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Antes de Flinch...

Junio de 1999, la década de los 90 llegaba a su fin con un mundo sumido en la locura del efecto 2000. Las noticias apocalípticas plagaban los medios de comunicación pero nadie era capaz de confirmar de una manera tajante que los ordenadores no se colapsarían cuando sonasen las campanadas de fin de año. Evidentemente, éste era el caldo de cultivo ideal para las historias de miedo. En Vertigo no iban a dejar pasar la ocasión. De hecho, sus editores apostaron muy fuerte por el horror. Contactaron con los escritores y dibujantes más laureados del momento y les dejaron hacer todo lo que quisiesen en una nueva antología de terror. Así nació Flinch

La línea Vertigo apostó muy fuerte con esta cabecera. Este tipo de publicación ha existido prácticamente desde que los tebeos empezaron a comercializarse en formato revista, pero en los años 90 no era un producto muy popular. Por aquel entonces, los lectores de cómic preferían las colecciones regulares que perpetuaban sus historias ad eternum, sobre todo si estaban salpicadas con giros argumentales y sorpresas constantes. Sin embargo, en 1996 DC Comics sacó a la luz una miniserie de cuatro números convenientemente titulada Batman: Black & White que se convirtió en la obra revelación del año. Este título incluía aventuras de Batman en blanco y negro escritas y dibujadas por los autores más influyentes del momento. El experimento dio tan buen resultado que fue copiado hasta la saciedad – tanto por DC Comics como por otras editoriales – pero, sobre todo, fue relevante porque Batman: Black & White ganó nada más y nada menos que tres palmareses: dos Eisner en 1997, uno por mejor historia corta y otro por mejor antología; y un Harvey en 1998 por mejor álbum gráfico de material ya publicado. La conclusión a la que se podía llegar con las aventuras bicolores del Señor de la Noche era muy simple: para que una antología funcione simplemente se necesita contactar con los mejores autores del medio.

De ahí que Vertigo apostase tan alto con Flinch. Sin ir más lejos, un primer número con dibujos de Jim Lee, Richard Corben y Frank Quitely es mucho más que un reclamo. Estos dibujantes son palabras mayores. Lee es uno de los artistas más populares del medio y ha roto casi todos los records de ventas habidos y por haber. Corben es una leyenda viviente y una de las figuras más importantes del underground norteamericano. Es muy difícil entender el cómic independiente actual sin tener en cuenta su obra. Finalmente, Quitely es la conexión Vertigo. En 1996 sorprendió a todos con sus dibujos en Flex Mentallo y, a pesar de no ser tan conocido como sus compañeros, todo indicaba que su futuro iba a ser brillante (ahora sabemos que así fue). Estos tres nombres sirvieron como pistoletazo de salida para Flinch, pero no eran en absoluto publicidad engañosa. A medida que la colección avanzaba, veíamos cómo se unían creadores tanto o más importantes que los que acabo de nombrar. En definitiva, en DC Comics no se anduvieron con chiquitas. Contaron con la colaboración de las mejores mentes que poblaban el mercado de los años 90, como antes hicieran con Batman: Black & White. Todo indicaba que se iba a repetir la exitosa jugada de aquella impresionante antología. Desgraciadamente, no fue así. Flinch obtuvo buenas críticas, fue nominada a un Eisner y ganó un premio Bram Stroker, pero fue cancelada con solo 16 números publicados. Es una lástima dado el excelente nivel de los autores y la indiscutible calidad de la cabecera.

Sea como sea, lo cierto es que Flinch es una digna heredera de un tipo de publicación que lleva en funcionamiento más de medio siglo. Repasemos un poco la historia del noveno arte. En 1950, EC Comics convulsionó el mercado del cómic norteamericano con tres antologías de terror que posteriormente serían fruto de la censura: The Vault of Horror, The Haunt of Fear y Tales from the Crypt. En DC Comics repitieron la jugada y estrenaron House of Mystery en 1951 y House of Secrets en 1956. Estas series fueron canceladas en 1983 y 1978, respectivamente. A pesar de que ambas cabeceras sufrieron constantes cambios, las etapas más oscuras de estas antologías asentaron las bases de lo que posteriormente sería la línea Vertigo. Sin ir más lejos, a finales de los años 60 se introdujeron los personajes de Caín y Abel, piezas fundamentales para Sandman de Neil Gaiman. En julio de 1971, House of Secrets publicó la primera aventura de La Cosa del Pantano, un personaje fetiche de Vertigo que siempre será recordado por la etapa de Alan Moore y que, además, ahora mismo está en lo más alto de su popularidad gracias a unas espectaculares aventuras ideadas por Scott Snyder. Además de introducir personajes y situaciones, estas antologías definieron la mejor manera de tratar el género del horror gracias a la participación de autores de primera fila: Len Wein, Bernie Wrightson, Neal Adams, Michael Kaluta, Alfredo Alcalá, etc. Flinch siguió las máximas de sus predecesoras: contó con la participación de los autores más influyentes y, además, desarrolló historias extremadamente originales. No duró lo suficiente para crear una nueva Cosa del Pantano pero sí para regalarnos unas cuantas narraciones inolvidables.

Enrique Ríos