Eccediciones

Astro City: Vidas privadas

A mediados de los noventa, el cómic de superhéroes convalecía aún del trauma causado por la aparición casi simultánea de El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller, y de Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons. Estas dos obras habían generado una nueva generación de justicieros. Comparada con sus antecesoras, esta nueva hornada de enmascarados se caracterizaba por estar en posesión de un temperamento tan arrogante y agresivo que a veces rayaba en la psicopatía. El bastión de esta nueva tendencia fue la editorial Image (fundada por astros emergentes del firmamento Marvel como Jim Lee, Rob Liefeld y Todd McFarlane). La mayoría de sus publicaciones se caracterizaban por un despliegue inagotable de caos, violencia y testosterona que gozó de una gran aceptación entre los aficionados. Entre algunos profesionales, en cambio, este tono oscuro y realista generó enseguida un movimiento opuesto que trató de devolver al género la inocencia perdida. El regreso a las esencias fue, sin duda, uno de los ejes de la serie Astro City, obra del guionista Kurt Busiek y de los espléndidos dibujantes Brent Anderson y Alex Ross.

Astro City vio la luz en agosto de 1995 dentro, paradójicamente, del propio sello Image. La serie se componía de una sucesión de episodios sin más trabazón que la presencia común de la ciudad como telón de fondo. En verdad, la urbe de Astro City es la auténtica protagonista de esta obra. Pero no como paisaje o como frío laberinto de calles, sino como una colmena abigarrada que palpita con el movimiento de cientos de seres extraordinarios. Y es que esta metrópoli es algo más que la residencia oficial de una muchedumbre de ciudadanos anónimos. Por ella pulula una multitud de superhéroes con nombres tan exóticos como Samaritano, el Resorte, Victoria Alada o el Ahorcado.
La mayoría de estas figuras remite (como casi todo en esta obra) a la tradición del cómic de superhéroes. La serie entera es, en sí, un homenaje al género y a sus autores. La crónica ficticia de Astro City refleja la evolución del género desde sus primeros días hasta la actualidad: el espíritu heroico de los enmascarados durante la Segunda Guerra Mundial; el miedo y la paranoia asociados a la cruzada anticomunista de los años cincuenta; el resurgir de los superhéroes gracias al auge de Marvel Comics en los sesenta; el tono ambiguo y trágico que marcó las aventuras de los justicieros en los ochenta; y la violencia exacerbada que reinaba en los cómics de los noventa. Todas estas etapas (y sus múltiples hitos intermedios) han dejado su huella en Astro City.

La serie ha gozado de una larga andadura dividida en varias etapas. La primera estaba compuesta por seis episodios (reunidos en un único volumen por ECC titulado Astro City: Vida en la gran ciudad). Estas primeras entregas sentaron las bases para el desarrollo posterior de la serie: la atmósfera melancólica, la narración en primera persona, el protagonismo repartido entre superhéroes y ciudadanos anónimos. Con esta cabecera, Kurt Busiek ahondaba en el tono elegíaco y nostálgico que había impreso en Marvels (una serie limitada con dibujos de Alex Ross que repasaba la trayectoria de los superhéroes Marvel desde la perspectiva de un periodista). El trazo sugestivo y realista de Brent Anderson (alumno aventajado de Neal Adams) plasmaba a la perfección un universo repleto de guiños y referencias convirtiendo la lectura de cada página en un auténtico placer.

La segunda etapa se prolongó más allá de la veintena de entregas (y varios especiales) entre 1996 y 1998. Esta extensión permitió a Busiek y a Anderson consolidar el colorido universo que habían apuntado en el período anterior. De entrada, desarrollaron un arco argumental dividido en seis entregas que expandía aún más los límites de la ciudad. Frente a otros cómics de superhéroes, Astro City mantenía un delicado equilibrio entre la nostalgia, la aventura, el optimismo y el drama. Y consiguió conservarlo incluso cuando plasmaba el crepúsculo del género. Los autores dedicaron tres series limitadas consecutivas a narrar este ocaso. Astro City: The Dark Ages (publicada entre 2005 y 2010) se componía de un total de 16 entregas que rendían tributo a las obras maestras de los ochenta, como el Daredevil de Frank Miller.

Una vez concluido su particular ajuste de cuentas con la década más sombría del género, Busiek y Anderson volvieron a la carga con la tercera etapa de esta cabecera (y última, hasta la fecha). Esta nueva andadura apareció bajo el sello Vertigo en junio de 2013 abundando en todas las virtudes que habían distinguido a anteriores encarnaciones de la cabecera. ECC ha recogido la primera docena de episodios en dos volúmenes espléndidos (Astro City: Puertas abiertas y Astro City: Victoria), a los que sigue Astro City: Vidas Privadas. Este tomo amplía aún más los hori- zontes de una obra que se ha convertido por derecho propio en un título de referencia dentro del panorama actual del cómic estadounidense. Demos la bienvenida, pues, a un clásico moderno. Y, con él, recibamos como se merece a todos los clásicos que lo precedieron. En la ciudad de las estrellas cabe todo.

Jorge García

Artículo publicado originalmente como introducción de Astro City: Vidas privadas.