Eccediciones

A través del espejo

Durante el mes de julio de 2010, DC Comics anunció a través de su página web que a finales de ese mismo año Scott Snyder sucedería a Greg Rucka como guionista regular de Detective Comics, tras una breve interinidad asumida por David Hine y Dennis O’Neil. La elección no era una cuestión menor, teniendo en cuenta el excelente trabajo realizado por quien ostentaba una extensa trayectoria como escritor de referencia en la franquicia del Hombre Murciélago: además de la aclamada estancia en la veterana cabecera, en el currículum de Rucka destacaban su paso por Batman, la creación de Gotham Central junto a Ed Brubaker, y series limitadas como Batman: La muerte y las doncellas; proyectos, todos ellos, en los que dejó constancia de una profunda comprensión del personaje y de una idoneidad fuera de toda duda para ocupar su puesto. Pero la editorial tenía una fe ciega en la joven promesa, hoy convertida en toda una realidad. Al fin y al cabo, “murciélagos y vampiros no están situados en ramas demasiado alejadas del árbol genealógico...”.

La jocosa frase aludía, evidentemente, a American Vampire, proyecto de creación propia con el que Snyder y Rafael Albuquerque insuflaron un soplo de aire fresco a la línea Vertigo. Con la ayuda inicial de Stephen King, encargado de profundizar en la biografía del perturbador Skinner Sweet, lograron lo aparentemente imposible: revitalizar la mitología vampírica —por aquel entonces pervertida por éxitos literarios y cinematográficos tan masivos como vacuos— a partir de una trama destinada a revisar la historia norteamericana. Con crítica y lectores en el bolsillo, el estatus de Snyder dentro de la industria dio un giro de 180 grados, haciéndose merecedor no solo de un contrato en exclusiva con la editorial, sino también de una oferta irrechazable con la que el guionista neoyorquino cumpliría un sueño de infancia: escribir las aventuras del Hombre Murciélago en la colección que vio nacer al personaje. “He leído religiosamente cómics de Batman desde la década de los 80 y hay un buen montón de historias que siento realmente cercanas: Año uno, The Cult, El largo Halloween... Pero me ha sorprendido en particular lo que el equipo de guionistas de la franquicia, especialmente Grant Morrison, han venido haciendo durante los últimos años. No podría sentirme más honrado y emocionado por estar trabajando en Detective Comics”.

Lejos de sentirse intimidado por el reto, lo cierto es que el guionista optó por plantear una ambiciosa etapa con la que despedir la numeración original de la serie, a punto de reiniciarse debido al nacimiento del Nuevo Universo DC. Y para llevar a buen término sus ideas, optó por pisar terreno parcialmente conocido, aprovechando su bagaje literario y una probada capacidad para incurrir en el terror psicológico. Cabe recordar que por aquel entonces el Cruzado de la Capa original estaba de vuelta tras el exilio temporal relatado en Batman: El regreso de Bruce Wayne; una ausencia durante la cual Dick Grayson heredó el uniforme del murciélago, contando con Damian Wayne como nuevo Chico Maravilla (Batman y Robin). Durante todo un año, Dick “tuvo que asimilar que había sucedido a su mentor, mientras trataba de decidir si era capaz o no de ocupar dicha posición. Ahora Bruce le ha dado su bendición, así que es el momento de averiguar si realmente puede sobrevivir como Batman”.

Fue en este punto donde entró en juego una idea recurrente, relacionada con la mitología del personaje: la consideración de que Gotham City, más que un mero emplazamiento, atesora cierta personalidad metafórica, actuando como si de un espejo oscuro se tratara, cuya superficie ofrece una imagen distorsionada de quien busca su reflejo. Estableciendo esta idea como leitmotiv de toda su etapa, Snyder hizo hincapié en cómo la naturaleza extrovertida, optimista y esperanzada de Dick podía terminar jugando en su contra: “Gotham detecta esos aspectos de su personalidad para intentar quebrar su fe en la condición humana, y para avivar sus dudas sobre si está o no capacitado para soportar la responsabilidad de ser Batman”. ¿Cómo?, se preguntará el lector. A través de una nueva raza de criminales, más crueles, y sedientos de sangre que nunca, tan bien retratados por el trazo anguloso de Jock...

En las declaraciones anteriormente extractadas, el guionista neoyorquino mentaba Batman: Año uno como una de sus obras de cabecera; todo un clásico en el que Frank Miller y David Mazzucchelli relataron los primeros pasos de Bruce Wayne como Batman, coincidentes con la llegada de James Gordon a la ciudad. Curiosamente, Snyder recurrió a un juego de paralelismos similar, a través de una inquietante historia de complemento que, dibujada por Francesco Francavilla, tiene al Comisario del Departamento de Policía de Gotham City como gran protagonista. La intención subyacente no era otra que responder al siguiente interrogante: “¿Y si la siniestra metrópolis trajera de vuelta a alguien que compartiera una conexión con el Comisario lo suficientemente intensa como para romper la coraza emocional que ha construido a lo largo de los años?”. Esta fue, precisamente, una de las decisiones más peleadas por Snyder, quien centró su atención en un personaje siempre relegado al papel de mero comparsa: James Gordon Jr., fruto del matrimonio del Comisario con Barbara Kean-Gordon. El guionista reconoce que hubo cierto tira y afloja con los editores, inicialmente reticentes a las intenciones con las que reclamó la presencia del hijo pródigo. Pero finalmente comprendieron se retorcida lógica, al servicio de una historia que pretendía mostrar el oscuro reflejo al que se enfrenta James Gordon, obligado a revivir su peor pesadilla: la posibilidad de que su propio vástago sea, en realidad, un asesino.

Cuando tomó las riendas de Detective Comics, Scott Snyder no se encontraba en una posición demasiado diferente a la de Dick y James: los tres afrontaron retos mayúsculos, cargados de responsabilidad y atenazados por saberse ante situaciones extraordinarias. Pero el guionista logró obviar el oscuro reflejo que le devolvía la contemplación de Gotham City —su Camelot particular, su tierra prometida—, mirando a través del espejo para contemplar un horizonte lleno de atractivas posibilidades. Buenos presagios finalmente cumplidos, que le han encumbrado como sucesor de facto de Grant Morrison como gran ideólogo y arquitecto del Batman contemporáneo. Pero, ¿podrán el Caballero Oscuro y el Comisario Gordon salir airosos de sus respectivos desafíos? El lector encontrará la respuesta en las páginas del presente volumen, donde se inicia la recopilación de esta sobresaliente etapa.

David Fernández

Artículo originalmente publicado en las páginas de Batman: Espejo oscuro.