En enero de 2006 se oficializó una noticia esperada por numerosos lectores: tras la etapa de James Robinson al frente de Detective Comics —inmediatamente posterior a Crisis Infinita—, el encargado de tomar las riendas de la colección sería Paul Dini (Nueva York, EE.UU.; 1957), sobradamente conocido entre el fandom no solo por sus tebeos, sino también por su impagable aportación a producciones de animación relacionadas con el Universo DC.
Desde un primer momento, el guionista dejó claro que la nueva etapa estaría integrada por el tipo de relatos que disfrutó durante su juventud: aquellas historias autoconclusivas publicadas durante la Edad de Oro y la Edad de Plata del cómic norteamericano: “Eran grandes aventuras contenidas en un único número. De ahí procede la riqueza del mundo de Batman, por eso quiero escribir guiones que con un poco de suerte puedan aportar elementos a la leyenda del personaje, siempre en construcción”. Un ejercicio de nostalgia que le permitiría “llevar por una nueva dirección a los enemigos y personajes secundarios de Batman, y prestar mayor atención a Bruce Wayne”.
El enfoque elegido convenció a Dan DiDio, por aquel entonces Editor Ejecutivo de DC Comics, interesado en humanizar al héroe bajo la máscara. En ese sentido, Dini reconocía adherirse a la tesis según la cual Bruce Wayne es la identidad prevalente y encargada de dar los pasos oportunos hacia la resolución de los misterios, mientras que la de Batman es una máscara que viste para ejecutar sus planes; un recurso a su disposición cuando necesita emplear tácticas más contundentes e intimidatorias. Pero lejos de las interpretaciones predominantes —adustas, invariablemente serias—, el guionista estaba interesado en aportar las dosis de humor necesarias para que Batman no perdiera su cordura: la plasmación de un equilibrio “entre tomarse a sí mismo en serio, y utilizar su oscuro sentido del humor para mitigar la gravedad de su misión”.
Haciendo honor al título de la colección, Dini quiso justificar uno de los apodos del personaje, conocido como el Mejor Detective del Mundo por su capacidad analítica y deductiva. Así que buena parte de sus guiones giraron en torno al “caso del mes”: el planteamiento de un misterio a desentrañar por el protagonista, por considerar que la vertiente detectivesca de Batman forma “una parte muy importante de quién es, revelando su inteligencia tanto dentro como fuera del traje”. Empeñado en jugar limpio y respetar las reglas de los relatos de misterio, el guionista se esforzó para poner todas las pistas de cada caso sobre la mesa, haciendo a los lectores partícipes de un juego en el que también intervinieron ilustres personajes: los sospechosos habituales de Gotham City. Quien haya visto al menos un episodio de Batman: La serie de animación, estará al tanto del inusual talento que posee Paul Dini para ponerse en la piel de cualquiera de los integrantes de la variada galería de villanos del Cruzado de la Capa, deteniéndose lo suficiente en el análisis de sus motivaciones como para que los espectadores logren empatizar con ellos... o al menos comprender un poco más su impredecible locura. Por tanto, cabía esperar que durante su estancia en Detective Comics intentaría poner en práctica una aproximación similar, conjugando la creación de nuevos criminales como Fachada, con la utilización y reinterpretación de antagonistas clásicos.
Las historias contenidas en el presente recopilatorio dan buena muestra de esta práctica, destacando un Acertijo al que Dini sitúa entre sus villanos preferidos. Aprovechando que por aquel entonces Edward Nigma había perdido sus recuerdos sobre la identidad secreta de Bruce Wayne, el guionista optó por establecer una rivalidad detectivesca entre Batman y el Acertijo, aparentemente dispuesto a reintegrarse en la sociedad… y a convertirse en “un malvado y celoso Inspector Lestrade”, si entendemos al Cruzado de la Capa como una versión contemporánea de Sherlock Holmes. Un personaje sobre el que pesa la inevitable sospecha de que, además de moverse por fines menos nobles que los de nuestro protagonista —fama y riqueza, principalmente—, mantiene una agenda oculta tras su aparente voluntad de dejar a un lado su pasado criminal.
