Eccediciones

54 años después

 Si miramos la cantidad de series, miniseries y especiales que ha tenido la Legión de Superhéroes a lo largo de sus más de cinco décadas de existencia, resulta curioso saber que, en principio, Relámpago, Saturn Girl y Cósmico no estaban destinados a ser más que una mera comparsa puntual de una aventura del Superboy original, aquel que era Superman de joven y vivía en Smallville con los Kent. En 1958, el editor Mort Weisinger tenía una máxima que hacía cumplir a rajatabla a sus autores: sorprender al lector todos los meses. Así pues, los sufridos creadores se veían obligados a sacarse de la chistera secundarios, villanos y artefactos de toda índole. Los primeros legionarios eran buena muestra de ello, ya que se trataba de tres viajeros del futuro que llegaban a la pacífica ciudad de Kansas para reclutar al Chico de Acero e incorporarlo al “club de héroes del futuro” que había inspirado con sus proezas.

Aunque lo de llamar “legión” a un grupo de tres personas fuera todo un salto de fe, los lectores quedaron fascinados por aquellos personajes que debutaron en Adventure Comics núm. 247 de la mano de Otto Binder y Al Plastino. Es por esto por lo que regresaron de vez en cuando para compartir aventuras con Superboy y también con Supergirl, que no superó la prueba de acceso a la primera. Poco a poco, se iba presentando a más legionarios como Brainiac 5, Ultra Boy o Solar, y la cosa iba adquiriendo una dimensión que terminó de la única forma posible: con un serial propio en la mencionada Adventure Comics. Fue allí donde los guionistas Jerry Siegel y, sobre todo, Edmond Hamilton se soltaron la melena y describieron un completo contexto para la Legión que incluía a más miembros, a villanos propios, a secundarios como la Policía Científica o la Legión de Héroes Sustitutos... Pero sería un jovencísimo Jim Shooter de apenas 13 años quien introduciría a la Legión en su primera edad de oro. Con ayuda del dibujante Curt Swan, que nunca se sintió cómodo plasmando a tantos personajes, multiplicó las filas de la Legión y concibió a enemigos de tanto renombre como los Cinco Fatales, Universo o Mordru. Por otra parte, fue en aquella época cuando por fin se conoció el origen del grupo gracias a E. Nelson Bridwell, el encargado de narrar el atentado contra R.J. Brande que truncaron los tres fundadores en Superboy núm. 147.

Es obvio que Weisinger estaba encantado con un concepto que le había dado un excelente resultado, de ahí que lo trasladara a Action Comics para remontar las ventas que no obtenían las historias principales de Superman. Pero verse relegada a un complemento sin posibilidad de protagonizar ninguna portada supuso la muerte de la Legión en 1970, año en que desapareció para disgusto mayúsculo de sus muchos seguidores. Fueron precisamente estos quienes bombardearon a la editorial con una campaña reivindicativa que culminó con un tímido regreso del grupo, de nuevo como complemento, en la colección Superboy. Pero las solventes historias de Cary Bates y el impresionante dibujo de Dave Cockrum y Mike Grell hicieron que los justicieros del futuro volvieran a apartar al Chico de Acero de una de sus series. La cabecera pronto pasó a titularse Superboy and the Legion of Super-Heroes y, ya en 1980, solo Legion of Super-Heroes. Cósmico y compañía por fin tenían una colección homónima que pronto contaría con Paul Levitz como guionista habitual. Aunque ya había tratado al grupo en anteriores ocasiones (en La saga de la Guerra contra la Tierra), su llegada en los años ochenta supuso un salto cualitativo que colocó al grupo al nivel de los Nuevos Titanes. Para ello fueron esenciales dibujantes como Steve Lightle, Greg LaRocque o, sobre todo, Keith Giffen, uno de sus primeros colaboradores, con el cual creó La saga de la gran oscuridad y la inolvidable trama con la Legión de Supervillanos como coprotagonistas. Giffen se marchó para ocuparse de otros proyectos como la Liga de la Justicia Internacional, pero regresó a finales de la década para compartir labores de escritura con Levitz. Sería precisamente él quien, en 1990 y ya como autor completo, daría una vuelta de tuerca a los legionarios que los apartaría de sus coloridos uniformes y sus descriptivos nombres para narrar una epopeya postapocalíptica que ocupó la primera mitad de los años noventa.
Aquella etapa de Giffen, ambientada cinco años después de Las Guerras Mágicas, la última saga de Levitz, se considera hoy en día un clásico aunque, en su día, alejara a los legionarios de los lectores más jóvenes. Los protagonistas habían crecido, y algunos incluso se habían casado y tenían hijos. Así pues, DC decidió renovar por completo las aventuras de la Legión aprovechando el evento editorial Hora cero. De esta forma, en 1994, surgió una nueva encarnación rejuvenecida que borraba de un plumazo toda historia anterior. Fue un momento perfecto para suprimir los sufijos “boy”, “lad”, “lass” y demás de los nombres de guerra, y también la ocasión idónea para presentar a nuevos personajes como XS, la nieta del mismísimo Barry Allen.

