Los asaltos británicos de 1806 y 1807 a Buenos Aires, capital del virreinato del Río de la Plata, por lo general son leídos de tres maneras. Como un intento de cambiar el equilibrio de poder de las potencias europeas, como una aventura inglesa primero mal organizada (solo mil seiscientos hombres en el primer intento) y luego perfectamente planeada y fracasada (doce mil soldados derrotados en el segundo) que nunca debió ser, y, por fin, como el inicio de los cambios sociales que llevaron a las guerras de independencia americanas. Posiblemente las tres lecturas son, hasta cierto punto, correctas.
Te proponemos una cuarta: la historia de una persona, como tantas, que se vio arrastrada en el torbellino de una aventura británica que trataba de cambiar el equilibrio entre las potencias, en medio de una convulsión de las relaciones entre Buenos Aires y Madrid. A fin de cuentas, en esos años, eso era ser un español en América.