Además de Nigma, por las páginas de este tomo también desfilan una sensual Hiedra Venenosa, la atolondrada Harley Quinn, un Pingüino ansioso por revitalizar la Sala Iceberg, o el Dr. Fósforo, que irrumpe en un fill-in escrito por Royal McGraw y dibujado por Marcos Marz. También realiza un pequeño cameo Roxy Rocket, creada por Dini y Bruce Timm en The Batman Adventures Annual núm. 1 (1994), y recuperada cuatro años más tarde en la serie de animación Las nuevas aventuras de Batman. Pero cuando se trata de enemigos del Caballero Oscuro, es obligado mencionar a su némesis por excelencia: el Joker, verdadero protagonista de Masacre sobre ruedas, la macabra historia navideña que cierra este recopilatorio. Uno de los números favoritos del guionista, inspirado en las historias del Hermano Conejo escritas por Joel Chandler Harris, posteriormente popularizadas gracias a aquel largometraje producido por Walt Disney que llevaba por título Canción del Sur (Harve Foster y Wilfred Jackson, 1946).
Por lo que se refiere al apartado artístico, dice Paul Dini que plantea sus guiones de modo que sean accesibles a cualquier dibujante, sin sentir la necesidad de adaptarlos al estilo de su colaborador de turno. Pero, eso sí, subraya la importancia de “invitar a la improvisación artística”, de “conceder a los dibujantes la libertad necesaria para que realicen su trabajo”. Y para lograrlo, contó con la ayuda del editor de la colección: un Peter Tomasi que años más tarde se convertiría en guionista de títulos como Green Lantern Corps o Batman y Robin, y que mientras formó parte del staff editorial de DC Comics, se encargó de seleccionar a los talentosos artistas que colaboraron en estos primeros números: J.H. Williams III (Liga de la Justicia de América: La senda del tornado, Batwoman), Joe Benitez (Superman/Batman, Titanes) y Don Kramer (52, Wonder Woman).
Los elementos comentados en líneas precedentes configuran la peculiar anatomía de esta aclamada etapa, pero como podrá comprobar el lector, las sucesivas entregas de esta reedición nos depararán muchas sorpresas: casos por resolver planteados a través de nuevas aventuras autoconclusivas, e historias emotivas y épicas que también reivindicarán el encanto de las tramas serializadas. Porque afortunadamente, Paul Dini fue capaz de abrazar el mito del Hombre Murciélago en toda su riqueza y amplitud, haciendo de su estancia en Detective Comics un perdurable recordatorio de la grandeza del personaje.
David Fernández
Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman: Detective núm. 1.
Desde un primer momento, el guionista dejó claro que la nueva etapa estaría integrada por el tipo de relatos que disfrutó durante su juventud: aquellas historias autoconclusivas publicadas durante la Edad de Oro y la Edad de Plata del cómic norteamericano: “Eran grandes aventuras contenidas en un único número. De ahí procede la riqueza del mundo de Batman, por eso quiero escribir guiones que con un poco de suerte puedan aportar elementos a la leyenda del personaje, siempre en construcción”. Un ejercicio de nostalgia que le permitiría “llevar por una nueva dirección a los enemigos y personajes secundarios de Batman, y prestar mayor atención a Bruce Wayne”.
El enfoque elegido convenció a Dan DiDio, por aquel entonces Editor Ejecutivo de DC Comics, interesado en humanizar al héroe bajo la máscara. En ese sentido, Dini reconocía adherirse a la tesis según la cual Bruce Wayne es la identidad prevalente y encargada de dar los pasos oportunos hacia la resolución de los misterios, mientras que la de Batman es una máscara que viste para ejecutar sus planes; un recurso a su disposición cuando necesita emplear tácticas más contundentes e intimidatorias. Pero lejos de las interpretaciones predominantes —adustas, invariablemente serias—, el guionista estaba interesado en aportar las dosis de humor necesarias para que Batman no perdiera su cordura: la plasmación de un equilibrio “entre tomarse a sí mismo en serio, y utilizar su oscuro sentido del humor para mitigar la gravedad de su misión”.