El lavado de cara fue un éxito considerable que logró mantener en el mercado dos series (Legion of Super-Heroes y Legionnaires) durante varios años, si bien el interés de los aficionados decayó a finales de la década. Fue por esto por lo que la editorial encargó a los guionistas Dan Abnett y Andy Lanning una aventura rompedora que terminó con varios legionarios perdidos en la mítica Legion Lost, dibujada por un bisoño Olivier Coipel. Después del experimento, llegó una nueva serie regular titulada The Legion que resistió en las librerías hasta 2005, momento en que llegó la tercera encarnación del grupo.
En aquellos momentos, Mark Waid y Barry Kitson habían demostrado con la miniserie Empire que dominaban el género de la ciencia ficción, con lo cual podían ser perfectos para presentar a la Legión a las nuevas generaciones. Así, con sufijos incluidos, Saturn Girl y compañía volvieron a empezar desde cero con un planteamiento muy concreto: la lucha contra la tiranía de los adultos. Waid y Kitson ampliaron las filas del grupo de forma ilimitada, ya que los que tenían superpoderes apenas eran el núcleo visible de una vasta organización formada por cualquier joven del universo que quisiera unirse a la causa.

A pesar de narrar historias más que correctas, los autores no lograron conectar con los lectores ni siquiera cuando los sucesos de Crisis Infinita les permitieron incorporar a Supergirl a las filas del grupo principal. Así, la serie fue languideciendo hasta que, en un tremendo golpe de efecto, DC anunció que Jim Shooter iba a sustituir a Waid como guionista fijo del título. Con lápices de Francis Manapul, el niño prodigio de antaño demostró que no conectaba del todo con aquella encarnación, pero hizo todo lo posible para salir airoso hasta que se marchó dando un buen portazo cuando se enteró de los planes de la editorial: recuperar a la Legión original.
Quién mejor para ello que Geoff Johns, guionista estrella que, con la colaboración del novelista Brad Meltzer, emprendió tan ardua tarea en un cruce entre las series de la Liga y la Sociedad de la Justicia de América. Con la excusa de rescatar al Flash Wally West de otra dimensión, los legionarios originales regresaron por todo lo alto a la espera de nuevos planes que solventaran la situación de las encarnaciones posteriores. La maraña de continuidades quedó resuelta en la épica Crisis Final: La Legión de 3 mundos, donde George Pérez y el propio Johns reconciliaron cinco décadas de aventuras para que ningún lector viera “anulada” su versión preferida del grupo. Eso sí, los únicos cuyas andanzas se publicarían de forma habitual serían los primeros... y contarían con Levitz como guionista.

Ya liberado de sus responsabilidades editoriales, el veterano retomó su papel tradicional en DC Entertainment, y qué mejor modo de recuperar la forma que con aquellos héroes a los que tan bien conocía. Así, en 2010, llegó una nueva colección titulada Legion of Super-Heroes que contó con lápices de dibujantes tan solventes como Yildiray Cinar, cuyo estilo limpio demostró ser perfecto para dibujar artefactos y decorados futuristas. Levitz aprovechó al principio algunas ideas del propio Johns, pero no tardó en ir incorporando tramas propias que, por qué no, pasaban por rejuvenecer a parte de la formación. En este sentido, resultaron esenciales los estudiantes de la Academia de la Legión, a los cuales presentó (o recuperó, según el caso) en una saga de Adventure Comics que dibujó Phil Jiménez.
Y entonces llegó el Nuevo Universo DC y la posibilidad de una nueva pizarra en blanco. Pero ni Levitz ni la editorial estaban por la labor de renunciar una vez más a las historias anteriores, que se mantuvieron intactas. Eso sí, en su afán por atraer a nuevos lectores, a ser posible jóvenes, enseguida surgió la idea de una miniserie que repasara y actualizara el origen de la Legión. Se trata del Legión: Origen secreto, que esperemos que os dé ganas de seguir visitando regularmente el siglo XXXI.

Fran San Rafael