Eccediciones

Arquitectura mortal

Consagrado como uno de los grandes diseñadores gráficos contemporáneos, Chip Kidd (Reading, Pennsylvania, EEUU; 1964) ha demostrado durante las dos últimas décadas ser un autor tan prolífico como multidisciplinar: buena parte de su tiempo lo invierte en diseñar las portadas de los mayores best sellers del panorama literario –obras de Cormac McCarthy, Elmore Leonard, Haruki Murakami o Michael Crichton, entre otros–, pero también en editar colecciones de novelas gráficas, crear logos -como el de All Star Superman, sin ir más lejos-, componer música, escribir libros... y hacer tebeos, como las historias cortas incluidas en la antología Bizarro Comics –formando equipo creativo con Tony Millionaire– y en Mythology: The DC Comics Art of Alex Ross, cuyo apartado gráfico corrió por cuenta del ideólogo de Kingdom Come.

Ávido lector de cómics y fanboy desde que tiene uso de razón, parecía tan solo cuestión de tiempo que se animara a guionizar una historia más ambiciosa y extensa; pero la ocasión propicia se hizo esperar, en buena medida debido a su reconocida condición de tipo “que suele esperar a que le encarguen algo” en lugar de tomar la iniciativa. Afortunadamente, en 2009 se dieron las condiciones que permitieron el nacimiento de Batman: Arquitectura Mortal: coincidiendo con los fastos relacionados con el 20 aniversario de The Sandman, Kidd participó en un acto celebrado en el centro cultural neoyorquino 92nd Street Y; con Neil Gaiman como homenajeado, Kidd dejó constancia de sus enciclopédicos conocimientos del mundo del cómic y de una pasión por el Hombre Murciélago fuera de toda duda. Presente en el evento, Dan DiDio (co-editor de DC Entertainment) no tardó en ofrecerle la posibilidad de escribir una novela gráfica protagonizada por Batman; una hipótesis que finalmente se concretó, ya con Mark Chiarello como editor a cargo del proyecto.

Lo cierto es que Kidd puede ser considerado como toda una eminencia en cuanto a la historia del Cruzado de la Capa; no en vano, es autor o partícipe de libros como Batman: La Serie de Animación, Batman Collected, o Bat-Manga: The Secret History of Batman in Japan. Pero, sabedor que de la teoría a la práctica media un abismo, reconoce haber pensado en alguna que otra ocasión aquello de “Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad”. Durante la fase de desarrollo inicial, se devanó los sesos para dar con ideas que no se hubieran explorado con anterioridad desde la creación del personaje en 1939–“Fue realmente intimidatorio”, admite–; pero todo cobró sentido en cuanto se formuló la pregunta adecuada: “¿Y si Fritz Lang hubiera rodando una superproducción de Batman a finales de los años 30?”. La sorprendente premisa cobró más sentido en cuanto Dave Taylor (Liverpool, Reino Unido; 1964) se sumó al proyecto; conocedor de que la expresividad y el dominio de la arquitectura se contaban entre los puntos fuertes del dibujante británico, Chiarello sugirió su nombre, inmediatamente refrendado por un Kidd ya familiarizado con su trabajo en títulos como Batman: Shadow of the Bat, Batman: Legends of The Dark Knight o Batman & Superman: World's Finest. El entendimiento fue total, y en el constante intercambio de referencias para delimitar el tono de la obra, cobró especial importancia el trabajo de Hugh Ferriss (1889-1962), arquitecto norteamericano cuyos diseños determinaron la peculiar técnica empleada por Taylor: dibujo a lápiz, posteriormente escaneado, retocado y aderezado con pinceladas muy puntuales de color.

De este modo, Kidd y Taylor plantean un nostálgico ejercicio de clasicismo estético influenciado por largometrajes como Metropolis (Fritz Lang, 1927) y La ley del silencio (Elia Kazan, 1954), novelas como El Manantial (Ayn Rand, 1943) y –por descontado– los cómics fundacionales del Caballero Oscuro, firmados por Bob Kane y Bill Finger. Todo ello puesto al servicio de una historia que parte de hechos reales acontecidos en 1963 y 2008 –la demolición de la ferroviaria Penn Station de Nueva York y el desplome de una gigantesca grúa en Manhattan, respectivamente–, para retrotrarnos a la Gotham City de los años 30, sumida en un boom urbanístico que propicia el desarrollo de proyectos arquitectónicos por parte de los más prestigiosas firmas. En este contexto, un Bruce Wayne todavía en los inicios de su carrera como justiciero, busca esclarecer una serie de accidentes precisamente relacionados con errores de diseño de dichas construcciones; catástrofes aparentemente aleatorias, que bien podrían encerrar un misterio...

Resultado de sumar elementos, circunstancias e influencias muy particulares, y planteada como una obra totalmente independiente y autoconclusiva, Batman: Arquitectura Mortal se antoja como una de las aventuras más peculiares de cuantas ha protagonizado recientemente el Hombre Murciélago. Un trabajo que, en palabras del novelista Michael Chabon –autor del prólogo– promete "unir al fandom de los cómics, las películas clásicas en blanco y negro, la arquitectura y el diseño, como un conquistador que anexiona reinos”.

David Fernández