ejerce de tutora y Batgirl de pupila, cuando se conviertan en Aves de Presa, esos roles se verán invertidos. En el tintero —o en la Biblioteca de Lucien— quedará ese proyecto de Batgirl: Year Two con el que los guionistas pretendían enlazar esta historia con el inicio de La broma asesina, al considerar que dos años era el tiempo que Barbara pudo haber estado en activo como Batgirl. Su relación con Dick Grayson, el primer Robin, se trata no solo en este tomo, sino también en Robin: Año uno y Nightwing: Year One, donde encontramos reproducida una misma secuencia de este Batgirl: Año uno. Es la del primer encuentro entre ambos jóvenes, Babs y Dick, cuyo colofón es una memorable frase de Jim Gordon a modo de sabio consejo (quizá con tintes de amenaza o epitafio): “Ni lo sueñes, Chico Maravilla”.
Dick ya se dio cuenta entonces, nada más verla, de lo especial que era Barbara Gordon. Seguramente muchos más lo harán gracias a esta historia.
Felip Tobar
Artículo publicado en el tomo Batgirl: Año Uno ¡Ya a la venta en tu librería favorita!
Previa de Batgirl: Año Uno
Para Dixon resultaba absurdo, tras el Batman: Año uno de Frank Miller y David Mazzucchelli, que la editorial no explotara lo que él consideraba un filón y aplicara el mismo planteamiento a otros personajes. Esa osadía chocaba con otra postura: “El problema era convencer a DC, porque tenían Batman: Año uno en tan alta estima... Era como si nadie pudiera volver a hacer algo parecido”. De hecho, junto a Beatty propondría a la editorial otros “años uno” que jamás llegaron a ver la luz, como los de Jason Todd e incluso Alfred Pennyworth. Las historias que sí se aprobaron y llegaron a publicarse fueron tres: Robin: Año uno (cuatro álbumes en formato prestigio ilustrados por Javier Pulido y recopilados por ECC en un solo tomo), Batgirl: Año uno (los nueve cómics con Marcos Martín que incluye este volumen) y Nightwing: Year One (núms. 101 a 106 USA de la serie de Dick Grayson, a cargo también de Scott McDaniel). Su relación con los dibujantes suele ser tan afable como la que mantienen entre ellos, muy distinta al “control” que ciertos escritores ejercen sobre otros artistas. Y su objetivo confeso al recrear los comienzos de algunos de los principales héroes de la batfamilia no era reescribir el canon de DC ni sacudir sus cimientos, sino actualizarlo y dotarlo de más sentido.
Batgirl: Año uno es el relato iniciático de Barbara Gordon, el que cuenta cómo una bibliotecaria de Gotham City, la hija del mayor aliado policial del Caballero Oscuro, se convierte en justiciera. Como tal, esta es para mucha gente la mejor historia de Batgirl —de cualquier encarnación de Batgirl— y a ello contribuye la indudable personalidad visual que le otorgaron Martín, el entintador Álvaro López y el colorista Javier Rodríguez. De hecho, tuvo tanta repercusión que en su día se adaptó como motion comic y llegó a rumorearse una versión en forma de película animada. Entre las prioridades de ambos guionistas, estaba el respeto al pasado, con múltiples detalles que evocan la primera aparición histórica de Batgirl (Detective Comics núm. 359 USA, enero de 1967): la mascarada, Polilla Asesina y sus secuaces, etc. El villano también comparte rasgos de su debut (Batman núm. 63 USA, marzo de 1951), como esa infame “polillaseñal” destinada a que los criminales le llamen tal como la policía invoca al Hombre Murciélago. De forma similar, Garfield Lynns ya era un especialista en efectos especiales antes de transformarse en Luciérnaga en el núm. 184 de Detective Comics (junio de 1952).
Repleta de guiños también al futuro, Batgirl: Año uno identifica a Barbara como “Oráculo” avant la lettre y la asocia a la trágica figura griega de Casandra (y de rebote, a la que sería su propia sucesora como Batgirl, Cassandra Cain). Este volumen narra incluso su primer encuentro con Canario Negro, futura compañera en Birds of Prey, y para Dixon las heroínas conforman un dúo muy especial, que funciona precisamente por el contraste entre sus personalidades: la impulsiva de Dinah y la reflexiva de Barbara. Y si bien en este volumen Canario Negro ejerce de tutora y Batgirl de pupila, cuando se conviertan en Aves de Presa, esos roles se verán invertidos. En el tintero —o en la Biblioteca de Lucien— quedará ese proyecto de Batgirl: Year Two con el que los guionistas pretendían enlazar esta historia con el inicio de La broma asesina, al considerar que dos años era el tiempo que Barbara pudo haber estado en activo como Batgirl. Su relación con Dick Grayson, el primer Robin, se trata no solo en este tomo, sino también en Robin: Año uno y Nightwing: Year One, donde encontramos reproducida una misma secuencia de este Batgirl: Año uno. Es la del primer encuentro entre ambos jóvenes, Babs y Dick, cuyo colofón es una memorable frase de Jim Gordon a modo de sabio consejo (quizá con tintes de amenaza o epitafio): “Ni lo sueñes, Chico Maravilla”.
Dick ya se dio cuenta entonces, nada más verla, de lo especial que era Barbara Gordon. Seguramente muchos más lo harán gracias a esta historia.
Felip Tobar
Artículo publicado en el tomo Batgirl: Año Uno ¡Ya a la venta en tu librería favorita!
Previa de Batgirl: Año Uno