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Asilo Arkham: Las entrañas de la locura

Como apunta Karen Berger en uno de los textos incluidos en páginas postreras de este recopilatorio, cuando en 1986 buscaba nuevos talentos procedentes del Reino Unido para insuflar un soplo de aire fresco en DC Comics, Grant Morrison (Glasgow, 1960) se presentó a una reunión con dos propuestas bajo el brazo: un atrevido relanzamiento de Animal Man construido a partir de premisas posmodernas y metaficcionales; y un thriller psicológico vocacionalmente contracorriente protagonizado por Batman. Ni que decir tiene que ambos proyectos recibieron luz verde, convirtiéndose en las sólidas bases sobre las que el guionista escocés cimentó una de las bibliografías más complejas, relevantes y personales del noveno arte. Pero el sentido de la oportunidad invita a que nos centremos en la segunda propuesta, que recibió el título de Asilo Arkham: Un lugar sensato en una tierra sensata (1989).

En su momento, Morrison describió la obra del siguiente modo: “La premisa básica se desarrolla durante un 1 de abril, cuando Batman es obligado a pasar una noche en el Asilo Arkham, donde tendrá que superar diferentes torturas físicas y psicológicas a manos de sus enemigos, internados en el hospital psiquiátrico. Esa es la trama principal, pero obviamente se trata de un libro muy complejo”. Complejidad que se vio multiplicada exponencialmente con la incorporación de Dave McKean (Maidenhead, Inglaterra; 1963) al equipo creativo. “En cuanto supe que él sería el dibujante, cambió complemente el concepto de lo que quería hacer, convirtiéndose en un proyecto mucho más extremo y meditado”, afirmó el guionista.

Por aquel entonces, el mundo del cómic experimentaba un viraje hacia derroteros realistas debido al influjo de títulos como Batman: El regreso del Caballero Oscuro (1986), de Frank Miller, y Watchmen (1986-1987), de Alan Moore y Dave Gibbons. Sin embargo, lejos de sumarse a la moda imperante para aprovechar el tirón comercial, Morrison prefirió “plantar bandera en el mundo de los sueños, la escritura automática, las visiones y la magia”: medios a través de los cuales aproximarse a la figura del Cruzado de la Capa desde un punto de vista onírico, emocional e irracional, enarbolado como réplica a un enfoque excesivamente literal que amenazaba con limitar al personaje.

El proceso de redacción del guion de Asilo Arkham abarcó un intenso mes de 1987, durante el cual Morrison se mantuvo despierto hasta bien entrada la madrugada para sumirse en un estado de delirio que le permitiera “encontrar la locura”. Jornadas de 15 horas de trabajo continuado rebuscando en sus diarios de sueños, en sus recuerdos de infancia más espeluznantes y en fuentes de inspiración tan variadas como la vida y obra del ocultista Aleister Crowley, las teorías psicoanalíticas de Carl Gustav Jung, la imaginería de Lewis Carroll o el surrealismo de Jan Švankmajer y los hermanos Quay. Una combinación de influencias aparentemente caótica que, sin embargo, fue ordenada a través de una estructura narrativa basada en la arquitectura de una casa, a imagen y semejanza del arquetipo junguiano empleado por el pensador suizo en obras como Alma y tierra (1927-1931). Y lo cierto es que, gracias al personalísimo estilo de McKean, los sótanos, pasadizos y plantas del hospital psiquiátrico se convirtieron en el perfecto lienzo sobre el que plasmar una simbología densa e introspectiva que tomaba prestadas nociones propias del Tarot y la física cuántica, “creando una sensación de cuento de hadas malsano, de confinamiento y derrumbamiento de fichas de dominó alineadas hace mucho tiempo”. En definitiva, una historia sobre los locos y los excluidos, sobre el interior de una mente que bien podría ser la de un Hombre Murciélago dubitativo —“casi una esencia, un borrón cinético”, en manos de McKean— sometido a una cruel sesión de psicoanálisis. Porque más que lugares físicos, las estancias de este asilo representan el catálogo de funciones psicológicas, rasgos y obsesiones de la mente de Batman “y de nuestra mente colectiva”.

Morrison ya tenía su declaración de intenciones, “el tipo de cómic de alto nivel que sabía que era posible, demostrando que las historias de superhéroes serias no siempre tenían que ser realistas”. Indudablemente beneficiado por la batmanía desatada a raíz del estreno de la película Batman (Tim Burton, 1989), Asilo Arkham se publicó originalmente en formato prestigio, imprimiéndose en papel de alta calidad encuadernado en tapa dura, y valiéndose de los últimos avances en diseño de producción y rotulación. Una fuerte apuesta acompañada de una campaña promocional sin precedentes durante la cual el equipo creativo recorrió buena parte de la geografía estadounidense, logrando alimentar un éxito sostenido hasta nuestros días que justifica sobradamente su inclusión en la línea Grandes autores de Batman.

David Fernández

Artículo originalmente publicado como introducción de Grandes autores de Batman - Grant Morrison y Dave McKean: Asilo Arkham.