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¡Por X'Hal!

Corría 1980 cuando Marv Wolfman y George Pérez revolucionaron el cómic de superhéroes con Nuevos Titanes, una colección que nació con el pretexto de renovar el concepto de "grupo de ayudantes juveniles" para adquirir muy deprisa una identidad propia que ha encandilado a varias generaciones de lectores. La alineación incluía, además de a los ineludibles Robin, Wonder Girl y Kid Flash, a personajes de nuevo cuño como Starfire, una princesa alienígena que no tardaría en convertirse en una de las preferidas del público. Sensual, tierna o implacable guerrera según el momento, fue uno de los grandes logros de los autores, en buena parte debido al halo de sufrimiento y tragedia que rodeaba su pasado.

Una de las expresiones más características de la princesa Koriand’r, pues así se llamaba en realidad, era “por X’Hal”, en alusión a algún tipo de divinidad propia del sistema estelar Vega, donde se encontraba su Tamaran natal. La aparición de la diosa sería solo cuestión de tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que, en 1980, año que empezó la publicación de Nuevos Titanes, Wolfman era el principal artífice del subuniverso cósmico de DC Comics. Una de sus obsesiones particulares era dicho Sistema Vega, en cuyo contexto había profundizado en la serie Green Lantern y, posteriormente, en Action Comics, series donde crearía a los Omega Men, los principales defensores de la remota galaxia. Cuando los Titanes compartieron aventuras con ellos, X’Hal hizo por fin acto de presencia en The New Teen Titans núm. 24 (1982), y habría que esperar poco para que, en el primer especial anual del título, se desvelara su origen.

X’Hal había sido la líder de los guerreros de Vega y, como tal, se había enfrentado a los psiones, una despreciable raza de científicos carentes de todo tipo de emoción que realizaban sus brutales experimentos costara lo que costara. Creados por el propio Wolfman para un relato al uso sobre abducciones extrarrestres en Witching Hour núm. 13 (1971) coescrito por Al Gold y dibujado por Gray Morrow, quiso la continuidad retroactiva que fueran a su vez un experimento fallido de los Guardianes del Universo, que habían renegado de aquellas abominables creaciones e incluso las habían desterrado bien lejos de Oa. En cualquier caso, los psiones fueron quienes hicieron pruebas radiactivas a X’Hal para convertirla en un ente de energía pura que terminaría enloqueciendo, destruyendo tres mundos del sistema solar que había jurado proteger y convirtiéndose en una suerte de diosa prisionera de los Señores Guerreros de Okaara, los bravos soldados que habían entrenado a Starfire durante su cruenta infancia.

Aquel origen no tardó en sufrir una considerable modificación. En 1983, Marv Wolfman estaba volcado en los Nuevos Titanes, que ya era la colección más popular de la casa, y no tardaría en involucrarse en proyectos tan laboriosos como Crisis en Tierras Infinitas. No obstante, la editorial quería dar una oportunidad a los Omega Men, ya que su presencia en las diversas series escritas por Wolfman les había proporcionado una fama considerable. Su colección mensual y homónima recayó en Roger Slifer y Keith Giffen, guionista y dibujante que ya se habían labrado una merecida reputación plasmando mundos alienígenas en las aventuras de la Legión de Superhéroes. En la séptima entrega, el dúo abordó el origen de X’Hal y lo cambiaron para adaptarlo a sus particulares circunstancias. No en vano, uno de los miembros del grupo era el hijo de aquella diosa tan peculiar.

Según Slifer y Giffen, X’Hal había nacido en Okaara, un mundo poblado por seres bellos y pacifistas cuyo espécimen más perfecto era precisamente ella. Fue por esto por lo que los psiones la eligieron para cruzar aquella raza con los temibles guerreros Branx, que vivían (y resucitaban) solo para matarse entre sí en lo que era un conflicto eterno. No obstante, los “científicos” no conseguían que se quedara embarazada, de ahí que se viera sometida a un sinfín de violaciones hasta que, por fin, ocurrió el relativo milagro. Para entonces, X’Hal ya había enloquecido, y una vez dio a luz, mató al padre de sus hijos, que a su vez la estranguló aprovechando sus últimos momentos de vida. Los psiones se empeñaron en resucitarla convertida en energía, lo cual fue un grave error, ya que, demente sin remedio, se llevó a sus hijos y destruyó la nave laboratorio. De vuelta en Okaara, uno de sus retoños, poseído por el odio heredado de su padre, provocó el desastre que convirtió el planeta en un páramo. El otro, Auron, dedicaría su vida a mantener a raya a su madre.

Esa dualidad de X’Hal como diosa y sufrida mujer enloquecida se convirtió desde el principio en su principal seña de identidad. Eso, unido a su tremendo poder, la convierte en un concepto jugoso que el Nuevo Universo DC no podía obviar, sobre todo teniendo en cuenta su actual vínculo con Tamaran. Así pues, qué mejor lugar donde asistir a su retorno que en Green Lantern: New Guardians, donde la volvemos a ver este mismo mes en todo su esplendor.

Fran San Rafael

Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Lantern núm. 29.