La reina doña Berenguela de Castilla representó un papel fundamental en la política de los reinos de Castilla y León durante el siglo XIII.
Descendiente de la reina Urraca de León, la primera mujer que gobernó de hecho un reino en Occidente, nieta de Leonor de Aquitania, sobrina de Ricardo Corazón de León e hija de Leonor de Plantagenet y Alfonso VIII de Castilla, fue reina de León por su matrimonio con Alfonso IX y breve reina de Castilla antes de abdicar en su hijo Fernando.
Mujer inteligente, amante de la cultura, audaz, devota y poco escrupulosa a la hora de apartar los obstáculos que encontraba en su camino.
Decidió trabajar por el bien de su hijo, el rey Fernando III, y a ello dedicó todos sus esfuerzos, consiguiéndole dos coronas.
Nunca se apartó de los asuntos públicos, ejerciendo su influencia e interviniendo en ellos decisivamente.
Su hijo pasó a la historia oficial como uno de los grandes reyes de España, hasta tal punto que fue canonizado, pero la historia oficiosa, en gran medida desconocida, nos dice que se lo debía todo a su madre: la reina doña Berenguela la Grande.