Haciendo honor al título de la colección, Dini quiso justificar uno de los apodos del personaje, conocido como el Mejor Detective del Mundo por su capacidad analítica y deductiva. Así que buena parte de sus guiones giraron en torno al “caso del mes”: el planteamiento de un misterio a desentrañar por el protagonista, por considerar que la vertiente detectivesca de Batman forma “una parte muy importante de quién es, revelando su inteligencia tanto dentro como fuera del traje”. Empeñado en jugar limpio y respetar las reglas de los relatos de misterio, el guionista se esforzó para poner todas las pistas de cada caso sobre la mesa, haciendo a los lectores partícipes de un juego en el que también intervinieron ilustres personajes: los sospechosos habituales de Gotham City. Quien haya visto al menos un episodio de Batman: La serie de animación, estará al tanto del inusual talento que posee Paul Dini para ponerse en la piel de cualquiera de los integrantes de la variada galería de villanos del Cruzado de la Capa, deteniéndose lo suficiente en el análisis de sus motivaciones como para que los espectadores logren empatizar con ellos... o al menos comprender un poco más su impredecible locura. Por tanto, cabía esperar que durante su estancia en Detective Comics intentaría poner en práctica una aproximación similar, conjugando la creación de nuevos criminales como Fachada, con la utilización y reinterpretación de antagonistas clásicos.
Las historias contenidas en el presente recopilatorio dan buena muestra de esta práctica, destacando un Acertijo al que Dini sitúa entre sus villanos preferidos. Aprovechando que por aquel entonces Edward Nigma había perdido sus recuerdos sobre la identidad secreta de Bruce Wayne, el guionista optó por establecer una rivalidad detectivesca entre Batman y el Acertijo, aparentemente dispuesto a reintegrarse en la sociedad… y a convertirse en “un malvado y celoso Inspector Lestrade”, si entendemos al Cruzado de la Capa como una versión contemporánea de Sherlock Holmes. Un personaje sobre el que pesa la inevitable sospecha de que, además de moverse por fines menos nobles que los de nuestro protagonista —fama y riqueza, principalmente—, mantiene una agenda oculta tras su aparente voluntad de dejar a un lado su pasado criminal.
Además de Nigma, por las páginas de este tomo también desfilan una sensual Hiedra Venenosa, la atolondrada Harley Quinn, un Pingüino ansioso por revitalizar la Sala Iceberg, o el Dr. Fósforo, que irrumpe en un fill-in escrito por Royal McGraw y dibujado por Marcos Marz. También realiza un pequeño cameo Roxy Rocket, creada por Dini y Bruce Timm en The Batman Adventures Annual núm. 1 (1994), y recuperada cuatro años más tarde en la serie de animación Las nuevas aventuras de Batman. Pero cuando se trata de enemigos del Caballero Oscuro, es obligado mencionar a su némesis por excelencia: el Joker, verdadero protagonista de Masacre sobre ruedas, la macabra historia navideña que cierra este recopilatorio. Uno de los números favoritos del guionista, inspirado en las historias del Hermano Conejo escritas por Joel Chandler Harris, posteriormente popularizadas gracias a aquel largometraje producido por Walt Disney que llevaba por título Canción del Sur (Harve Foster y Wilfred Jackson, 1946).
Por lo que se refiere al apartado artístico, dice Paul Dini que plantea sus guiones de modo que sean accesibles a cualquier dibujante, sin sentir la necesidad de adaptarlos al estilo de su colaborador de turno. Pero, eso sí, subraya la importancia de “invitar a la improvisación artística”, de “conceder a los dibujantes la libertad necesaria para que realicen su trabajo”. Y para lograrlo, contó con la ayuda del editor de la colección: un Peter Tomasi que años más tarde se convertiría en guionista de títulos como Green Lantern Corps o Batman y Robin, y que mientras formó parte del staff editorial de DC Comics, se encargó de seleccionar a los talentosos artistas que colaboraron en estos primeros números: J.H. Williams III (Liga de la Justicia de América: La senda del tornado, Batwoman), Joe Benitez (Superman/Batman, Titanes) y Don Kramer (52, Wonder Woman).
Los elementos comentados en líneas precedentes configuran la peculiar anatomía de esta aclamada etapa, pero como podrá comprobar el lector, las sucesivas entregas de esta reedición nos depararán muchas sorpresas: casos por resolver planteados a través de nuevas aventuras autoconclusivas, e historias emotivas y épicas que también reivindicarán el encanto de las tramas serializadas. Porque afortunadamente, Paul Dini fue capaz de abrazar el mito del Hombre Murciélago en toda su riqueza y amplitud, haciendo de su estancia en Detective Comics un perdurable recordatorio de la grandeza del personaje.
David Fernández
Artículo publicado originalmente en las páginas de Batman: Detective núm. 1.